Premios Princesa de Asturias 2022

Los Premios Princesa de Asturias han vuelto a demostrar al mundo la perfección de su ceremonia de entrega de los galardones (que sigue mejorando cada edición) su capacidad de hacer emocionar y su elegancia. Sentados en una butaca del Teatro Campoamor de Oviedo o viéndolos por televisión , sigue poniendo la carne de gallina. Para quienes nos dedicamos al mundo del protocolo y organización de eventos la seguimos observando como una “obra maestra” de lo que es el concepto de un evento y su puesta en escena y adecuada ejecución. Impecable y es justo felicitar a sus organizadores, un amplio equipo de profesionales bajo la responsabilidad acertada de su actual directora, Teresa Sanjurjo. Aunque lleva haciéndose 42 años (que se dice pronto) sigue ganando enteros cada año y supera con mucho cualquier otro acto similar en cuanto a su ceremonial, ritmo, sensibilidad, mensajes y escenografía propios de estos tiempos. Como asturiano y español que soy me siento muy orgulloso, así como de haber ayudado a construir esta trayectoria, hoy impecable, durante las 33 primeras ediciones.

Premios Princesa de Asturias 2022

Carmen Linares y María Pagés sobre el escenario del Teatro Campoamor tras recibir el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022.

Lo que ven los invitados y los espectadores es el resultado final de una compleja organización que va más allá de la estética mostrada. Hay detrás mucho trabajo que quienes conocemos esta ceremonia sabemos que implica mucha dedicación y tomar decisiones con una gran sensibilidad. Son muchos meses de preparación y siempre con plazos muy ajustados, pero con tan buenos resultados que hace sea un espejo al que mirarse cuando se piensa en la organización de un acto de estas características. Un evento que más allá del mero protocolo, quizá lo más sencillo, pues en el resultado final hay que valorar muchas más cuestiones que obligan a exprimir el cerebro para ofrecer cada edición un hecho diferencial o varios. Ha encontrado el camino óptimo para alcanzar en breve los 50 años y seguir por tiempo indefinido. Sigue siendo la primera ceremonia internacional de la cultura y en la apuesta por un mundo más civilizado, justo y en paz.

En tiempos convulsos como vivimos, el Teatro Campoamor resulta un remanso de esperanza por un mundo más solidario y en convivencia. Su nivel de intelectualidad es alto, afortunadamente, pero siempre salen palabras que llega a cualquier nivel social. Un ejemplo, el propio discurso de la Princesa de Asturias, con esa buena reiteración de “me interesa” en el contexto de la población más joven. Dos palabras que gracias a la heredera conecta un evento teóricamente de mayores que puede llegar a la juventud. Ella puede contribuir con sus 17 años que cumple mañana, día 31 de octubre, y a quien desde este modesto artículo trasladamos nuestra felicitación. Continúe Leyendo…

Protocolo en Palacio Real: Fundación Princesa de Asturias

Hoy, día 21 de junio, los reyes de España presidieron la reunión anual con los miembros de los patronatos de la Fundación Princesa de Asturias (FPA), celebrada en el Palacio Real de Madrid, presidencia que mantendrán hasta que la heredera de España cumpla la mayoría de edad. Esta reunión se celebra anualmente y participan los miembros tanto del patronato de la Fundación (órgano de gobierno), como el patronato Princesa de Asturias (más honorífico y consultivo).

Para quienes se hayan fijado en la foto de la reunión hay un aspecto de protocolo que puede llamar la atención de expertos y curiosos.  Se trata de la posición del presidente del Principado de Asturias y del presidente ejecutivo de la Fundación. En la ceremonia de entrega de estos galardones en octubre en Oviedo, la presidencia se forma dando más precedencia al jefe del ejecutivo asturiano (vicepresidente de honor de dicha Fundación), frente al presidente ejecutivo.

Vemos aquí las fotos de la ceremonia de entrega de premios de 2021 (en ediciones anteriores casi siempre ha sido igual) y de la reunión de hoy en Palacio Real.

Protocolo Real y Premios Princesa de Asturias

Presidencia del acto solemne de la entrega de los premios Princesa de Asturias en 2021, en el Teatro Campoamor de Oviedo. Presidewnte los reyes y ambos lados la princesa de Asturias y la infanta Sofía. Cierran por la derecha el presidente del Principado de Asturias y por la izquierda el presidente ejecutivo de la FPA.

 

Protocolo Real y Premios Princesa de Asturias

Presidencia de la reunión de los patronatos de la FPA con los reyes de España. A la derecha de Felipe VI los altos responsables ejecutivos de la fundación, y a la izquierda de la reina, los altos cargos asturianos por el orden de precedencias.

