Llega la hora del compromiso de los profesionales de Protocolo y Eventos

Llevo ya un tiempo sin escribir en este blog. No ha sido por falta de ganas, sino por falta de tiempo para sentarte unos instantes y  meditar sobre cosas que nos interesan. Y a lo largo de este período he ido anotando  cuestiones que merecían espacio, unas de actualidad, otras de profesión, de estudios, de oportunidad… Sin embargo, el siempre complicado final de cada curso, me ha impedido abrir este blog y escribir, algo que me apasiona. De eso algún día os hablaré, de cómo me inicié en este mundo, desde que con apenas unos añitos sorprendiera a mis padres, a la vuelta de la Vigilia Pascual de la noche de Sábado Santo, se encontraran una “mini fiesta” en casa en base chocolate y galletas.
Pero como digo, eso será otro día en el que uno tenga una carácter más intimista y sea capaz de abrir su alma para contar un testimonio más de cómo se puede cuando se emplea uno a fondo llegar a alcanzar tus objetivos.
Sin embargo, mi reflexión de este primer domingo de junio, quisiera dirigirla a los importantes acontecimientos que en estas jornadas pasadas hemos vivido. Se ha celebrado el primer foro nacional de Queremosorganizareventos, un éxito sin precedentes en la profesión, donde no sólo se ha conseguido reunir a un buen número de expertos en tiempos económicamente difíciles, sino donde se ha posibilitado algo que normalmente en los congresos no se alcanza: que cada asistente sea un ponente, porque todo el mundo tiene algo que decir sobre los temas que se ponen en la mesa. Se ha generado ilusión, amistades, contactos, ofertas, sinergias, equipos. Gente con más y menos experiencia hemos compartido por igual la esperanza de nuestros objetivos. No ha habido “poltronas” para sabios, sino sillas para todos los que con sus palabras piensan que pueden aportar. El Foro ha marcado un antes y un después en la profesión, porque ha integrado a generaciones emergentes que cada vez toman más la batuta.
Me ha resultado muy chocante ser receptor de algún comentario de profesionales que recelan de este movimiento. Estamos en un país, ya se sabe, que cualquier iniciativa siempre cuenta con la crítica de alguien. En vez de sumarse para mejorar, se despotrica, y normalmente sin razón. ¿Es posible cuestionar que un millar de personas se reúnan en torno a una red social y hablen de lo suyo, y que en un momento dado sus caras dejen de ser una foto y se encuentren físicamente? ¿Se puede tener recelos de que la gente trate de organizarse para mover la profesión y sacarla del atasco actual? No tengo el dato exacto, pero QOE ha generado más de trescientos impactos directos positivos en medios de comunicación influyentes en apenas un mes. ¿Quién se beneficia de ello? Que nadie recele de que QOE es alternativa a nada, salvo al pesimismo y al derrotismo, y desde luego un acicate que estará dando fuerte para que las asociaciones cumplan con su cometido. Queremosorganizareventos, donde conviven gente de protocolo, de eventos, marketing, comunicación,  es un gran lobby positivista que pone todas sus herramientas al servicio de este sector que está esperando de nosotros un importante cambio conceptual y pragmático, al tiempo que reclama un nuevo marco en el que se mueva el protocolo. Recelar no tiene sentido alguno.
Sin embargo, uno sí recela de quien recela, y perdonen el juego de palabras. Llevo 32 años en esta profesión, y desde siempre he venido oyendo la reiterada petición de que nuestra profesión debe ser oficializada. Bueno, ese momento ya ha llegado y ahora que está aquí, muchos expertos se sienten amenazados por esas nuevas generaciones que accederán a la profesión por donde debe ser, a través de los estudios oficiales. ¿Amenazados? Como en todas las profesiones, nos vamos a encontrar con el típico y ya denostado comentario: donde realmente se aprende es en la calle. No lo dudo. Pero yo aprendí más rápido en la calle cuando al lado tenía personas que me enseñaban, y no sólo las técnicas, sino el por qué de las mismas. Hemos conseguido oficializar la profesión, y ahora a los profesionales nos queda el compromiso de ser consecuentes y ayudar. Nadie va a perder el puesto por esto, y en cambio tiene mucho que ganar, especialmente en el respeto y la autoridad en nuestra competencia, cuando lo que hacemos ha sido dignamente reconocido por el Estado.
