No debió resultar fácil la organización protocolaria del acto solemne de conmemoración del 40 aniversario de la Constitución Española celebrada ayer en el Congreso de los Diputados, con la presencia de toda la Familia Real española, las altas autoridades del Estado, los diputados y senadores y los “Padres de la Carta Magna” que aún están entre nosotros. Pero los resultados fueron brillantes: un acto sencillo, un protocolo muy estudiado y de bajo perfil, para dar toda la potencia y sentido al evento en torno a la propia Constitución de 1978 que hoy señala la forma de Estado, sus instituciones, deberes y derechos de los ciudadanos y las reglas de convivencia. Un acto que ha puesto de manifiesto el sentido aperturista de la Jefatura del Estado y los principales poderes políticos de reivindicar la “Norma Máxima”, pero abiertos a los cambios necesarios tras cuatro décadas de vigencia. Fue de bajo perfil el protocolo para no restar protagonismo alguno a lo que realmente se celebraba. Ni boatos, ni exceso de ceremonialismo, ni de un patriotismo mal entendido. Sencillez y al grano. El protocolo sirvió para hilar el relato, que fue lo importante, y cuando esto sucede se alcanza el objetivo.
El rey Felipe VI de España, con ocasión de la Visita de Estado a España del Presidente de la República Argentina, introdujo en el protocolo el cambio de escenario para la ceremonia oficial de bienvenida. El Palacio de El Pardo ha sido sustituido por la acertada alternativa del Palacio Real o Palacio de Oriente, sede de la Jefatura del Estado. Una visita en la que, en lenguaje sencillo y coloquial, pareciera que también el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hubiera querido aportar también su dosis de innovación, al asumir la precedencia de forma absurda en el acto de recibimiento al mandatario argentino en el Congreso de los Diputados. Una cuestión que resulta grave porque supone escenificar un claro dominio del Poder Ejecutivo frente al Legislativo en un acto específico del Congreso de los Diputados.
Hagamos algunas reflexiones sobre estos dos primeros eventos de una Visita que contempla numerosos actos a lo largo de los dos días de duración, entre ellos la cena de Gala de esta noche en Palacio Real, la visita a la Feria Internacional de Arte Moderno (ARCO) en la que Srgentina es en esta edición país invitado de honor, encuentro entre empresarios y Recepción ofrecida por el jefe de Estado extranjero en El Pardo. Continúe Leyendo…
No pude seguir en directo la Ceremonia solemne de la Apertura de la XII Legislatura de las Cortes Generales (período legislativo que media entre unas elecciones y otras), por estar participando en las XI Jornadas Internacionales de Protocolo que se celebraron esta semana en Lisboa, promovidas por la Asociación Portuguesa de Estudios de Protocolo, cuya presidenta es la reconocida experta Isabel Amaral. Antes que nada, para los curiosos, hay que recordar que la última ceremonia fue con ocasión de la X Legislatura, celebrada en diciembre de 2011 bajo la presidencia de los reyes Juan Carlos y Sofía, junto entonces los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia. No hubo lugar a la XI por no haber sido posible la elección de presidente y, por tanto, la constitución de Gobierno. Voy a apuntar un par de detalles que creo se deben corregir y hacer una reflexión sobre el Protocolo que se aplica para el Presidente del Gobierno en esta ceremonia, que creo perjudica claramente la importancia de la independencia de los Poderes del Estado. Continúe Leyendo…
Teníamos algunos profesionales mucha expectación sobre el tratamiento protocolario que se daría en el acto de esta mañana en el Congreso de los Diputados a los candidatos a las próximas elecciones generales del 20 de diciembre y que actualmente no son diputados, ni ostentan un cargo que les otorgue derecho a una precedencia. ¿Dónde se les colocará? Era una pregunta que estos días iba de boca en boca entre nosotros. Especialmente acostumbrados al buen protocolo que se hace en la Cámara baja española, capaz de adaptarlo a las circunstancias lógicas de cada momento, algo esperábamos al respecto. En concreto la expectación se centraba en si se reservaría puesto o no a los cabezas de lista de los partidos Ciudadanos, Albert Rivera, y Podemos, Pablo Iglesias. Continúe Leyendo…
Salón de Conferencias. Presidencia del acto.
Este sábado se celebró el 36 aniversario de la Constitución Española de 6 de diciembre de 1978. Como viene siendo habitual se hizo en el transcurso de un acto institucional en el Congreso de los Diputados, bajo la presidencia conjunta de los presidentes del Congreso, Jesús Posada Moreno, y del Senado, Pío García Escudero. Como seguramente muchos lo habrán seguido a través de los medios de comunicación no voy a extenderme mucho en los detalles protocolarios, pues en este sentido no ha habido especiales novedades con respecto a ediciones anteriores.