¿A qué se debe este cambio? Todo tiene su explicación y además viene muy bien analizarlo porque es el típico caso de personalizar las precedencias en un evento de la Casa Real con una fundación privada. Continúe Leyendo…

Premios Princesa de Asturias, COVID frente a sentimiento

El mismo día que España marcaba el máximo número de personas que daban positivo de la COVID en todo el período de la pandemia, la Fundación Princesa de Asturias se enfrentaba al difícil reto de celebrar su ceremonia de entrega de los galardones que llevan el nombre de la heredera de la Corona, en un escenario diferente al habitual en Oviedo. El Hotel de las Reconquista y su salón Covadonga fue la alternativa al histórico Teatro Campoamor, que durante 39 ediciones albergó este evento. La falta de público, la severidad de las medidas sanitarias cumplidas a rajatabla, la ausencia de premiados importantes y la estrechez del espacio puso muy complicada la celebración de esta ceremonia, siempre fundamentada en la solemnidad y el sentimiento.

La Fundación buscó una alternativa que consideramos razonable, pero he echado de menos “cosas” que en tantas ediciones que he vivido no he sentido la mismas sensaciones. La situación, el guión y el espacio dejó en segundo lugar el sentimiento universal tan importante para este acto. La organización fue buena como siempre, pero algo no conectó con ese espíritu que tanto emociona en cada cita. Aunque sea imputable a la pandemia, hemos echado de menos los momentos que tan importantes eran para el que fuera su primer director, Graciano García: ver en el evento la imaginaria fotografía anual del reconocimiento a los esfuerzos de colectivos por lograr un mundo mejor, en convivencia y en paz.

Doy fe del extraordinario trabajo de los responsables de protocolo y del conjunto de personas que trabajan anualmente para hacer posible este evento, que desde el punto de vista protocolario ha sido casi impecable. Pero el resultado del guión, la escenografía y el espacio no han contribuido a una ceremonia que este año más que nunca debía mantener la solemnidad y la emoción que requiere, a sabiendas de que la sobriedad era necesaria. Pero solemnidad, reconocimiento y emoción no están reñidos con la austeridad y la sobriedad. Podrían haber convivido. Ni tan siquiera los preciosos discursos me han motivado, aunque fueron realmente magníficos. Continúe Leyendo…

Los Premios Princesa de Asturias cambian de formato por la Covid-19

Al inicio del confinamiento por la pandemia del Covid-19 señalé en mis redes públicas que la gran cara de medir en la incidencia de los grandes eventos, vendrían de la mano de dos actos importantes para nuestro país: la fiesta nacional del 12 de octubre y la entrega de los Premios Princesa de Asturias, el 16 de octubre, que tienen confirmada la asistencia de los reyes y la heredera. Nuestros peores augurios se han cumplido. A la ya conocida suspensión del desfile militar, se une el anuncio que hoy ha hecho la Fundación Princesa de Asturias de modificar radicalmente su formato, para poder garantizar las medidas de seguridad exigidas en eventos masivos de este tipo. Los premios no se entregarán en el Teatro Campoamor, se reducirá drásticamente el número de invitados, se suspenden el almuerzo y el cóctel y no será obligatorio para los galardonados la asistencia para recoger su escultura. También afecta a la organización de las actividades complementarias integradas en la Semana de los Premios y el acto de entrega del Premio Pueblo Ejemplar de Asturias que reduce el aforo sólo para los vecinos del pequeño pueblo del Principado, Somao.

Premios Princesa de Asturias

Imagen de la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias en la anterior edición de 2019, en la que habló por primera vez la heredera de la Corona, la princesa Leonor de Borbón.

Continúe Leyendo…

Premios Princesa de Asturias: el protocolo no fue el protagonista

“Vuestras obras nos recuerdan que hay millones de personas que piensan y actúan para que el mundo sea mejor”. Más allá de su vinculación con la tierra que lleva el título de la heredera de la Corona de España, Leonor de Borbón quiso el pasado viernes, en el Teatro Campoamor de Oviedo, dejar huella con su primer discurso. La esperada ceremonia de esta 39 edición de los galardones asturianos, con presencia por primera vez de la Princesa de Asturias, no fue sólo un ejercicio de protocolo y puesta en escena de la heredera, sino la concatenación de un “sinfín” de mensajes que con el tiempo se irán desgranando en su totalidad (o al menos comprendiendo). Hubo una clara escenificación de cómo el rey Felipe VI entiende la proyección del “núcleo duro” de la Familia Real en la actualidad. Más allá del protocolo adaptado para la ocasión, los premios no variaron su ceremonial, precisamente para acreditar la continuidad normalizada, pero dejando múltiples detalles para demostrar que esta Familia no ha venido para generar “dulces postales”, ni alimentar el “glamour” de quienes siguen sin saber que la España constitucional de hoy exige a los reyes y sus hijas dejar la “corona” en casa y ponerse el traje de faena para trabajar por la convivencia y el futuro mejor de todos. Ni tan siquiera su primer discurso como Princesa fue el protagonista, sino la conjunción de todos los factores que rodearon la presencia Real en los actos de esta edición: palabras, gestos, complicidad, unidad, cercanía, naturalidad, mensajes y una sensación continua de no ser “reos del protocolo”. Continúe Leyendo…

