El protocolo del palco de la Champions League

Palco bueno Lisboa

Terminó el fútbol. Comienza el fútbol. Toca turno al Mundial de Brasil 2014 donde España deberá defender su estrella de campeona. Este sábado, 24 de mayo, Lisboa acogía la final de la Champions, la Copa de Europa, uno de los trofeos más codiciados del fútbol mundial a nivel de clubs. Por primera vez en la historia, dos equipos de una misma ciudad competían por la denominada “orejona”, un hito sin precedentes que acredita el buen momento de este deporte rey en nuestro país. Ganó un equipo, pero hay que felicitar a los dos, y en especial a sus aficiones capaces de elevar a la máxima expresión la pasión por sus equipos.

Precisamente por la importancia social que tiene la defensa de unos colores y su repercusión en ciudades, países, aficiones, políticos, etc., la determinación del protocolo en los diferentes eventos que rodean la competición estrictamente deportiva es decisiva. No es aplicar protocolo porque toca o como mal menor. No. Sencillamente porque es fundamental para guardar los necesarios equilibrios y evitar los habituales abusos de puestos que a veces generan desajustes y conflictos.

Javier Vila, en su web Your Sitting, recoge un interesante artículo que da cuenta de la importancia de estas cuestiones y refleja cómo los presidentes del Real Madrid y del Atlético de Madrid quedaron molestos con el protocolo seguido en la cena que el día anterior a la final ofreció la UEFA (Federación Europea de Fútbol, organizadora del campeonato). La razón de este disgusto obedecía a la inadecuada colocación de los presidentes de los clubs en contienda, que se vieron relegados a los últimos puestos de la mesa, pese a ser los representantes y protagonistas esenciales de la cita deportiva.  Para mas detalles sugerimos leer la interesante reflexión que hace nuestro colega

El motivo de mi post se centra en el protocolo seguido en el palco del estadio de La Luz de Lisboa, donde se celebró la final. Así como en ocasiones anteriores he sido crítico con las ordenaciones, en esta ocasión debo felicitar a los responsables porque la ordenación de la primera fila del palco creo que es un buen ejemplo del saber hacer protocolario y de la búsqueda de un equilibrio calculado no solo entre clubes, sino entre representantes institucionales de alto nivel.

 

La ordenación

Nos vamos a referir únicamente a la primera fila, la importante. Un hecho que hay que destacar y que en España es difícil de observar, desgraciadamente. El palco fue presidido por el máximo representante de la federación organizadora. Ni la presencia del jefe del Estado portugués, país anfitrión, ni la del Rey de España, país invitado, hicieron desplazar al organizador. No hubiera pasado absolutamente nada si hubiera cedido el puesto al presidente portugués, puesto que ningún club de sus país estaba en la final, y como jefe de Estado anfitrión podría entenderse. En cambio, el presidente de la UEFA entendió (y con buen criterio) que ese acontecimiento deportivo quien debía presidirlo es el máximo representante del deporte que lo promueve. Es la única forma de dejar claro y evidente que estamos ante un hecho deportivo, no político, y que además es europeo, no portugués o español. Su decisión de no ceder un ejemplo a seguir (habría que dejar como excepción aquellas situaciones en las que los organizadores deportivos contemplan de manera reglada la cesión en favor de una determinada autoridad, como en el caso de la inauguración y clausra de los juegos olímpicos, en el que el presidente del CIO cede al jefe del Estado anfitrión)

A sus lados, por la derecha (puesto 2) el jefe de Estado del país anfitrión, y por la izquierda (puesto 3) el jefe de Estado invitado, el Rey de España (jugaban dos equipos de su país), situándose con su consorte, la Reina, respetando así un criterio que en actos sociales y deportivos es habitual de no separar matrimonios (criterio olímpico). La Reina por lo tanto quedaba en un puesto 5 (para quienes no sepan hay que  recordar que las presidencias en palcos como el de Lisboa se ordenan desde el centro hasta los extremos en alternancia partiendo de la derecha del puesto central y siguiendo por el de la izquierda y así sucesivamente).