Me sigue llamando la atención que un acto tan singular como el de conmemorar el día que se aprobó el texto que garantiza la democracia española y que constituye el acto más solemne y trascendental de las Cortes Generales (después de la ceremonia de apertura de cada Legislatura tras las elecciones generales), no asista el Jefe del Estado, hoy el rey Felipe VI. Tampoco lo hacía anteriormente el rey Juan Carlos I. Es evidente que no es cosa de la Casa Real, sino de una decisión política encaminada a dar el protagonismo a los parlamentarios españoles, acompañados de los poderes del Estado y las representaciones de los diferentes sectores de la sociedad española (quizá haya que abrir algo más este listado, aunque es cierto que la presencia ciudadana se garantiza con los dos días anteriores de puertas abiertas al público). Casi 1.500 invitados que, como sardinas en lata, ocupan los diferentes salones de la casa madre del Legislativo. Afortunadamente, el Congreso y el Senado cuentan con espléndidos profesionales de protocolo que garantizan la correcta organización de esta conmemoración, y a quienes de nuevo hay que felicitar.
La no presencia del Rey
Pero al margen de los detalles técnicos, uno se hace la pregunta: ¿por qué la ausencia del Jefe del Estado en un acto tan simbólico? ¿Resta protagonismo al parlamentarismo? ¿Es suficiente ese criterio para que no acuda la máxima autoridad del estado? Nunca he entendido por qué no entra en la agenda Real este evento que celebra la gran conquista de la democracia (aunque por cierto creo que hay cosas que ya habría que cambiar para amoldarla a la realidad político-social de nuestro país). La Constitución fue redactada y aprobada por las Cortes, luego tanto al Congreso como al Senado le corresponde el protagonismo. No hay duda. Pero hay fórmulas protocolarias para que el Rey esté presente y no quede al margen del evento. ¿No va la Constitución con él? Su no presencia provoca el riesgo de que pueda pensarse que nuestra monarquía nada tiene que ver con la Constitución y es evidente que el Rey es el primer defensor del orden constitucional. Tenemos Rey, además, porque la Constitución que en 1978 votamos quienes teníamos derecho a ello, así lo establece, definiendo nuestro sistema como monarquía parlamentaria. Por mucho que me lo expliquen encuentro un sinsentido que estando todos los poderes del estado y representaciones sociales, el Rey deba quedarse en Palacio siguiendo el acto por televisión. Absurdo.
Acto para el Hemiciclo
También llama la atención que el acto tenga como escenario el Salón de Conferencias (más conocido por el nombre de los Pasos Perdidos) y no el propio Salón de Sesiones o Hemiciclo, aunque en aquél se celebren otros actos solemnes, como las juras de altos cargos dependientes de las Cortes. Un evento de esta solemnidad obliga al uso de los espacios que contribuyan a entender mejor el sentido del acto. Y conmemorar la Constitución en el Hemiciclo, donde fue aprobada, nos parece más adecuado. Desde su habitual sillón, junto al Presidente del Senado, debiera haber pronunciado su discurso el Presidente del Congreso. Para nada, por cierto, hubiera restado protagonismo que el Rey o los Reyes presidieran tan importante acto, aunque no hicieran uso de la palabra. Lo importante es su asistencia, junto a todas las instituciones presentes. Queda chocante que la Jefatura del Estado esté ausente.
Es el marco idóneo, porque está presidido por un tapiz con el Escudo de España bajo dosel y a cada lado dos esculturas en mármol de Carrara que representan a Isabel la Católica y Fernando el Católico, obras de José Panucci y Andrés Rodríguez, respectivamente. A derecha e izquierda de cada una de ellas hay dos grandes cuadros: uno sobre las Cortes medievales, en el momento en que la Reina Regente María de Molina presenta a su hijo el Infante don Fernando ante las Cortes de Valladolid, pintado por Antonio Gisbert; otro, de las Cortes de Cádiz, durante la celebración de la Sesión en la que los Diputados juran su cargo en 1810, obra de José María Casado del Alisal.
También, me sorprende que en tan señalada fecha no se interprete el Himno Nacional, primero porque el guión del evento lo demanda, y segundo porque contribuiría no solo a la solemnidad sino a los objetivos del acto. Los símbolos del Estado están precisamente para estas ocasiones.
El marco del hemiciclo es el adecuado, disponiendo a autoridades y diputados y senadores lugar entre las bancadas o buscando lugares especiales, reservando las tribunas para otros invitados, o bien mezclando. Está claro que los 1.500 invitados no entrarían, con lo cual si se estima conveniente su presencia pueden seguir la ceremonia desde los diferentes salones, hasta el momento de mezclarse tras el discurso, momento que parlamentariamente viene a denominarse el de los “corrillos”.