Felio Vilarrubias, “padre” del protocolo moderno

No me gusta redactar obituarios de personas que han sido colegas en la profesión y con las que he tenido un trato muy especial durante muchos años, porque siempre he tenido miedo a dejar cosas importantes en el tintero, y más cuando tienes que referirte a una persona que ha marcado un antes y un después en la vida profesional de muchos técnicos de protocolo, entre los que me incluyo. El fallecimiento este lunes en Barcelona de Felio A. Vilarrubias i Solanes (1921), excelentísimo por norma (estaba en posesión de diferentes condecoraciones, entre ellas la Gran Cruz del Mérito Civil) y por trayectoria (su legado traspasa la propia excelencia), es una de esas pésimas noticias que, aunque esperadas (cumplía los 98 en menos de un mes), nunca deseas que lleguen. Esta mañana se ha abierto su capilla ardiente en la ciudad Condal y mañana se celebrará la misa funeral. Pero he pensado en escribir unos sencillos párrafos sobre esta persona humilde, afable y de extraordinaria referencia para muchas generaciones, porque puede ser que algunos jóvenes, aunque hayan tenido acceso a parte de sus obras, desconozcan su papel esencial en el protocolo de nuestro país, especialmente en la segunda mitad del siglo XX.

Protocolo Felio Vilarrubias

Felio A. Vilarrubias i Solanes, en una imagen de las múltiples entrevistas concedidas a los medios de comunicación.

Continúe Leyendo…

El ROI de los Premios Princesa de Asturias

ROI Princesa de Asturias

Panorámica general del Teatro Campoamor de Oviedo, durante la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias de 2017, un evento que deja un ROI muy favorable.

La Fundación Princesa de Asturias gastó en 2017 en los eventos relacionados con la entrega de los Premios que lleva el nombre de la heredera de la Corona y que se entregaron en octubre pasado en Oviedo, casi cuatro millones de euros. Algunos pueden pensar que es un gasto excesivo, pero si a este guarismo añadimos que dejó un Retorno de la Inversión (ROI) de 61 millones de euros en impacto mediático y un nivel de audiencia acumulada de 1.466.562.000 personas solo en España, la cosa cambia mucho. Así se refleja en la Memoria Anual de 2017 que el pasado 1 de junio fue presentada al Rey de España en el transcurso de una reunión del Patronato celebrada en el Palacio de El Pardo, en Madrid. Dicho documento recoge, igualmente, que su página web recibió 650.903 visitas de usuarios de 168 países de los cinco continentes, que más de un millón de personas siguieron la retransmisión en tiempo real a través de Snappy TV, 545.864 visualizaciones en YouTube, más de dos millones de impactos en Twiter y casi tres millones en Facebook. A estos datos habría que sumar el impacto económico global que por ejemplo en el año 2011, según un estudio de Deloitte S.L., por cada euro gastado por la Fundación se generó 1,6 euros de PIB en el Estado.

Podemos concluir claramente que estos Premios no sólo aportan prestigio por su gran ceremonia cultural, sino que, además de trascendencia mediática nacional e internacional, produce beneficios al conjunto del país. Es clave en el mundo de los eventos hoy tener en cuenta los resultados que producen para determinar si es un gasto, una inversión, si produce beneficios específicos o globales o, en otros casos, resulta un negocio directamente. Pero para medir el ROI es necesario planificar los eventos incorporando ítems organizativos capaces de permitir la medición correcta. A nivel empresarial cada vez se tiene más en cuenta esto, pero desgraciadamente en el ámbito institucional es raro encontrase con algún caso. Este es otro aspecto que debe cambiar mucho en la industria de los eventos en todo el mundo. Continúe Leyendo…

¿Protocolo politizado en los Premios Princesa de Asturias?

La ceremonia y el protocolo del acto en sí de entrega de los Premios Princesa de Asturias no puede calificarse de otra manera que de exitosa. No hay apenas pegas trascendentales que poner, ni que merezca la pena comentar, y, por lo tanto, felicitamos en consecuencia a todos sus organizadores. Sin embargo, hay algunas cuestiones extra ceremonia y de contenidos de la misma que sí deben ser objeto de alguna reflexión. Este acto de entrega de los galardones, que ha cumplido su 37 edición, ha pisado el peligroso terreno del uso político, algo que hasta ahora había sido la línea roja. Siempre los organizadores, con la Casa Real al frente, han frenado la presión de los políticos por instrumentalizar la más importante ventana de España al mundo. Oviedo fue cita un año más de ese mundo que quiere vivir en concordia y en paz, que busca la justicia, la solidaridad y el progreso a favor de un mundo mejor para todos y lo hace desde la aportación de todos los ámbitos del conocimiento y la actividad. En mis 33 años de trabajo en el servicio de protocolo de la Fundación Princesa de Asturias, el entonces mi director Graciano García (creador y fundador de estos galardones) siempre me insistió en no cruzar esa frontera. Soy testigo de las muchas presiones que soportó procedentes de todos los rincones políticos de nuestro país (por ejemplo al presidente Felipe González, no se le permitió hacerse la foto con el presidente brasileño, Lula da Silva cuando recogió su premio, y hubo de conformarse con un encuentro en el Hotel de la Reconquista, lo que hizo que González no acudiera luego al Teatro). Tuve un director muy plantado en ese convencimiento, y gracias a él estos premios cuentan con el prestigio que tienen. Pero el acto de ayer, por muy emotivo, bonito y elegante que haya sido, ha pisado una “china” que le puede hacer herida. Cuando el objetivo es generar la “postal del reconocimiento universal a favor de la sociedad global”, a través de un conjunto de premiados, permitir ciertas acciones que responden a criterios de política doméstica le hace perder su verdadera esencia. Continúe Leyendo…

Protocolo para los Premios Princesa de Asturias: mirando al futuro

PanorámicaAcceso de los premiados al inicio de la ceremonia de 2015.