El puesto cuatro quedó reservado para el presidente del Gobierno de España, lugar de deferencia y que, además, vino estupendamente, ya que de esta manera los asientos 6 y 7 quedaban dispuestos para el presidente del Real Madrid (primero porque jugaba su equipo de local) y finalmente para su homólogo del Atlético de Madrid. Resto de autoridades, presidentes, ministros, etc., a puestos más discretos, como debe ser. Presidencia corta y suficientemente representativa y presidida por quien debe. ¿Nos atreveríamos a hacer esto en España? Pues deberíamos, porque es lo correcto y de sentido común. Claro está, el Alcalde de nuestro pueblo jamás va a entender que el presidente de la federación local de turno no le deje presidir (pero debería irse acostumbrando).

Es importante que los anfitriones, desde el punto de vista protocolario, mantengan criterios protocolarios que acrediten la independencia de su actividad y el origen y naturaleza de la misma. Una cuestión que nos recuerda cómo los poderes del Estado en España, para preservar visualmente esa independencia, llevan como bandera el principio de la no cesión, salvo presencia Real (circunstancia ésta obligada y lógica). También me recuerda cómo el día que algunos rectores dejaron de batallar por no ceder su presidencia al presidente de la comunidad autónoma, hicieron un flaco favor a la universidad española en general y abrieron la veda del ordeno y mando de muchos altos representantes institucionales. Desde entonces la imagen que transmite la universidad no es precisamente la de una institución independiente, ajena a intereses políticos y defensora de la libertad de la ciencia.

Copa Casillas

La premiación

La UEFA optó en Lisboa por entregar la copa y las medallas en el Palco, renunciando a su habitual ceremonia en el césped, probablemente en atención al Rey de España a quien le resultaría complejo descender por su estado físico. Pero quienes siguieron la premiación se habrán percatado de la diferencia tan enorme con respecto, por ejemplo, a la entrega de la Copa del Rey en España.  Finalizado el partido, la estructura del palco se acomodó a un espacio amplio, limpio y sin barreras por el que desfilaron árbitros, entrenadores y jugadores de ambos clubes.  Sin estrecheces, ni malos tiros de cámara.

Con la Copa presente en todo momento (la que verdaderamente presidía) y no escondida en algún lugar para aparecer posteriormente sobrevolando las cabezas de quienes ocupan el palco. Y junto a la copa, el presidente de la UEFA que se ocupó personalmente de entregar cada una de las medallas a los deportistas y la copa al capitán madrileño. Quedaba espacio suficiente para que delante del palco los jugadores campeones se apiñaran para levantar grupalmente el trofeo, en una foto histórica para el vencedor, sólo perjudicada por un inadecuado cañón de papel/confeti que impidió ver con nitidez el momento, privando a los aficionados de una secuencia sensible. Y los periodistas gráficos que tanto sufren en otras ocasiones, desde el césped pudieron seguir claramente los diferentes momentos.

Simplemente habrá que tener en cuenta que cuando juega una final un equipo y su capitán sea Iker Casillas, que le preparen una buena plataforma a la que subirse para alzar el galardón, porque de nuevo en Lisboa nos puso el corazón a cien con el riesgo de un accidente absurdo. Y esta vez el Rey no alcanzaba a sujetarle las piernas.