Es evidente que hay un antes y un después, en el que debe respetarse el deseo de las nuevas generaciones por encontrar su oportunidad y que al mismo tiempo no se cuestione a quienes se han ganado su reconocimiento por el esfuerzo y el trabajo durante años. Pero lo mismo que los maestros, tras tres años de estudios en Magisterio y de llevar en muchos casos años impartiendo clases, han tenido que hacer un curso de adaptación para acceder al Grado y no quedarse atrás, los profesionales deberían plantearse cómo van a acometer su reciclaje y su reconocimiento personal. No basta con pedir los estudios oficiales y luego cuestionarlos cuando vemos que ello implica un esfuerzo personal añadido.
Desde la Asociación Española de Protocolo y las universidades, entre ellas la Camilo José Cela, está haciendo un esfuerzo ímprobo para que los profesionales puedan “regularizar” su situación al respecto, sin que ello suponga una inaccesible carga ni de trabajo ni económica. Ya hay un buen número de profesionales que han dado el paso, otros tendrán que darlo y, es cierto, que para otros -los menos- no será necesario, pero éstos últimos deben volcarse en ayudar a consolidar el reconocimiento obtenido. Solo con compromisos así pienso que de verdad se es consecuente con la histórica demanda.
Desde la aprobación oficial del Grado, parece que todas las puertas oficiales y empresariales se han abierto de par en par. Desde el ofrecimiento del Gobierno a poner sobre la mesa la normativa oficial de Protocolo para su actualización, la revisión del Derecho Premial, la redefinición del término protocolo en la Real Academia Española, la aprobación de un Máster Oficial en Protocolo y Eventos, en todas sus modalidades (lo que permite que llegue a todo el mundo y que el factor ciudad ya no sea excusa), la posibilidad de doctorarse para hacer frente a la creciente demanda de profesores que en numerosas carreras, diferentes a la nuestra, han incorporado el Protocolo y los Eventos, los próximos acuerdos con la CEOE, son algunos ejemplos de este importante cambio. El día 22 de junio salen a la calle los primeros graduados de quienes habiendo superado en su momento un Título Propio Universitario han hecho el curso de adaptación. Más del cincuenta por ciento de los mismos trabajan ya, por cierto, y han sido consecuentes con su reivindicación. Ahora se muestran totalmente legitimados para exigir el respeto merecido. En 2014 saldrá la primera promoción oficial de quienes desde septiembre de 2010 se han venido formando en el Grado conforme a los criterios de Bolonia y el reconocimiento del Estado. Será seguramente uno de los momentos más felices, al menos en mida.
En esta profesión están ocurriendo muchas cosas y me da la sensación a veces de que no todo el mundo es realmente consciente de lo que está significando el nuevo estatus de nuestra profesión tras su reconocimiento. La Asociación Española de Protocolo, ahora con un tercio de afiliados que serán Graduados el 22 de junio, está obligada a capitanear con buena mano izquierda y con criterio muchas de estas cuestiones. La primera de ellas y la más urgente propiciar la creación de una Federación de Profesionales de Protocolo y Eventos, que integre todas las asociaciones existentes y las muchas que a partir de ahora irán saliendo desde los diferentes territorios. Apostar por ello con humildad, con el único afán que de verdad estemos unidos y fijemos reglas de juego que están en nuestras manos. De no hacerlo se corre una grandísimo riesgo de que otras posibles plataformas, con planteamientos más actuales y al día, puedan dinamitar lo que tanto ha costado fraguar en el seno de las asociaciones.
Volviendo a atrás, se ha criticado que muchos miembros del QOE no lo son de las asociaciones. Aún reconociendo que ciertamente no todos lo son, gran parte sí. En cambio, dejo la pregunta en el aire: ¿cuántos profesionales de Protocolo en ejercicio de nuestro país son miembros de una Asociación profesional? No llega ni al uno por ciento. Para meditar.

Tiempo de cambio, tiempo de oportunidad

Es inevitable. En tiempos de cambios políticos llegan ceses y nombramientos en el ámbito de protocolo, especialmente ahora en ministerios y órganos dependientes. Para quienes se van por iniciativa propia o porque no se les releva, nuestros mejores deseos. Seguro que con la profesionalidad que han demostrado encontrarán pronto una alternativa laboral. Para quienes también acreditado su buen hacer y continúen al frente de sus departamentos nuestros mejores deseos para que sigan cumpliendo con su labor institucional. Y para quienes lleguen los mejores augurios.