Oviedo (Principado de Asturias, España) albergó ayer una nueva edición de los Premios Princesa de Asturias (antes Príncipe de Asturias), en la que se entregaron los ocho galardonados que anualmente concede en el transcurso de una ceremonia que alcanza la perfección organizativa (y por ello hemos de felicitar una vez más a sus organizadores). Pero al margen del éxito incuestionable, es bueno dar un paso más con el ánimo de contribuir a su mejora y plantearse algunos interrogantes y cuestiones técnicas que no buscan desmerecer el éxito de esta edición y anteriores, que sitúan a la capital asturiana en el epicentro mundial de la cultura y la defensa de los valores humanos que fomentan la solidaridad, la convivencia, la justicia y la paz, sino contribuir a su crecimiento (desde las aportaciones dle protocolo). Reflexionamos a través de varias pinceladas. Continúe Leyendo…

Premios Príncipe de Asturias: protocolo para emocionar

Banderas premiados buena

El acto de entrega de unos premios debe transmitir emoción. Se hacen para conmover el ánimo. Su pretensión inicial es la de reconocer unos méritos, pero éstos deben generar la aceptación general más allá de la decisión de un jurado. Si el galardón es justo el público se emociona, porque normalmente los méritos que aportan los premiados no dejan indiferentes a quienes observan el acto. Su relevancia y valor genera esa sensación de que realmente estamos ante un hecho excepcional y como tal la emoción salta a borbotones. Emoción en quienes lo reciben por verse reconocidos por su aportación singular en la disciplina en la que trabajan y emoción en los públicos porque se sienten parte de quienes reconocen. Conjugar ambas “motividades” es la esencia (o debe serlo), más allá de la formalidad, de la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias hasta ayer a las 19,55 horas de España y desde entonces Premios Princesa de Asturias, título de la actual heredera Leonor de Borbón y Ortiz, nueva presidenta de honor de la Fundación también rebautizada Princesa de Asturias.

En consecuencia todos los aspectos organizativos y de contenidos de estas ceremonias deben dirigirse a lograr aquellas sensaciones. El protocolo, los discursos, los gestos, la escenografía, la producción, etc. Tienen que transmitir necesariamente todos los conceptos que llevan consigo un homenaje. Si no es así se está sustrayendo lo fundamental. Si alguien de los que siguió la ceremonia bien presencialmente o a través de los medios de comunicación o redes sociales ha quedado indiferente es que algo ha fallado o estamos ante públicos sin sensibilidad alguna (que de todo hay, desgraciadamente). Nadie con un mínimo de sentimientos pudo ayer evitar emocionarse en alguna fase de la ceremonia en la que los gestos y las palabras penetraban en el corazón.

Desde el mismo discurso del Rey (solo en dos ocasiones ha hablado un rey en el acto de Oviedo, en 1984 Juan Carlos I en ausencia del entonces Príncipe por sus estudios en Estados Unidos, y el de ayer con Felipe VI), o las palabras pronunciadas por los premiados, sus gestos de agradecimiento al recoger el galardón, su natural etiqueta sin cortapisas más allá de los mínimos recomendables, la solemnidad de los himnos a través probablemente de las versiones que más ponen la carne de gallina (gaita), la presencia discreta pero bien sentida de las reinas (la titular y la honorífica), la presencia de autoridades nacionales e internacionales, todo ello debidamente armonizado bajo un correcto protocolo flexible son esenciales para que la ceremonia de Oviedo sea capaz de trasladar al mundo lo que significan sus premios: la foto anual del reconocimiento universal a un grupo de personas que trabajan por la paz, la justicia y la convivencia. Y cada uno desde sus diferentes ámbitos del conocimiento y el trabajo. Debe de transmitir que tan importante es descubrir la vacuna contra el ébola que facilitar el entendimiento entre las personas a través de la sana práctica del deporte. O que es tan importante dar belleza a edificios singulares que haber hecho felices a muchas generaciones a través de Mafalda. Todos son importantes y necesarios, aunque luego cada espectador pueda priorizar. En esa visión de conjunto se basa el éxito de la ceremonia ovetense, año tras año, tras su primera entrega en 1981. Y por eso no hay un protocolo definido en el ordenamiento de los premiados, que cada año se ubican de acuerdo a criterios de equilibrio que establece la Fundación.

