Otro ‘isotopazo’

Mira que a algunos les ha entrado la manía de bendecir todo. Si hace unas fechas hacíamos alusión a la bendición del aeropuerto de Castellón, ahora los adjudicatarios de explotación del nuevo Palacio de Congresos de Oviedo, diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava, han decidido abrir sus instalaciones a base de isotopazos. Claro, la polémica en la ciudad ya se ha lanzado. Y no es para menos, aunque en honor a la verdad hay que decir que de acuerdo a nuestro posicionamiento en relación al hecho estrictamente religioso han actuado de forma correcta.
Lo curioso es que esta gran obra para Oviedo, promovida por su ayuntamiento, pero con inversión en su mayor parte privada, es que los adjudicatarios decidan bendecir las instalaciones el mismo día que se inicia la campaña electoral. La empresa dice que no es una inauguración oficial, que ésa será más adelante. Pero, digan lo que digan, en el momento en que el señor arzobispo se pasa por el Palacio de Congresos y bendice los mismos ante los medios de comunicación, es normal que muchos piensen que se haya querido hacer un acto al margen de las autoridades, en un edificio que es público. Probablemente a algún político le hubiera gustado estar en esa pseudoinauguración, pero la Ley Electoral impide su protagonismo.
Como señalaba antes, al menos no se ha hecho hiriente para nadie que una instalación reciba la bendición católica. Si ése es el deseo de sus responsables hay que respetarlo. Pero lo cuestionable es que se haga a bombo y platillo, porque aunque no lo quisieran, la realidad acredita que es el Arzobispo quien ha inaugurado el impresionante edificio encajado en la parte alta de la ciudad. Supongo que como el caso de Castellón la divinidad dará larga vida al palacio de Congresos. De momento la Asociación de OPC’s ya ha logrado que en Oviedo no les cobren las tasas por celebrar en él uno de sus congresos anuales.
Claro, lo más indignante es que luego el principal diario asturiano, La Nueva España, recoja con sus páginas frases las siguientes:
“La bendición del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, sirvió ayer, en un acto en el que participaron apenas cincuenta personas, para dar por inaugurado el espacio, concluido tras nueve años de obras. Las familias Cosmen y Lago, promotoras del proyecto con su empresa Jovellanos XXI, recibieron también la bendición de un arzobispo que reconoció: «Préstame mucho y agradezco la libertad de Jovellanos XXI para organizar este acto». Sanz mandó un aviso para navegantes en la primera jornada de campaña electoral: «Estamos aquí convocados por ellos –los promotores– y la foto no coincide con la que algunos habían dibujado en su cabeza, porque estamos aquí los que estamos y no otros, y estamos para esto y no para otra cosa». Por si alguien quería convertir la «inauguración» en un acto político”.
Me da la sensación de que este Arzobispo quiso ser político durante un día. Dios mío…

De aquí al cielo

La foto, que ya ha dado la vuelta al mundo protocolario, ya lo dice todo. Poco más se puede añadir. Seguramente unos pensarán de una manera y otros de otra, afortunadamente. Pero resulta tremenda, impactante, y personalmente de alguna forma me devuelve al siglo XIX. Ver a un sacerdote bendiciendo unas instalaciones, en concreto el nuevo aeropuerto de Castellón; clama al cielo. Y más en un acto promovido por autoridades oficiales, que son representantes en este caso de la Comunidad Valenciana y de la provincia de Castellón.
Para un aeropuerto por donde van a pasar seguramente personas de todo tipo y condición, católicos, no católicos, ateos, musulmanes, etc., no parece que lo más recomendable sea pedir que en el transcurso del acto oficial un señor vestido de sotana invoque el nombre de Dios para poner en marcha un servicio ciudadano. Creo que demuestra una escasísima sensibilidad hacia la ciudadanía en general y un desprecio a quienes en nombre de las instituciones públicas recurran a determinadas prácticas que la propia Constitución Española no permite. La máxima norma prohíbe radicalmente la discriminación por razones religiosas, y entiendo que en un acto público promovido por una autoridad pública, recurrir a un protocolo que incluye una oración de una determinada confesión religiosa me parece que es discriminatorio y por lo tanto es probable que entre la ilegalidad.
Pero al margen de eso (soy partidario de un protocolo aconfesional), la fotografía nos aporta otras cuestiones que no podemos soslayar. A la imagen casi inquisitorial del cura bendiciendo se une la imagen de una trasera que parece transportarnos a través de un avión al cielo, con la susceptibilidad que aporta todo esto de viajar en avión y el miedo de los pasajeros. Y la imagen de una placa que aquí se muestra tapada por un paño azul, a cuya vera se encuentra una conductora del acto que parece absolutamente aterrada. Y no es para menos. Ella quiere estar con los pies en la tierra ante tan celestial momento. Claro, la cosa chirría.
Chirría tanto que después del suspense, paño fuera y aparece un texto de placa conmemorativa que seguramente cualquier profesional de protocolo cuestionaría inmediatamente. Creo que un evento de estas características no es el mejor ejemplo del buen protocolo que se hace en España y de los magníficos profesionales que hay. Pasemos capítulo y vayamos volando. Pero por Dios… que estas cosas de la España pasada se queden en el lugar que les corresponde y no salgan a la acción de las instituciones públicas. Los profesionales de protocolo tenemos que impedir que se produzcan situaciones como éstas…
Lo cierto es que viendo la secuencia completa y analizando los videos, uno llega a la conclusión siguiente: ¿realmente se ha inaugurado un aeropuerto? ¿O es una lanzadera hacia el cielo? ¿Estaremos ante un aeropuerto divino? No me extraña que Camps, presidente valenciano, haya querido dejar su firma sobre una placa que hasta la Real Academia Española podría decir algo a propósito de las faltas de ortografía que tiene. Por cierto, ¿que habrán hecho con la placa? Alguien la habrá enviado al infierno.