El protocolo de la primera “rueda de prensa” de la Casa de S.M. el Rey

 

Conferencia de prensa en La Zarzuela. De izquierda a derecha: Jefe Médico de la Casa del Rey, Doctor Miguel Cabanela, Jefe de la Casa de S.M. el Rey y el doctor Ángel Villamor. Fuente: RTVE.

 

El pasado viernes, día 19 de septiembre, el jefe de la Casa de Su Majestad, Rafael Spottorno, ofrecía una conferencia de prensa ante más de un centenar de periodistas acreditados en el Palacio de La Zarzuela, para dar cuenta de la salud del Rey y de las medidas médicas adoptadas, que pasarán por una nueva intervención quirúrgica (quizá dos), en el Hospital Quirón de Madrid. Era evidente que en las últimas semanas, don Juan Carlos daba claros síntomas de un empeoramiento de su salud, dificultad en su caminar y permanecer de pié, rostro dolorido y ojeras agotadoras. Los medios de comunicación comenzaban a hacer sus vacilaciones acerca del futuro institucional del Monarca, su posible inhabilitación e incluso una posible renuncia o abdicación. De hecho desde que se anunciara la convocatoria hasta su celebración todo eran preguntas y comentarios relacionados con una posible abdicación.
Ante tales ecos de Corte, pienso que el servicio de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Casa de Su Majestad (que no Casa Real como muchos equivocan) acertó de pleno en la convocatoria de esta rueda de prensa porque en situaciones de crisis -y ésta lo era- no hay mejor solución que coger el toro por los cuernos. De esta manera, por primera vez en la residencia del Jefe del Estado se convocaba a los Medios, algo que ya es histórico y que no puede pasar desapercibido. El diplomático Spottorno, hombre templado y con gran aplomo, salió al paso y contó la realidad de la situación, las decisiones adoptadas por el Rey y descartó cualquier opción de renuncias o similares. En la rueda de prensa estuvieron
presentes además de Spottorno, el jefe del Servicio Médico del Rey, Miguel Fernández-Tapia, el doctor que operó la cadera de don Juan Carlos las dos primeras veces, Ángel Villamor, y el cirujano Miguel Cabanela, especialista en este tipo de operaciones que se desplazó para reconocer e intervenir al Rey desde la Clínica Mayo de Rochester (EEUU).
Los cuatro se sentaron en un mesa recubierta de tela granate (un color que debieran cambiar), con el fondo de un tapiz (fondo inadecuado), ocupando el centro el doctor Cabanela, que dirigirá la atención médica a don Juan Carlos, y el propio Jefe de la Casa de S.M. Éste -anfitrión- se situó a la izquierda (puesto 2), dejando el lado derecho (puesto 1) a su “invitado de honor” principal, en un ejercicio de cesión de presidencia que saludamos positivamente y que volvemos a insistir esperemos que sirva de ejemplo a muchos denostadores de algo tan elegante como ceder a quien centrará el protagonismo esencial. Era evidente que dos eran las cuestiones que interesaban a los medios: el estado de salud del Rey y su posible tratamiento y la posibilidad de que se anunciara abdicación o inhabilitación. Por ello, ambos en el centro justifica el protocolo. Cerraron los extremos el Jefe Médico de la Casa del Rey y el doctor que operó de la hoy cadera infectada, éste ocupando la última plaza.
Algunos se preguntarán si los puestos de estos dos últimos deberían intercambiarse, por eso de la cortesía y no dejar el último lugar al médico Villamor. En mi modesta opinión, la solución adoptada fue brillante e idónea, pues de esta manera el Jefe de la Casa comparecía arropado por los dos doctores protagonistas. De ubicarse el Jefe Médico de la Casa en el puesto cuatro podría ser entendido como una nueva cortesía, pero también generaba dos zonas de mesa que obviamente no era adecuado: a un lado el equipo médico, al otro los miembros de la Casa. Igualmente, quedaba desplazado Villamor con respecto al centro de atención, lo que casi sin querer podría interpretarse de manera negativa. Un acierto insisto.
A la izquierda de la presidencia, desde un atril, el jefe del Servicio de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Casa de S.M., Javier Ayuso, quien tras la intervención inicial de los comparecientes, condujo la concesión del turno de preguntas y puso fin a la rueda de prensa cuando más o menos los temas quedaron agotados. En este sentido, todo merece nuestro aplauso, especialmente el protocolo seguido y desde el punto de vista comunicacional la entereza, firmeza y buen hacer del diplomático Spottorno.
Sin embargo, no podemos decir lo mismo de la escenografía final, que una vez más transmite ese aire vetusto y rancio que determinados espacios de La Zarzuela ofrecen cuando se celebran en ellos diferentes actos. Estimamos que era precisa una trasera más en consonancia con los tiempos, favorecedera de la comunicación institucional, pues viendo la imagen francamente uno queda desubicado y resulta plenamente chocamente y antiguo. Estos cambios que tanto cuestan adoptar en determinadas instancias, son necesarios y no le venía mal a La Zarzuela disponer de espacios que transmitan sensaciones que potencien la cercanía entre la institución y los ciudadanos.
Supongo que los cambios en ese sentido irán llegando. De momento nos felicitamos por el hecho de que se haya roto algo que hasta ahora era tabú en la Jefatura del Estado. Nada de ruedas de prensa. ¿Por qué? Estamos acostumbrados a los discursos del Rey, pero esa fórmula parece agotarse sino se complementa con otras acciones. Se intentó variar con la entrevista de Jesús Hermida al Rey, pero el mal planteamiento del periodista, su lenguaje y maneras, así como la puesta en escena y falta de naturalidad de nuestro Monarca, restó autenticidad al mensaje. Algo que no sucedió en la rueda de prensa. De frente, sin tapujos, con naturalidad estudiada, saliendo al paso de temas antes de que te quemen en las manos, se genera más confianza que con los comunicados de prensa.
Llegan tiempos que la comunicación de la Jefatura del Estado debe de adaptarse a las necesidades actuales. Resulta más elegante y próximo que el Rey anuncie personalmente la boda de sus hijos, que un trasnochado comunicado. El Príncipe, con ocasión de su compromiso con doña Letizia Ortiz, dió todo un ejemplo de comunicación eficaz y buen protocolo cuando concurrió por primera vez junto a su prometida en la puerta de su residencia. Aquella imagen dió la vuelta al mundo. El comunicado se ha quedó para estudio de anticuarios y nostálgicos.
Pasos buenos en la comunicación desde La Zarzuela. Esperemos que en el tiempo de tratamiento y curación del Rey se sigan con actuaciones similares,que se comparezca sin miedo, y no estaría de más que no sólo lo hicieran los médicos, sino su más próxima familia, porque todos deseamos saber cómo está el Rey, pero también cómo lo lleva su familia. Y eso no se puede esconder, ni dejarlo a simples comentarios cuando los periodistas coinciden con la Reina o el Príncipe en un evento. La imagen de unidad total es más necesaria que nunca y una buena comunicación puede hacer mucho al respecto.