Caddy Adzuba Concordia

No precisa de una gran producción escénica, ni de un severo protocolo para conseguirlo. Basta con alcanzar esa correcta armonía entre el espacio y el ceremonial para lograr el cumplimiento de los objetivos. De hecho la Fundación Princesa de Asturias apenas realiza cambios de un año para otro ni en su puesta en escena, ni en su protocolo, porque es consciente de que quizá la fórmula no requiera más que la estricta actualización que impone los tiempos. Sencillamente porque el éxito reside en la fuerza de los gestos –que hay que trabajarlos mucho, no se improvisa tan fácilmente- y en la fortaleza de las palabras que tanto galardonados como Rey/Príncipe lanzan a los cuatro vientos desde el atril del escenario. La fórmula funciona porque hay detrás un buen protocolo, el que no parece sentirse y que, sin embargo, como una mano invisible conduce todo sin exhibirse.

La ceremonia de esta 34 edición, como la mayoría de las celebradas en los últimos veinte años, me ha emocionado mucho. He sentido la fuerza que trasladaban ese puñado de hombres y mujeres y he visto a un Rey con un discurso tan profundo con mensaje, tan de valores humanos y tan de papel de jefe de Estado comprometido con la realidad de su país, descrito con una belleza extraordinaria y expuesto con un espectacular saber estar de un FelipeVI que se sometía a una nueva reválida tras su proclamación. Muchos saben lo que para él representa esta Fundación que ha hecho suya totalmente (le costará pasar los trastos a su hija en su momento, ayer ya lo pudimos comprobar anecdóticamente) y a la que siempre se ha agarrado para posicionar públicamente al Heredero y exhibir desde una buena plataforma sus pensamientos, creencias y apoyo a toda causa que vaya en beneficio de la sociedad. El diario El País, en su edición de esta mañana, dedicaba nada menos que su editorial a la figura Real con ocasión de su intervención en el Teatro Campoamor. Bajo el título “Mejor juntos” terminaba con este párrafo:

La España actual requiere de un Rey que le hable de los problemas que le angustian y que se implique con los ciudadanos en la búsqueda de una solución, no de un monarca feliz en la distancia de su mundo propio. Ayer se escuchó a un Felipe VI mucho más próximo a lo que reclamamos: enérgico frente al desencanto, resuelto ante los profetas del catastrofismo, atento y preocupado por la división que los problemas políticos y económicos causan. Sería deseable que este discurso fuese el inicio de una nueva etapa en la trayectoria del Rey, a quien se le recomendó desde varias esferas un inicio prudente para no despertar reacciones contrarias. Hoy no puede haber mejor recomendación que la de animar a don Felipe a ganarse cada día el trono, como su padre le enseñó.

Frank Gehry

La magia del protocolo

El protocolo del acto que vivimos ayer respondió al esquema habitual. Prácticamente la misma puesta en escena que ya la hace singular (con ver una foto ya se sabe lo que es) y la distingue frente a otros actos de reconocimiento. A esta ceremonia le ocurre lo mismo que a los grandes clubes de fútbol de éxito: son inimitables. Se puede aprender mucho de ella, incluso se inspira uno para buscar aplicaciones en otros eventos, pero no es posible copiarla, ni mucho menos pretender parecerse. Nunca se lograría. Ha conseguido dar con la tecla, claro está que ha costado más de treinta años de intensos y arduos trabajos.

Es una ceremonia sin errores que merezcan la pena destacar, porque aunque los hubiera la fuerza final de los mensajes y los gestos termina por ocultarlos o convertirlos en meras anécdotas, cuestión ésta que además es favorable porque le da ese necesario toque de humanidad. Sus protagonistas son personas y las personas a veces “tropezamos” sin pretenderlo. Desde mi experiencia de tiempos atrás he llegado a pensar que muchas de esas “anécdotas” no responden a saltos en el protocolo, sino a calculadas actuaciones desde la espontaneidad. Cada edición tiene su anécdota, y la de este año fue la “supuesta”confusión del Rey a la hora de convocar los premios 2015 donde su protagonismo durante 34 años le jugó la mala pasada de referirse en primera instancia a los Premios Príncipe de Asturias, para con gesto simpático y natural corregir y señalar Premios Princesa de Asturias. La situación permitió además dar un poco de juego a la Reina que le dio un beso. Queriendo o sin querer –a veces pienso que lo hace a sabiendas- la frase más esperada por lo que significa de relevo generacional en la Fundación no será olvidada nunca y todos, todos, ya saben que desde ayer los Premios se pronuncian en femenino y que la heredera Leonor asumirá pronto su total protagonismo, eso sí bajo la tutela de sus padres hasta que cumpla su mayoría de edad y jure la Constitución ante las Cortes Generales.