 

El Real Madrid hace suya la bandera de España

casillas-cibeles
Enhorabuena a los amantes del fútbol que anoche vivieron una nueva jornada festiva con la final del Copa del Rey, celebrada en Valencia, y que encumbró en la competición al Real Madrid al vencer al Barcelona. Especiales felicitaciones a los seguidores del club blanco que hasta muy altas horas de la madrugada celebraron el éxito en los diferentes lugares de España por los que los madridistas se reparten en estas mini vacaciones o entorno a la diosa Cibeles en el centro de Madrid.
De nuevo, la Plaza de la Cibeles, rodeada de miles de aficionados, policías, televisiones, medios de comunicación, y enfrente del Ayuntamiento de la capital de España, con notoria aceptación popular y la total permisividad oficial, el capitán del equipo de Chamartín, Iker Casillas, siguiendo la tradición de la leyenda “Raúl”, puso en el cuello de la estatua emblemática la bandera de España con el escudo del Real Madrid.
Flagrante incumplimiento de la normativa y torpeza absoluta de las autoridades que miran hacia otro lado ante un hecho que representa la usurpación de la bandera de todos para convertirla en la de los seguidores blancos. Colocar el emblema del Real Madrid sobre el vexilo rojigualda nos parece un incumplimiento legal muy grave, una permisividad excesiva por parte de las autoridades y una frivolización condenable de los directivos del equipo que lo autorizan. ¿No es suficiente con poner la bandera del Club a la Diosa?
La Ley, por encima de tradiciones inventadas
Algunos pensarán que da igual, pero no. Colocar la bandera de España con el escudo del Real Madrid es hacer un uso privativo de un símbolo que es de todos y perjudica a la necesaria identificación sin complejos del paño nacional por todos los ciudadanos españoles. Si hay una ley que prohíbe la colocación de símbolo alguno sobre la bandera, ¿por qué no se persigue y se multa como es debido? ¿Tanto cuesta exigir al Real Madrid que impida esas acciones? Aquí no se puede apelar a tradición alguna, pues la ley aprobada por las Cortes Generales en 1981 está por encima de supuestas tradiciones.
Cada vez que el Madrid gana algo, la misma cantinela. Guardaré este artículo para no tener que reescribirlo en una próxima ocasión, porque seguro que los gobiernos seguirán mirando para otro lado ante hechos de este tipo promovidos por instituciones mediáticas, populares e influyentes. Precisamente porque los órganos competentes de la Administración, debería hacer la labor de profilaxis en el correcto uso del símbolo que es de todos y del que todos deberíamos sentirnos orgullosos. Creo que debería ponerse una buena sanción al club blanco por esta falta grave. Pero como no se hará que sigan ondeando banderas con todo tipo de logos privados o no autorizados. Personalmente ya me cansa tanto lo que se hace con la bandera de España que empiezo a mirarla con cierto recelo.
Sigue el vale todo
Si todo esto viene regulado por Ley, ¿por qué no se persigue? Debería la Administración ponerse ya muy en serio con el “despiporre” absoluto que hay en nuestro país con el mal uso de las banderas, empezando por ella misma. Con permisividades como éstas solo me queda callar cuando veo que el Presidente de la Generalitat concurre en un acto oficial en su sede con la bandera catalana solo. Sigue el vale todo.

