Premios Princesa de Asturias: el protocolo no fue el protagonista

“Vuestras obras nos recuerdan que hay millones de personas que piensan y actúan para que el mundo sea mejor”. Más allá de su vinculación con la tierra que lleva el título de la heredera de la Corona de España, Leonor de Borbón quiso el pasado viernes, en el Teatro Campoamor de Oviedo, dejar huella con su primer discurso. La esperada ceremonia de esta 39 edición de los galardones asturianos, con presencia por primera vez de la Princesa de Asturias, no fue sólo un ejercicio de protocolo y puesta en escena de la heredera, sino la concatenación de un “sinfín” de mensajes que con el tiempo se irán desgranando en su totalidad (o al menos comprendiendo). Hubo una clara escenificación de cómo el rey Felipe VI entiende la proyección del “núcleo duro” de la Familia Real en la actualidad. Más allá del protocolo adaptado para la ocasión, los premios no variaron su ceremonial, precisamente para acreditar la continuidad normalizada, pero dejando múltiples detalles para demostrar que esta Familia no ha venido para generar “dulces postales”, ni alimentar el “glamour” de quienes siguen sin saber que la España constitucional de hoy exige a los reyes y sus hijas dejar la “corona” en casa y ponerse el traje de faena para trabajar por la convivencia y el futuro mejor de todos. Ni tan siquiera su primer discurso como Princesa fue el protagonista, sino la conjunción de todos los factores que rodearon la presencia Real en los actos de esta edición: palabras, gestos, complicidad, unidad, cercanía, naturalidad, mensajes y una sensación continua de no ser “reos del protocolo”.

 

A pocos minutos de finalizar la ceremonia, escribía en mis redes sociales: “En 39 años de Premios Princesa de Asturias nunca sentí tanta emoción y sentimiento por estos galardones en los que hoy la Princesa ha tomado la alternativa. Hoy los reyes y sus hijas han escenificado que dentro del protocolo hay espacios para bajar la Corona a pie de calle y devolver la necesaria naturalidad de los tiempos actuales. Buenos discursos de la heredera y del Rey que han renovado su compromiso en defensa de una España moderna, culta y comprometida con los desafíos del futuro. Y la presencia de la infanta Sofía, siempre integrada, en la mesa presidencial un acierto necesario. Queda claro quién de verdad es la Familia Real del futuro próximo. Y una necesaria referencia a la Reina honorífica que una vez más ha sido fiel a la cita y no ha podido reprimir la emoción de sentir orgullo de su hijo y nieta. Muy emocionado por este histórico acto que marca ya un antes y un después”. Eso me salía del alma en caliente, pero ya en frío no encontraría unas frases mejores.

Protocolo esperado

El protocolo respondió a lo esperado. Los reyes presidieron, como no podía ser de otra manera, y la Princesa ocupó el lado derecho del Rey –puesto de la heredera-, mientras que la segunda descendiente lo hacía al lado de la Reina. Cerraban la mesa presidencial el Presidente del Principado de Asturias y el Presidente de la Fundación Princesa de Asturias. Se había especulado mucho acerca del puesto de los diferentes miembros de la Familia Real en el Teatro, pero se aplicó el sentido común y la lógica. En un acto de estas características, y valorando el sentido del protagonismo que hasta ahora el Rey quiere dar a su esposa e hijas, no cabía otra opción que llevar a la presidencia a los cuatro citados, reservando el palco de honor para quien siendo el príncipe Felipe mayor de edad (y asistiendo a la ceremonia) siempre ha ocupado ese lugar. Hubiese quedado muy chocante ver a la infanta Sofía lejos del epicentro del evento, junto a la reina honorífica en las alturas del palco. Fue acertada la decisión porque aunque Leonor tuviera más papel por razones obvias, su hermana sigue siendo un factor clave en la imagen de esta familia. Con ello se quiso dar normalidad, dejando las tentaciones protocolarias de lado.