Beso Princesa

Marathon buena

No fue una improvisación que el seleccionador nacional Vicente del Bosque buscara al otro míster, Luis Aragonés, para que se uniera al conjunto nacional más laureado de la historia de esta disciplina deportiva. Tampoco fue una casualidad que Bárbara Hendricks en el año 2000 improvisara a capela un canto a favor de libertad, ni que Rabín y Arafat se abrazaran en el coliseo ovetense, ni que los científicos rivales Gallo y Montagnier que se disputaban la titularidad de sus avances en el diagnóstico, prevención y tratamiento de la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia y el Sida se reconciliaran públicamente con un solvente apretón de manos sobre las tablas del Teatro, ni que las víctimas del Holocausto nazi se emocionaran hasta las lágrimas, nio que los maratonianos de Nueva York simularan la carrera ayer, por citar algunos ejemplos más cercanos en la memoria. No son casualidades porque el protocolo dispuesto conduce a ello y aunque en ocasiones ya esté previsto en otras sin preverlo se sabe que ocurrirá porque el diseño protocolario de la ceremonia terminará por provocarlo. Esa es la magia que en muchas ocasiones el buen protocolo puede crear.

Grandes aciertos, escasos errores

Si la ceremonia ha salido bien y se han conseguido los objetivos, el protocolo no debe ser criticado, y si en las líneas que siguen se hacen referencia a algunos de ellos entiéndase que solo se busca el afán de contribuir al camino de la perfección de este evento (palabra que se queda escasa cuando se hace referencia a esta solemnidad humana que gira sobre esta cita anual). Hay que reconocer que el protocolo en general se ejecutó en lo fundamental con un acierto espectacular y que en su edición de 2014 se ha aplicado bien y de forma sencilla, como corresponde. Por lo tanto, hay que felicitar a sus organizadores y animarles a que sigan por esa línea.

Ni el evento más perfecto se escapa a los errores. El gran acto de referencia protocolaria de España como es la entrega de estos premios, tampoco se escapa de los riesgos de los errores, pero todos ellos no han influido en el resultado final que es lo que importa. Supuestamente se equivocó el Rey a la hora de convocar la siguiente edición, no se calculó bien la posición en el atril cuando habló desde su silla de ruedas el genial Quino, ni tampoco su acceso al escenario fue programado con la misma solemnidad que el resto, la maestra de ceremonias anunció antes de que sonara el himno de Asturias la salida de los premiados (cuando debería haberlo hecho después), la bandera de España en el lateral detrás de los galardonados no estaba en el lugar correcto de acuerdo a la filosofía de su presencia, la decoración floral sigue siendo la asignatura pendiente de esta Fundación que recarga innecesariamente el escenario, la duración del Himno Nacional se quedó lejos de los 52 segundos que manda el Real Decreto correspondiente, las escaleras de acceso al escenario siguen siendo un problema para las mujeres que llevan vestido largo ceñido como el caso de Caddy Adzuba, premio de la Concordia, excesiva presencia de autoridades en el escenario, especialmente del gobierno de la nación. Bueno son algunas de las cuestiones que pueden resaltarse, pero ninguna de ellas, insistimos, es relevante desde el punto de vista protocolario, salvo algunos que pasamos a comentar.

Premiados general

Banderas premiados buena

La bandera de España que se coloca detrás de los galardonados cuando entre ellos hay algún español, debe ubicarse en el orden alfabético establecido –desde la edición 33 en español-. No por celebrarse en España hay que dar prevalencia a la bandera que se coloca en honor del representante de nuestro país. Eso es un error, porque desequilibra el concepto de igual importancia a todos los galardonados. La bandera oficial de España ya se sitúa en su puesto de honor y prioritario a ambos lados de la presidencia, junto a las enseñas asturiana y europea. Ahí sí que debe ser la primera, pero no en la otra hilera de vexilos. Este error cometido ayer es importante para los protocolarios –irrelevante para la mayoría de la sociedad- y se produce cuando no se entiende muy bien el por qué de su presencia. Ha habido ediciones donde el vexilo nacional no estaba, sencillamente porque no había galardonados españoles. Eso evidencia que la presencia o no de la misma responde a ese criterio, luego en consecuencia su colocación es como una bandera más junto al resto de países y su puesto obedece al orden alfabético elegido.

Cambios necesarios de acometer

No es culpa de los responsables de protocolo, pero pienso –como lo he pensado siempre- que las autoridades y numerosas personalidades que ocupan asiento en el lado izquierdo de la presidencia del acto en el escenario no deberían estar. Parece duro decirlo así, sin más, pero en razón a la filosofía del evento, no aporta nada su presencia y sí en cambio llena en exceso un espacio en el que deben de lucir exclusivamente los galardonados, los reyes y la fundación anfitriona, y en ese orden. Sinceramente, abogo y estoy convencido que más tarde o temprano así se hará, para que tanto las primeras autoridades (ayer Vicepresidenta del Gobierno, ministros de Asuntos Exteriores, Fomento y Educación, Cultura y Deportes, Presidente del parlamento asturiano, Delegado del Gobierno y Alcalde de la Ciudad, como los embajadores de los países de los galardonados y premiados de ediciones anteriores, deberían ubicarse en un lugar especial y de privilegio pero fuera del escenario.