El Presidente del Congreso durante su discurso, acompañado por el Presidente del Senado.
Por otra parte, la imagen del Presidente del Congreso durante su intervención quedaría más adecuada a los tiempos actuales, hablando desde la presidencia del Hemiciclo que desde el precioso Salón de los Pasos Perdidos, con los dos maceros de fondo que nos trasladan excesivamente una imagen no muy enlazada precisamente con el texto constitucional (deberían estar en un posición más abierta, para que no copen tanto la imagen principal). Con ello, no quiero decir que deba de prescindirse de la costumbre parlamentaria de la presencia de los maceros en estos actos solemnes. Debe respetarse esta tradición porque su presencia recuerda simbólicamente la autoridad suprema de los parlamentarios y su independencia frente al resto de los poderes.
El protocolo del acto
Acceso al Congreso a través de la carpa.
Protocolariamente el acto ha sido correcto, aunque es difícil “lidiar” con tanta gente para tan poco espacio. En varias ocasiones he tenido la oportunidad de asistir a este acto y es cierto que intentar poner orden es tarea imposible. Por ello, es suficiente atender con más mimo el recibimiento que los dos presidentes dispensan en la puerta de Congreso a todos los invitados y que se reserven los puestos protocolarios en la zona de presidencia a los representantes de las principales instituciones del Estado y de las cámaras legislativas, y que el resto se ubique al libre albedrío. Para el acceso de invitados se habilitó una carpa desde la entrada de la Carrera de San Jerónimo hasta la puerta lateral de la calle de Floridablanca, donde lucía además de tres banderas nacionales, las enseñas de las 17 comunidades autónomas y las dos ciudades autónomas.
Los representantes de los poderes y otras autoridades a la derecha de la presidencia.
Miembros de las Mesas del Congreso y Senado.
En el centro de la presidencia se ubicaron los dos presidentes, tomando precedencia (lado derecho) el del Congreso, no solo porque está en su “casa” sino por ser el presidente de las Cortes Generales (cuando concurren conjuntamente Congreso y Senado). A la derecha, en dos filas, los presidentes de los otros poderes (Gobierno, Constitucional y Judicial) y los ministros por su orden, cerrando el Ministro de Sanidad, no por ser el último nombrado, sino porque en el ordenamiento de los ministerios ocupa la última posición. Detrás de ellos, los pocos presidentes autonómicos que acudieron (igualmente por su orden), seguido (porque no asistió ex presidente del Gobierno alguno) del Secretario General del Partido Socialista, que como máximo representante del grupo parlamentario no gobernante con mayor número de diputados, se le reservó el puesto de Jefe de la Oposición que prevé el artículo 10 del Real Decreto 2099/83 sobre Ordenación General de Precedencias en el Estado (de las pocas veces que se hace bien). El lado izquierdo quedó reservado para los vicepresidentes y secretarios que componen las Mesas del Congreso y Senado. Sigue así el Congreso su práctica de distinguir mediante espacios a las autoridades externas, y las internas, en una decisión muy acertada.
Supongo que habrá razones presupuestarias, pero al Congreso le hace falta un atril renovado, acorde con el entorno, más funcional y discreto (y con algo más de gusto). Seguro que cuando la economía lo permita será cambiado. La ceremonia consistió únicamente en el discurso pronunciado por el Presidente del Congreso.
Como recuerdo de este año queda la iluminación de la fachada principal del edificio, que se inauguró la noche anterior, y que fue financiada por la empresa Iberdrola.
Honores a la bandera en la Plaza de Colón
Como también es tradicional, dos horas antes del acto del Congreso, a las 10.00 h, los presidentes del Congreso y Senado presidieron en la plaza de Colón el solemne acto de izado de la bandera de España, una enseña de nada menos 300 metros cuadrados de superficie y que entre numerosos militares fueron izando a los acordes del Himno Nacional.
Comenzó este homenaje con la formación de la compañía mixta que rendía honores (ejércitos de Tierra, Mar y Aire, más Guardia Civil). Tras la llegada de los presidentes del Congreso y Senado, accedieron al podio para recibir los honores militares que les corresponde, y posteriormente pasaron revista a la tropa. Seguidamente se izó la gran enseña, ya emblema de Madrid, y que periódicamente es cambiada de forma solemne. Hasta no hace mucho, en cuatro ocasiones al año: 15 de mayo (San Isidro), 24 de junio (onomástica del anterior Rey de España), 12 de octubre (Fiesta Nacional) y 6 de diciembre (Día de la Constitución). La del 24 de junio se cambiará por el 19 del mismo mes, aniversario de la proclamación del rey Felipe VI, y la del 12 de octubre se hace días antes de forma más discreta, pues el homenaje a la bandera en ese día se traslada al lugar donde se celebra el desfile.
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