El relato de la Princesa de Asturias

A veces no es necesario montar una gran evento para transmitir algo con fortaleza o para resaltar el papel de las instituciones. Lo vivimos ayer, en el Instituto Cervantes, con el inicio de la lectura de la Constitución Española, en el mismo día que 40 años atrás las Cortes Constituyentes aprobaban la Carta Magna. Una fecha en la que obviamente aún no había nacido la hoy Princesa de Asturias (que también cumplía ayer 13 años), que forma parte de esa generación que ha nació y vive en una sociedad de libertades y democracia que durante décadas anteriores había secuestrada a los españoles, pero que necesita aún seguir madurando. Precisamente en una sociedad carente de muchos referentes y sentido de la historia, que una niña llamada en el futuro a ser Reina de España, haya leído al lado de su padre, el Rey, el primer artículo de este documento aprobado en referéndum por el 87,78 por ciento de los españoles, expresa no sólo el compromiso de la Corona con los valores supremos de la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, sino también el respeto a algo que a veces se olvida: la soberanía nacional reside en el pueblo español. Y el protocolo ha sabido dar forma al mensaje y al compromiso.

La Casa Real con su Jefe al frente, Felipe VI, ha convertido este simbólico acto de aniversario, en una clara renovación de su compromiso en la defensa de la democracia, en unos momentos que parece amenazada como consecuencia de los complejos momentos políticos, económicos y sociales que atraviesa nuestro país. Algunos de esos valores aún no se han alcanzado y tenemos bastante camino que recorrer. Pero el hecho de que las primeras palabras de la Heredera sean para leer esos tres primeros puntos del artículo 1 de la Norma Fundamental va más allá de una simple puesta de largo de Leonor de Borbón.

Princesa de Asturias

Su Alteza Real la Princesa de Asturias junto a Su Majestad el Rey durante la lectura al artículo 1 del Título Preliminar de la Constitución Española

Con independencia de que su comparecencia haya dejado detalles esperanzadores de una Heredera con capacidad para empatizar, comunicar y hacerse próxima, las imágenes vistas nos trasladan a un estilo propio de reinado que Felipe VI ha querido desarrollar desde que pronunciara su primer discurso como Rey ante las Cortes Generales. Una monarquía cercana que se aleje de los viejos vicios de Corte, del absurdo glamour o de la idea de ser una simple relacionista pública en la venta de la imagen de una España que busca aún su sitio en el mapa mundial. En sus escasas competencias constitucionales, la monarquía mantiene su firmeza en lo más importante: la democracia y el respeto como “armas” para la convivencia y el progreso, en un país que requiere más que nunca la unidad entorno a referentes morales y convicciones firmes sobre el concepto de lo que es la soberanía nacional de la que emanan los poderes del Estado.

Itinerario para una futura Reina

El sencillo de evento de ayer confirma el itinerario diseñado por la Corona para el duro y complejo camino que en su formación y preparación le espera a la Princesa. Mientras muchos no dejan de hablar de qué estudios debe seguir, si es necesario o no su paso por la institución militar o si debe aparecer en más actos públicos, pocos recuerdan que lo más importante para una Princesa llamada a ser Reina es asumir como hoja de ruta el compromiso de velar como nadie por la fortaleza de la democracia, cuando asuma su alta responsabilidad (y desdeluego demostrarlo continuamente mientras le llega el momento). Una hoja de ruta que nos ha permitido ver en escasos meses tres eventos singulares de gran calado un claro relato comunicacional desde la Jefatura del Estado en relación a la Heredera: la imposición del Toisón de Oro en Palacio Real, la primera visita oficial a la histórica cuna de España (Covadonga, Asturias) y sus primeras palabras en público leyendo la Constitución en sus tres primeros preceptos más importantes.

Princesa de Asturias

Momenrto de la lectura por la Perincesa de Asturias en el Instituto Cervantes.

Reconozco que era de los que pensaba que sus primeras palabras, siguiendo la senda de su padre, se oirían públicamente en el Teatro Campoamor de Oviedo (donde sigo estando convencido que casi ya 14 años pronunciará su primer discurso oficial, sus primeras palabras de “cosecha propia”). Pero he de decir que ha sido acertado que las primeras palabras consistan únicamente en pronunciar un artículo constitucional que ha vertebrado la España de hoy y debe seguir haciéndolo en los próximos años, con independencia de que la Carta Magna deba de ser reformada en diferentes capítulos claves (entre otros en la propia cuestión de género sobre la propia sucesión). Oír de la Princesa que la “forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”, es comprometerse sin complejos con un país cuya dirección señalamos los propios españoles a través de nuestros representantes eligidos en las citas electorales. Una monarquía al servicio de la unidad, garantizadora de la democracia y constructora de puentes para la convivencia.