En ese lado izquierdo deberían colocarse solamente los jurados, representados por sus presidentes, y los altos cargos de la fundación anfitriona (Directora, Secretario General y Director Emérito Vitalicio), y por precepto legal, el séquito que acompaña a los Reyes (ayer el Jefe de la Casa de S.M. y el Jefe de la Secretaría de la Reina). Y nadie más. Autoridades, para un lugar de honor en la zona de público, como la reina Sofía. Premiados de ediciones anteriores, para otro palco de honor. Soy consciente de que cada año se “limpia” más de personas esta zona, pero debería darse ya el paso decisivo de prescindir de casi todos. ¿Para qué poner autoridades si el acto ya lo preside quien nos representa a todos los españoles, el Rey? ¿Por qué tantos ministros, algunos de ellos sin una justificación clara? La fórmula es clara: presidencia donde corresponde, galardonados a su derecha, y anfitriones (directivos y jurados) a su izquierda. Y es suficiente. Los demás sobran en esta zona.

Reyes

Otro cambio que la Casa de S.M. debía resolver ya de una vez. Me consta que la Fundación lo ha intentado en numerosas ocasiones, pero sin éxito. La presencia del ayudante de campo del Rey, tras la presidencia, es excesivamente llamativo en el tiro de cámara. Es cierto que juega un papel relevante a la hora de entrega de los diplomas, pero para eso hay soluciones. Durante la ceremonia, el ayudante debería ocupar un lugar más discreto, ladeado, y solo en el momento de dar el pergamino que el Rey ha de entregar al galardonado debe entrar en la zona de la mesa de la presidencia. Si no se corrige esta situación seguirá llamando mucho la atención la presencia de un militar ayudante, precisamente en un acto que habla de paz y convivencia (con esto que no se ofendan nuestros militares que soy consciente de que su misión fundamental es garantizar la paz). Tiene solución fácil; falta solo la voluntad de hacerlo.

Llegada premiados

La presencia de los gaiteros junto a la fachada del Teatro y en lugar muy visible en la explanada, debiera requerir la búsqueda de una posición un poco más retirada (pero sin que pierdan visibilidad) para que la entrada de los premiados y de la Familia Real sea más lucida y no se estreche tanto la proyección de la imagen que se transmite.

Científicos 2

Es hora ya de que la Fundación disponga otro formato de atril. El que usa ha cumplido ya su misión histórica y necesita otro formato que evite esa sensación de mueble que separa excesivamente. Debe prescindir de una decoración floral que termina por recargar excesivamente el fondo del escenario. No le aporta gran cosa y en ocasiones le perjudica mucho. Hoy hay múltiples soluciones para evitar esa gran mancha azul del fondo del escenario. Por cierto, a esa trasera le falta una frase que en muy pocas palabras resuma la filosofía de estos premios. Daría muchas más fuerza al evento.

Foto general

Por la misma razón abogaría por retirar los dos centros florales dispuestos por delante de la mesa y en sus extremos, que obedece exclusivamente a la necesidad de tapar la cámara robotizada que dispone RTVE, entidad encargada de ofrecer la señal institucional. Valorando el uso que hace de ella los realizadores, no justifica que la mesa se vea condicionada por dos complementos que no quedan bien.

Yendo más lejos, pienso que es necesario prescindir del punto de fotografía reservado a los gráficos en el escenario. Aunque me consta los esfuerzos que la Fundación hace para limitar al mínimo el número de periodistas, sigue siendo muy alto. Aunque decisiones drásticas en este caso siempre generan el malestar de los periodistas, lo cierto es que su presencia desmerece la solemnidad del acto (entiéndase que no vamos por lo personal). Si en mis manos estuviera, reduciría la presencia a uno o dos fotógrafos de la Fundación, responsables de recoger las imágenes desde ese punto –especialmente el momento de la entrega de diplomas- y ponerlas inmediatamente a disposición de todos los medios.

Hay que buscar una solución de accesibilidad al escenario para discapacitados. Las escaleras de acceso, además de impedir que galardonados con limitaciones físicas puedan disfrutar de la misma solemnidad que el resto de compañeros de viaje, son peligrosas e incómodas para todos los premiados, muchos de los cuales por razones de edad tienen severos problemas a la hora de subir y bajar. No es fácil, conociendo el teatro, encontrar una solución sencilla, pero hay que encontrarla porque España no puede transmitir al mundo una posible incapacidad para resolver algo tan delicado como la accesibilidad. Y si ello implica la disposición de una rampa, aunque sea en perjuicio de la pérdida de aforo en las primeras filas, no quedará más remedio que hacerlo. Seguro que los arquitectos encontrarán soluciones que garanticen, además, la seguridad de todos los que hagan uso de la rampa. Quizá es hora de que el Ayuntamiento ejecute una pequeña obra que permita levantar y bajar una rampa desde el suelo con las medidas necesarias para evitar una excesiva inclinación.

Discurso Presidente

La entrega del pergamino/diploma a los premiados está bien, pero pienso que es hora ya de pensar en que lo que debiera entregarse a los premiados es la preciosa escultura de Miró, cuestión que no se ha hecho nunca por su excesivo peso (se muestran a ambos lados de la presidencia y que tras la ceremonia se envía a los domicilios de los galardonados). Se prescindió en su momento del sobre con el cheque de la cuantía del premio (no tenía sentido alguno) y creo que ahora llega el turno de hacer valer la obra de arte del genial escultor español, Joan Miró. Hay soluciones prácticas para ello. Ver a los premiados recoger el premio y salir a saludar al público con un diploma enrollado evidencia aún más una de las debilidades de estos premios, su baja cuantía frente a otros reconocimientos.

