Rueda de prensa de la cumbre hispano-polaca o ¿de Bárcenas?

Foto Efe.

 

El pasado 15 de julio, en el Palacio de la Moncloa, sede de la presidencia del Gobierno de España, se celebró la IX Cumbre bilateral entre España y Polonia. Ambas delegaciones estaban encabezadas por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy,  y el primer ministro de Polonia, Donald Tusk. Según la nota oficial, “el encuentro demuestra la estrecha relación que mantienen ambos países, confirmada por los numerosos y constantes contactos entre los dos gobiernos durante este año. Además del carácter anual de estas cumbres bilaterales, es conveniente destacar que Polonia es el único país de la ampliación de 2004 con el que España celebra este tipo de cumbres. En paralelo a la reunión bilateral entre ambos jefes de Gobierno,  se celebraron reuniones sectoriales a nivel ministerial y de secretarios de Estado. Por parte de España, participaron en las respectivas sectoriales los ministros de Fomento, de Interior y de Empleo y Seguridad Social. También hubo varias reuniones a nivel de secretarios de Estado (Unión Europea y Energía). Tras estos encuentros se celebró una reunión plenaria, finalizando la cumbre con la rueda de prensa de ambos líderes”.
Hasta aquí todo correcto. ¿Alguien sabe qué aspectos se debatieron o se trataron en la cumbre? Teniendo en cuenta el actual papel delicado de nuestro país cualquier contacto diplomático con socios europeos debe tener  trascendencia, pero en esta ocasión no la hubo. ¿Por qué? La respuesta es clara y evidente. Convocar a los medios de comunicación para dar cuenta de esta cumbre el día que el ex tesorero del mismo partido que Rajoy, el “presunto Bárcenas”, imputado por numerosos delitos, declaraba ante el juez en la Audiencia Nacional y aportaba supuestas pruebas comprometedoras para el buen nombre del gobierno, fue en nuestra modesta opinión un error, aunque para los periodistas constituyera una excelente ocasión para preguntar al Presidente por los “turbios” asuntos ante el silencio mantenido tras las últimas informaciones del diario El Mundo.
Seguro que no fue un error para sus convocantes, conscientes de lo que iba a pasar. Se asume que es inevitable que la cuestión salga, se autorizan por un par de preguntas y por deferencia al primer ministro se zanja la cuestión. Desde el punto de vista diplomático y protocolario muy discutible. En primer lugar por la importancia de la cumbre. Una reunión a este nivel no puede quedarse informativamente en nada, eso, en nada. ¿Alguien sabría resaltar algo de lo hablado, pactado o acordado? Y fueron muchas reuniones plenarias y sectoriales. En segundo lugar, porque nos parece una falta de delicadeza someter a un primer ministro extranjero a concurrir a una rueda de prensa en la que sabe que va de convidado de piedra pues todo el protagonismo lo tendrán las palabras de Rajoy y sobre el asunto Bárcenas, que nada tiene que ver con la cumbre.
Con independencia de las razones de la conveniencia de esta convocatoria, ineludible por otra parte, pienso que se podría, al menos desde el punto de vista protocolario, haberse diferenciado una cosa de la otra. El Presidente español debía acudir a la rueda de prensa con Donald Tusk para hablar de la IX cumbre bilateral y ceñirse exclusivamente a ella. Claro que para conseguir eso debía, en otro marco separado, corresponder a los medios interesados sobre los asuntos internos de nuestro país. Resulta evidente que la opción adoptada no es fruto de un fallo, pues responde claramente a una estrategia de comunicación del Gobierno, que desde el punto de vista diplomático es reprobable pues deja sin protagonismo alguno al invitado de honor y coparte de esta reunión al máximo nivel.
No sé si Bárcenas va a llevar por delante o no a muchos, pero desde luego, bien que le pese al Presidente del Gobierno, le está marcando la agenda por muchos intentos que Rajoy haga para que no sea así. De hecho al día siguiente político español se reunía con los primeros empresarios de este país en La Moncloa, y mientras daban el telediario los clientes del bar, al lado de mi casa, solo soltaban frases negativas al respecto. Palabras alegóricas a que en esa reunión el primer mandatario español estaba pidiendo más dinero para el partido se repetían una y otra vez, y de boca de personas que conoces su simpatía por el Partido Popular.
Pero sin entrar en cuestiones políticas, de las que uno se quiere desmarcar, lo que sí es cierto es que me resulta una desconsideración con el primer ministro polaco hacerle pasar por ese momento, desluciendo una cumbre de la casi nada ha llegado a los ciudadanos. Para la estrategia comunicacional del Gobierno es probable que fuera una opción positiva, para mí una descortesía protocolaria y diplomática grave, y todos sabemos que en diplomacia estas situaciones pasan factura. Todo esto al margen de que la casi totalidad de los españoles siguen desconociendo la importancia de algunos de los acuerdos suscritos, como por ejemplo en temas como transporte, infraestructuras e inversión de empresas españolas en Polonia, entre otros.
Un caso claro de cómo puede chocar la diplomacia internacional con los asuntos domésticos en materia de protocolo. Merece la pena tenerlo en cuenta.