Protocolo y Ceremonial e independencia de los Poderes del Estado
Reflexiones y pinceladas acerca del Protocolo y Ceremonial en los actos de bienvenida por el rey Felipe VI y visita al Congreso de los Diputados con ocasión de la Visita de Estado a España del Presidente de la República Argentina. Cuando el protocolo no respeta la independencia de los Poderes.
Tribuna de honor dispuesta para la parada militar tras rendirse los honores de Protocolo al Presidente de Argentina. A la derecha de la misma la comitiva oficial que acompaña al mandatario extranjero. A la izquierda, las representación oficial de las primeras autoridades españolas,donde se observa que no estápresente el Presidente del Gobierno de España, y sí los presidentes del Congreso y del Senado.
El rey Felipe VI de España, con ocasión de la Visita de Estado a España del Presidente de la República Argentina, introdujo en el protocolo el cambio de escenario para la ceremonia oficial de bienvenida. El Palacio de El Pardo ha sido sustituido por la acertada alternativa del Palacio Real o Palacio de Oriente, sede de la Jefatura del Estado. Una visita en la que, en lenguaje sencillo y coloquial, pareciera que también el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hubiera querido aportar también su dosis de innovación, al asumir la precedencia de forma absurda en el acto de recibimiento al mandatario argentino en el Congreso de los Diputados. Una cuestión que resulta grave porque supone escenificar un claro dominio del Poder Ejecutivo frente al Legislativo en un acto específico del Congreso de los Diputados.
Hagamos algunas reflexiones sobre estos dos primeros eventos de una Visita que contempla numerosos actos a lo largo de los dos días de duración, entre ellos la cena de Gala de esta noche en Palacio Real, la visita a la Feria Internacional de Arte Moderno (ARCO) en la que Srgentina es en esta edición país invitado de honor, encuentro entre empresarios y Recepción ofrecida por el jefe de Estado extranjero en El Pardo.
La ceremonia de bienvenida
Nos ha parecido grato y acertado el cambio de lugar para el recibimiento oficial al Presidente de Argentina, cuarto mandatario que en Visita de Estado recibe el actual rey de España, Felipe VI, desde que fuera proclamado como tal en junio de 2014. La peculiar situación política vivida en nuestro país a lo largo de 2016, con un gobierno en funciones, terminó por aconsejar el aplazamiento de este tipo de visitas, manteniéndose solo la calificada por la Casa de Su Majestad como “Visita de Presentación” (caso de los Jefes de Estado de Portugal e Italia, tras su elección como tales), cuyo ceremonial responde a un perfil más bajo al dar respuesta únicamente a la cortesía de recibir y atender a los nuevos presidentes vecinos durante unas escasas horas en Madrid.
Acertado el cambio de escenario porque el Palacio Real potencia su condición de sede de la Jefatura del Estado y es, sin duda, el lugar idóneo para el recibimiento recibimiento. Hasta ahora la bienvenida oficial se celebraba frente a la fachada del Palacio de El Pardo, que es a su vez la residencia en la que el Jefe del Estado extranjero y su séquito oficial se aloja durante su estancia en nuestro país. De esta forma, es que como si estuviéramos recibiendo en “su casa” (podríamos decir en lenguaje llano, en la puerta de su hotel) al mandatario extranjero. Poco lógico, aunque no hay que olvidar que esta opción, cuando se adoptó en su momento, puso fin a los costosos, complejos y molestos recibimientos en el antiguo aeropuerto de Barajas, cuya actividad comercial, por razones de seguridad, se veía parcialmente afectada. Supuso entonces una importante mejora en la funcionalidad y en la logística.
Sin embargo, resulta evidente que la ceremonia, siendo en su contenido igual, ha ganado en belleza, solemnidad y fundamentación. No se trata solo de vender imagen de un espléndido Palacio Real como apuntan algunos, ni de codearnos con las ceremonias del Palacio Real británico, como señalan otros. No. El propio Rey lo ha transmitido a través de Su Casa: se trata de dar la relevancia que corresponde a la sede oficial de la Jefatura de Estado (Palacio de Oriente) como escenario central de la vida institucional. Y, además, con ello facilitar el acercamiento de la ceremonia a los españoles (y también en este caso a los argentinos residentes en nuestro país) que desean vivir de cerca estos momentos.
Como escribe Alfonso García en mi muro de Facebook, “ya era hora que saliera del armario sin complejos” esta bienvenida. Dar ese protagonismo a la sede de la Jefatura (Palacio Real o de Oriente) en asuntos relacionados con la diplomacia es simbolizar el papel constitucional de nuestra Corona. Como siempre habrá enemigos de ceremoniales de este tipo, pero que nadie olvide que son fundamentales en la idiosincrasia de este país y que no deben verse como protocolos propios de la vieja Corte. En todos los países del mundo hay un determinado ceremonial para las Visitas de Estado, cuya pomposidad nada tiene que ver con la forma de Estado, monarquía o república. De hecho basta con asomarse a países como Estados Unidos, Francia, Alemania, Portugal, Hungría, Rusia, China, Rumanía, y un larguísimo etcétera de países republicanos que exhiben un protocolo que termina por resultar de mayor pomposidad.
Las salvas de honor
Viendo la ceremonia “in situ” o repasándola a través de los medios de comunicación audiovisual y los videos subidos a las redes sociales, se ha podido comprobar y ver lo molesto que termina por ser el humo que desprenden los cañones al dispararse las salvas de honor a la hora interpretarse los himnos nacionales (primero el extranjero y segundo el español, como establece la norma). Nada tengo contra el himno ni el olor a pólvora, pero es cierto que las imágenes observadas esconden entre “nieblas” la ceremonia y sus protagonistas. Invito a ver las imágenes.
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