A todos ellos hemos de exigirles profesionalidad y lealtad a la institución para la que trabajarán, porque ser leales al organismo es serlo a cada uno de sus jefes. En estos momentos deberíamos pedir a quienes tienen la responsabilidad de cerrar equipos en que a la hora de seleccionar el responsable o técnicos de protocolo valoren en la selección, por encima de todo, loss conocimientos y experiencia en el sector de los posibles candidadtos. Es decir, que valoren la proifesionalidad y no solo la lealtad al partido o el mero hecho de premiar por otros servicios prestado. Para este puesto no vale cualquiera, lo podemos asegurar.
Soy consciente de que en determinadas funciones como las que corresponden al gabinete de un ministro, el puesto de asesor o jefe de protocolo es de la máxima confianza. No me cabe la menor duda. Como tal requiere de un perfil que se ajuste a esa necesidad de poner en sus manos informaciones y situaciones delicadas. Como en todos los oficios, hay puestos de confianza y otros que no requieren esta cuestión y se puede hacer una selección más ajustada a criterios de rigurosidad e idoneidad para el cargo.
En el caso de las personas de confianza creo que hay muchas que pudiendo ser merecedoras de esa confianza están perfectamente preparadas y podrán realizar su tarea sin tener que pedir el primer día de trabajo un libro para saber cómo se colocan unas banderas. Hablo con criterio porque ayer mismo ya recibí una llamada en el Instituto de Protocolo de la Universidad Camilo José Cela en ese sentido. Es cierto que también recibí otras de personas muy profesionales que ocuparán puestos claves en protocolo y cuyo próximo nombramiento al menos para mí ha sido motivo de alegría y satisfacción, porque son muy acertados, como en su día lo fue el de Arancha de la Mata para el servicio de Protocolo de la Presidencia de Castilla-La Mancha. Los nombres irán saliendo poco a poco y sé que desde determinadas fontanerías se está intentando que estas responsabilidades recaigan en manos de personas que acrediten ser buenos profesionales, al margen de si son o no afiliados que para mi eso no tiene importancia. Al menos, existe la percepción de que habrá menos intrusismo que en anteriores gobiernos.
Les toca aplicar un Protocolo para la crisis, especialmente en este año 2012 en que el propio Presidente ha anunciado un recorte económico importante y obviamente afectará a muchas partidas, entre ellas ésta. Pero debemos pedirles a los responsables de la organización de actos en las administraciones –y aquí lo hago extensivo a todas las españolas- que demostremos que el Protocolo no es sinónimo de gastos, fastos y dispendios. Debemos demostrar, y ahora más que nunca, que un buen Protocolo hace rentabilizar un evento, que probablemente resulte más barato y además bien administrado que cumpla sobradamente con los objetivos. Un buen profesional de Protocolo gasta hoy mucho menos que otro no tan gran profesional por la misma acción. Por algo será.
Quienes tenéis la oportunidad de trabajar en estos campos asumís una importante responsabilidad moral y ética y por el bien de todos debéis de demostrar, jugando con vuestra experiencia, creatividad y entrega, la importancia que para España tiene un buen Protocolo. Por eso tengo mucha confianza en que Protocolo y Organización de Eventos salga muy reforzado de esta crisis, porque ya lo estamos viendo y analizando desde nuestro Instituto. 2012 es una buena oportunidad para demostrarlo. A todos los profesionales de protocolo y organización os pedimos que estéis a la altura de vuestra responsabilidad, que sepáis hacer equipos y liderar las situaciones, hacer grande nuestra profesión y colaborar con el colectivo en general, a través de la participación en asociaciones, de generar oportunidades a jóvenes promesas y en definitiva lo más importante: acreditar que un buen profesional de protocolo es tan indispensable como un buen jefe de gabinete.
Y que ejerciendo nuestra profesión, lo hagamos con discreción, que se note nuestra mano, no nuestra presencia, porque hace escasos días vimos en televisión en  todo esto de los traspasos algunas situaciones generadas por personas de protocolo que precisamente no hacían más que desacreditar nuestra misión.
Aprovecho para desear a todos mis lectores y profesionales en general unas felices fiestas y un buen año. El 2012. El año de la oportunidad.