Lejos del boato

A diferencia del estreno en Oviedo del príncipe Felipe en 1981, padre e hija simbolizaron respectivamente el compromiso de continuidad y la aportación de nuevos aires que aunque tímidos todavía apuntan maneras. No era un día fácil para España, en la misma jornada que Cataluña vivía una huelga general violenta. En la capital asturiana se mostraba al mundo la normalidad, sin gran aparataje ni boato. Incluso las propias etiquetas parecían responder a la mayor discreción posible. Acertaron los responsables en la decisión de que la heredera hablase desde la mesa, porque llevarla al atril suponía alejarla del lado de su padre. Esa cercanía era necesaria y la imagen de permanecer unidos debía recorrer el mundo. Un gesto, además, que suponía, reservar el lugar de la palabra para el Jefe del Estado. Fue, por lo tanto, todo igual que en ediciones anteriores en cuanto al ceremonial, salvo la novedad del discurso de Leonor en la mesa (puesta de pie, claro) y el hecho de que entregase ella los diplomas a los galardonados. Pero lo hizo de pie junto a su padre, mientras el resto de los integrantes de la mesa permanecían sentados. En 1981, Felipe –también con 13 años como su hija- entregaba los diplomas mientras los reyes Juan Carlos y Sofía permanecían sentados. No debe interpretarse este gesto como “proteccionismo” ni mucho menos, sino como el lógico proceso de una transición que empieza ahora en lo que se refiere a estos galardones.

El discurso de Leonor

En un artículo como éste, pensando en la historia es necesario dejar constancia del texto del discurso de la Princesa, muy pensado, bien pronunciado y con dominio de la escena. Por ello, reproducimos a continuación el mismo:

Hoy es un día muy importante en mi vida que he esperado con mucha ilusión. Desde muy pequeña he visto el cariño y la emoción con que mis padres, Sus Majestades los Reyes, vienen cada año al Principado para presidir esta ceremonia y vivir todo lo que sucede en esta tierra durante los días de nuestros premios. Esto ya es motivo suficiente para que hoy me sienta muy feliz por estar aquí.

Mis padres siempre nos han hablado a mi hermana, la Infanta Sofía, y a mí de Asturias, de su cultura, historia y tradiciones. También de su naturaleza. Pero, sobre todo, nos han enseñado a querer y a admirar a los asturianos. Estaba pensando ahora en todo lo que vivimos durante nuestra visita a Covadonga el año pasado.

Asturias es, también, la tierra de mi madre, la Reina. Yo llevo sangre asturiana.

Es, además, la tierra que da nombre al título que ostento como Heredera de la Corona, al igual que hizo mi padre, el Rey, durante tantos años. Y lo hago con responsabilidad; me siento muy honrada con ello. Es un título que me compromete con la entrega y el esfuerzo de servir a España y a todos los españoles. En mi casa, las palabras España y Asturias siempre están unidas con la misma fuerza con que las ha unido la historia. Así lo siento en mi corazón.

Quiero dar las gracias en especial a quienes crearon esta Fundación hace casi 40 años, y a todos los que cada día le dedican su trabajo, su inteligencia y su generosidad.

Y, claro, quiero felicitar a los premiados, los protagonistas de este acto. Gracias por fomentar la cultura y la ciencia, por impulsar la solidaridad, por mejorar la educación. Gracias por trabajar para preservar la naturaleza y reducir las injusticias, la discriminación, la pobreza y la enfermedad. Estamos aquí para rendiros homenaje. Vuestras obras nos recuerdan que hay millones de personas que piensan y actúan para que el mundo sea mejor.

Me gustaría dar las gracias también a mi abuela, la Reina Sofía. Ella sabe lo importante que para mí es su presencia en esta ceremonia, que significa tanto para Asturias y para toda España. Gracias también a todos los que habéis querido acompañarnos y a los que apoyáis y ayudáis siempre a la Fundación. Este momento será inolvidable para mí. Como dijo mi padre a mi edad y aquí mismo, será un día que “llevaré siempre en lo más profundo de mi corazón“.

Vídeo íntegro en: https://www.youtube.com/watch?v=HCi8B0ios7M

“El día ha llegado”

El rey Felipe VI además de sus elogios a los galardonados, dedicó su parte final a explicar a Leonor lo que representan estos galardones:

La concesión de estos premios nos ofrece la oportunidad de homenajear a personas, instituciones y entidades que han marcado la historia de los últimos decenios y cuyo legado será fundamental en el futuro. Personas que abren nuestra cultura y trazan nuestro rumbo hacia nuevos horizontes. Por eso, esta ceremonia, tan llena de emoción y de sentimientos nobles que reviven cada año, es, sobre todo, un homenaje y tributo a la ejemplaridad. Movidos por ella, nuestra gratitud se reafirma y surge en nosotros una fortaleza que nos mueve a llevar a cabo las acciones más elevadas, a afrontar las empresas más arduas.