Igualmente, el Rey en su discurso debiera prescindir detanto vocativo al principio de su discurso. Pienso que con un genérico Majestad, en honor a la Reina honorífica, al anfitrión de la ceremonia, a los galardonados, a las señores y señoras autoridades y al público es más que suficiente. Ese formalismo inicial no va en línea con el fuerte calado de su discurso y el tono humanista del mismo. Y además porque con ello se da excesiva relevancia a quien en ese día no la debe tener.

Todos estos cambios y otros, son necesarios de acometer de forma progresiva, pero la solemnidad y belleza de la ceremonia, exige ya que al menos algunos de los aspectos comentados se corrijan. Obviamente, todo en su tiempo y en su momento, pero mejoraría mucho la estética de la ceremonia si se atajara lo que aquí exponemos y que personalmente he defendido, sin éxito, durante mi responsabilidad como director de protocolo de la ceremonia.

Gestos protocolarios relevantes

El acto de ayer estuvo cargado de gestos emotivos e interesantes. También había especial interés en saber si la condición de rey de Felipe de Borbón, supondría una buena excusa para acometer cambios de calado en la ceremonia. Como señalábamos al principio, no los ha habido. Tampoco era el momento. Cualquier novedad llamativa podría haber quitado protagonismo a quien más había que darselo, pues no siempre estos premios gozan de la presencia del Jefe del Estado.

Pero sí hubo algunos detalles o gestos protocolarios destacables. La interpretación del himno en su versión larga (52 segundos que se quedaron en 45, pero eso reconozco que con las gaitas atinar es complejo) sustituyó a la tradicional versión corta de 27 segundos que corresponde al heredero. Por la misma razón, la entrada de Felipe VI y Letizia Ortiz fue anunciada como Sus Majestades los Reyes de España, frente a la fórmula tradicional de Sus Altezas los Príncipes de Asturias. El Rey no hizo inclinación de cabeza como acostumbraba como heredero al llegar al escenario y girar hacia el palco de la Reina hoy honorífica, Sofía de Grecia. No obstante, el Rey tuvo el bonito gesto de girarse hace ella y saludarla con la mirada. Creo que era crucial ese detalle y quedó muy bien resuelto.

Otro cambio han sido los sillones utilizados por los Reyes. Hasta ahora, los entonces Príncipes utilizaban unos sillones en cuyo respaldo figuraba el escudo de Armas del Heredero. En la ceremonia de ayer, se prescindió, y creo que con acierto, de símbolo alguno. Iguales sillas que las de los otros dos concurrentes en la mesa: el Presidente del Principado deAsturias y el Presidente de la Fundación (anfitrión). Por supuesto, otro cambio ha sido el guión que llevaba en el coche Felipe VI. Como le corresponde lució el suyo de Rey, desplazando al azul habitual que lucía como Príncipe.

Coche oficial Rey

Obviamente, el recibimiento ha cambiado. Hasta ahora la Reina Sofía era la primera en llegar y ser recibida en el Teatro y encabezaba la comitiva hasta su acceso al palco. La Reina honorífica supo asumir su papel relegado y ocupar el tercer puesto, dejando la prioridad a los reyes titulares. Sin embargo, pese a la discreción que en todo momento quiso tener la esposa de Juan Carlos I, el rey Felipe VI tuvo numerosos detalles tanto en los movimientos protocolarios como en el discurso para disminuir el impacto de ese “relegamiento” institucional. Lo cierto es que el Rey supo manejar de forma impecable esta siempre difícil cuestión.

Caddy Adzuba Concordia2

Por primera vez lució en la parte delantera del paño que cubría la mesa presidencial la Corona de Rey, quedando en el armario la habitual corona de Príncipe que volverá utilizarse cuando Leonor asuma su rol en esta ceremonia.

En fin pocos cambios protocolarios derivados de la presencia de un Felipe como rey no como príncipe. El principal: creo que por primera vez pronunció un discurso que realmente caló en la gente, como acreditan todos los titulares de los medios de comunicación que hemos ojeado esta mañana. Esta vez el teleprompter funcionó con normalidad y el Rey hizo una exhibición de saberlo utilizar con una naturalidad espectacular que hizo pensar durante mucho tiempo que realmente tenía el discurso memorizado (pero no, leyó el que estaba previsto).

Reiteramos nuestra enhorabuena a los organizadores, y sirvan estas reflexiones como una modesta aportación pensando en el futuro de estos grandes premios que en muy pocos años se han convertido en la gran ceremonia de referencia cultural y de la paz del mundo. En eso, ha ganado ya claramente la partida a los Nobel (aunque la Fundación nunca ha querido compararse, porque sencillamente su marco y terreno de juego es otro). Pero la gente si que lo hace y por eso hay que señalar claramente que la belleza y estética de estos premios españoles superan a los de la academia sueca y noruega.

Ver cerermonia completa en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/premios-principe-de-asturias/