Tres claves para un relato madurado

La imposición del Toisón a la Princesa nos transmitió la idea de una garantía de continuidad de la Corona con sus leales compromisos con el país y su gente. La visita a Covadonga la reivindicación de una España que no olvida la historia pero reivindica otra forma de escribirla en el presente y en el futuro y el acto de ayer sentar la necesaria referencia de una España capaz de inculcar a todos los ciudadanos, desde su más tierna edad, los valores de la convivencia. Que sus primera palabras no hayan sido en Asturias nos traslada, además, un papel como Princesa que no se ceñirá sólo a relatar su pensamiento en torno a un discurso anual en los prestigiosos Premios que se llevan como nombre su título. En ellos, obviamente, podrá expresar ante el mundo su pensamiento sobre los valores humanísticos necesarios para una sociedad global cada vez más dividida entre pobres y ricos, entre fuertes y débiles, Veremos a buen seguro una Heredera con un mayor compromiso en su vida oficial pública, más allá del paso por Oviedo.

Princesa de Asturias

Los principales responsables de los poderes públicos del Estado junto a los cuatro miembros de la Familia Real, en perfecto orden de precedencias.

La presencia en el Instituto Cervantes de los máximos poderes del Estado, de representantes de la gran mayoría de los partidos políticos e importantes personalidades que se han distinguido desde su atalaya por la defensa de esos valores de libertad y democracia, le ha dado más profundidad y calado a un evento que hecho en otras circunstancias y en otro momento no hubiese tenido el carácter reivindicativo que asumió ayer la Corona. La Princesa, en las tres ocasiones mencionadas, siempre junto a a su padre, parece decirnos que a sus 13 años es consciente del recorrido que está emprendiendo como sucesora, más que de una monarquía, de un compromiso ético y moral de Estado.

Princesa de Asturias

Recibimiento a la Familia Real por los Presidentes de los Poderes Públicos a su llegada al Instituto Cervantes

Lejos de las formas

No entro en si habló con seguridad, firmeza y aplomo como han destacado los medios, ni tan siquiera en su simpatía y estilismo que ya es objeto de “severos” análisis de los expertos del papel cuché. Tampoco escondo que ha respondido brillantemente a las expectativas. Por encima de su físico y estética estaba el mensaje y el simbolismo de la acción. De momento no se le puede pedir otra cosa porque debe seguir creciendo en su formación transversal y abierta, apegada al mundo de lo real y alejada de los cuentos de hadas, o de la fastuosidad de otras monarquías europeas que pocos discuten y que se han convertido en meras piezas de venta para soñadores de irrealidades.

Princesa de Asturias

El Rey, tras una breve presentación del director del Instituto Cervantes, leyó el prólogo de la Constitución, y e invitó después a su hija a dar lectura al capítulo 1.

El protocolo como creador de un relato

Un protocolo medido para un evento sencillo, probablemente muy mejorable en su puesta escenográfica (punto débil del acto), pero que no ha tapado lo que hay: una niña ya en la adolescencia que mira más allá del colegio y de su casa. Dejémosla crecer y pidamos que su principal formación sirva para consolidar las convicciones esenciales que deben exigirse a una monarquía de presente y futuro: la consolidación de una España unida en los valores y respetuosa en la diversidad de los territorios que la componen y de sus gentes. Felipe VI selló en 2014 antes las Cortes un gran compromiso con el pueblo español (recomiendo que quien pueda vuelva a releerlo porque es clave para entender su reinado y su protocolo) y ha de dejar como legado un país cuyas instituciones no olvidan a quienes necesitan el permanente apoyo de las más altas autoridades para garantizarles los principios constitucionales de una vida más digna y justa. La Princesa debe contribuir a partir de ahora a ponerse al servicio de esa causa para que cuando llegue a ser Reina los españoles nos veamos reflejados en ella como un país desarrollado pero sin brechas sociales, morales, diversidad y económicas.

Alteza, no olvide nunca esas cuatro mágicas palabras que pasarán a la historia por ser su primera intervención en publico en un Instituto que tiene presencia en casi todo el mundo como el Instituto Cervantes y que ha de llevar como bandera: libertad, justicia, igualdad y pluralismo.

Si en un evento se traslada todos esos conceptos, solo podemos decir que el protocolo ha contribuido de manera acertada en lo sustancial a potenciar el mensaje de una “niña ya no tan niña” que debe ser menos princesa y más icono de esperanza de un futuro mejor para todos y contribuya en los sanos ideales de todos los jóvenes.

Cuando el protocolo centra sus esfuerzos en la construcción de un acertado relato y lo consigue toma más sentido la necesidad actual de sus profesionales. Porque la mayor responsabilidad protocolaria de este evento no era disponer las líneas de saludo, o las precedencias de las autoridades, y el orden de las banderas, sino crear un evento capaz de hilar un relato y hacerlo converger con un concepto de una monarquía a la que Felipe VI ha sabido darle la vuelta (sin menospreciar para nada el relevante papel jugado por sus padres, hoy reyes honoríficos). Porque las monarquías del siglo XXI precisan de una urgente renovación y un mayor acercamiento a la sociedad real. Con eso me quedo.

 

(Ver vídeo completo del acto).