Todo ello es, además, una referencia fundamental para los más jóvenes, para las generaciones que han de sucedernos. Nosotros tenemos el deber de guiar sus pasos y la obligación moral de alentar sus sueños y proyectos. Tenemos el deber de proporcionarles las herramientas que les ayuden a enfrentarse a los retos y dificultades de la vida. Tenemos la obligación de dejarles un mundo mejor y de ayudarles a construirlo. Y también tenemos, en fin, la responsabilidad de fomentar en ellos el espíritu crítico, el deseo de verdad, y la capacidad de preservar los valores profundos y perennes de la cultura y el humanismo.

Por eso, querida Leonor, creo que es tan importante que pienses sobre todo lo que representa esta ceremonia y que aprecies e interiorices el mensaje que estos premios lanzan al mundo.

Sé bien que deseabas hace tiempo venir a Asturias con nosotros, para poder vivir de cerca —junto a Sofía— todo lo que sucede cada año con motivo de la entrega de nuestros premios. Pues bien, ese día ha llegado.

Hace 38 años –como tú misma has recordado− y en un día como el de hoy, yo estaba en el mismo lugar en el que ahora estás tú. Por eso, sé muy bien lo que sientes en este momento, porque estoy seguro de que es lo mismo que yo sentí: Responsabilidad, emoción y también nervios, muchos nervios. Pero, sobre todo, mucha, muchísima ilusión. Tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti y felices por acompañarte y ser testigos de este día, tan especial y único.

Tu presidencia de honor de la Fundación Princesa de Asturias corresponde al compromiso personal e institucional con España como Heredera de la Corona. Y esta celebración solemne es muestra de ese compromiso con los españoles que deberás renovar permanentemente con dedicación, espíritu de servicio, lealtad y responsabilidad; siempre con humildad, y consciente de tu posición institucional, haciendo de la Corona día a día una referencia de servicio a nuestro país, porque eso es lo que de ella esperan nuestros ciudadanos.

El año pasado, cuando te entregué el Toisón de Oro, recordarás que te dije que deberías amar la cultura, las artes y las ciencias, pues ellas nos dan la dimensión humana para ser mejores y para ayudar a progresar a nuestra sociedad.

Nuestro deseo –el de la Reina y el mío– es que todo lo que vivas esta tarde —y muchas más tardes a partir de ahora— te ayude a ello; que todos estos sentimientos e ideas te acompañen a lo largo de los años, a lo largo de la vida; que las obras y sus protagonistas premiados cada año por la Fundación, jalonen tu vida con referencias profundas y duraderas de cultura, conocimiento, valores e inspiración intelectual, en un mundo en el que inevitablemente tendrás que vivir desencuentros e incertidumbres.

La obligación de servir a España y a los españoles debe ser el mayor orgullo y el máximo honor que puedas alcanzar. Tu deber será actuar siempre con el ánimo esperanzado, con coraje y con valentía; creciendo en responsabilidad, en bondad, y en ejemplaridad.

Hoy, cuando por primera vez nos acompañas en este acto, me gustaría terminar mis palabras transmitiéndote a ti, a tu hermana y a toda vuestra generación, un mensaje de confianza. Esa confianza tan necesaria que cada año sentimos renacer en este Teatro gracias a nuestros galardonados, a su gran ejemplo y a su extraordinaria obra, a su entrega a las causas más nobles, a su amor por la solidaridad y por la libertad. Gracias, en definitiva, a su nobleza de espíritu, que tanto deseo que se fortalezca día a día en tu corazón“.

Discurso íntegro del Rey en: http://www.casareal.es/ES/Actividades/Paginas/actividades_discursos_detalle.aspx?data=6134

El estilo de Felipe VI

Para la mayoría de los medios, sin lugar a dudas, lo fundamental ha sido la presencia de Leonor y su discurso –con el análisis puntilloso de sus gestos-, pero más allá delo anecdótico estos premios han sido claramente la puesta en escena del estilo que desea el Rey, ahora que poco a poco iremos viendo salir en público a los principales miembros de la Familia Real.

Si decía al principio que sentí emoción y orgullo por esta edición, no fue sólo por la parte anecdótica, sino por una planificación que ponía todo el protocolo al servicio de un decidido mensaje que seguramente habrá descolocado a los amantes de esa monarquía “de venta glamurosa de país” y no como una apuesta para un estado moderno que vive momentos delicados pero que tiene en ella el necesario aliado para que esta Constitución o las próximas que vengan sean el eje indiscutible sobre el que se mueva el país. Y la vida, mientras tanto, sigue.

Video de la ceremonia completa: http://www.rtve.es/alacarta/videos/premios-princesa-de-asturias-ceremonias/premios-princesa-asturias-2019/5415081/