Gestos para engrandecer y humanizar un evento

Varios han sido los artículos que hemos dedicado en este blog a la importancia de los gestos en los eventos. Cuando están bien concebidos ayudan notablemente a facilitar la comunicación entre el organizador y el público. Este protocolo visual o gestual forma parte de las nuevas técnicas en la organización y aunque ha existido siempre, con las nuevas tecnologías y concepto de lo que son hoy los actos, ha cobrado una importancia excepcional. Es esencial en el llamado protocolo de los cinco sentidos y también de la comunicación en vivo. Es tópico señalar que un gesto vale más que mil palabras y si su apariencia es de naturalidad y espontaneidad el valor se multiplica indefinidamente. Estos gestos a veces se improvisan -con su correspondiente riesgo que puedan ser negativos si no están muy bien pensados- o se contemplan dentro del programa -conocido como “saltarse el protocolo”-. Pero sea de una u otra manera los gestos son esenciales. En el contexto que hablamos nos referimos a todo tipo de gestos, personales, organizativos, previstos, no previstos, etc.
Un buen ejemplo de la importancia de esta política ha sido el reciente homenaje que el madridismo rindió a su ex jugador mítico, Raúl González -ese eterno 7 blanco que contribuyó nada menos que a 16 títulos-. Fútbol y espectáculo deportivo al margen, el homenaje a este jugador no hubiera generado entre sus entusiastas emociones y sentimientos de los que calan y engrandece el evento, al tiempo que lo humaniza y singulariza.
Por ejemplo, Raúl podría haber salido al campo portando la cinta de capitán del conjunto de la capital. Sin embargo, fue Casillas -su actual capitán- quien ante todo el público y medios de comunicación se quitó la cinta y se la puso en el brazo a Raúl. La ovación quedó servida. Además, el hecho mismo de que Casillas fuera quien se lo entregara generó un gesto que ganó una de las principales foto del homenaje. El gesto tenía que verse. No hubiera sido lo mismo que Raúl saliera al campo con la cinta puesta a que el capitán real se la cediera los 45 minutos que jugó del lado local. Si sale con ella parece que la decisión es de la organización, y de esta manera se humanizó más al verse que se trataba de una decisión de capitán a ex capitán. Fue de alguna forma el gesto de los jugadores. Y además, en la foto oficial que se hacen antes de cada partido, Raúl posó al lado de Cristiano Ronaldo, el actual 7, que le cedió igualmente el número mítico. El hecho mismo de que posaran juntos genera una mayor valoración del gesto y el detalle.
 
Pero fue en evento con muchos gestos. La misma presencia inesperada del Rey, que le hizo entrega de un escultura en miniatura de esa Plaza de la Cibeles que en tantas ocasiones el jugador coronó para colocar la bufanda blanca. ¿Qué otro mejor regalo podría dársele? Y además permitirle posar ante los medios. Foto de lujo para que un ídolo junto al Jefe del Estado  En el palco, en segunda fila, tras el Rey y el Presidente del Real Madrid, se sentaban -protocolariamente muy destacados -cosa muy rara de ver en el ámbito deportivo- su esposa e hijos, lo que pudo permitir que tras el saludo  al monarca y otras autoridades, Raúl pudiera hacer algo que gusta de ver y emociona, como el saludo a su familia, que también ha sufrido el olvido madridista en estos últimos tres años. Ocupar esos seis puestos en segunda fila originó algunos quebraderos de cabeza para ubicar otras altas representaciones, pero la lógica lo hacía aconsejable.
El ex 7 salió al campo solo, una vez lo hicieron previamente los 21 jugadores restantes de la contienda y el equipo arbitral, quienes entre todos le hicieron el consabido pasillo de honor, que finalizaba con un gran mostrador donde se depositaban los 16 trofeos antes aludidos. Más gestos. Y otros que por no prolongar innecesariamente esta reflexión omitimos.
Humanizar con gestos que salgan del corazón, espontáneos o programados, engrandece un evento de homenaje como éste. Podría haberse quedado todo en la entrega de un recuerdo del conjunto madridista y el partido, pero el previo conectó a la afición con su ex jugador, y de paso con el propio club (objetivo importante). El acto hizo más grande al homenajeado y permitió ver a un Madrid más allá de grandes figuras. Hemos visto el lado más sencillo y humano. Debemos los profesionales de la organización, el protocolo y los eventos, tomar estas referencias y aplicarlas al nivel de cada acto que tengamos que programar. Probablemente muchos dirán que todo estaba preparado. Es probable, es casi seguro. ¡Y qué más da! Lo importante es lo que se transmite en ese momento y posibilitar imágenes que muchos no olvidarán y que los medios dejarán para la historia en este deporte y en este club.
El protocolo gestual y el visual son claves en la organización de los eventos hoy. Frente a grandes tecnologías, el pequeño detalle humano cobra mucha relevancia, porque es lo que singulariza y da vida a los eventos.