La sucesión del título de Duque de Suárez

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El País publica hoy un reportaje sobre la sucesora nobiliaria de Adolfo Suárez, Alejandra Romero (hija de la primogénita del ex presidente, Mariam, fallecida como consecuencia de un terrible cáncer), que pasará a tener el título de “duquesa de Suárez” una vez se hayan hecho las gestiones oficiales oportunas y observado el tradicional tiempo de luto nobiliario. El título fue concedido por el Rey en 1981, por “Real Decreto 254/1981, de 25 de febrero, por el que se concede el título del Reino de Duque de Suárez a don Adolfo Suárez González” (ver Real Decreto).

El texto de dicha disposición puede verse pinchando aquí.

Ha sido muy excepcional la concesión de este título con carácter perpetuo –ni tan siquiera se habla de hereditario-, pues ha sido y es política de la Casa Real actual conceder títulos del Reino pero con carácter vitalicio (caso de las hijas del Rey). Es probable que en su momento se haya valorado la excepcionalidad de este personaje de la política que contribuyó a devolver la democracia y a traernos una nueva constitución. Pero, sobretodo, estamos convencidos de que la verdadera razón respondió al hecho de que el ducado otorgado, de no heredarse, se extinguiría con el personaje, lo que restaría verdadero valor a la distinción nobiliaria.

Cuando los ducados son genéricos (nombre de una ciudad, etc.) parece sensato –en estos tiempos- que la concesión sea vitalicia (no hereditaria), pues es una distinción que se “presta” en vida en agradecimiento por unos servicios realizados pero que ha de ser devuelta tras el fallecimiento (como ocurre con la pertenencia a las ordenes nobiliarias). Pero en esta excepción –que ha habido más como el caso del anterior Duque de Fernández-Miranda, Torcuato Fernández-Miranda, precisamente la persona que propuso al Rey que fuera Suárez el elegido de entre la terna de candidatos a  la presidencia, y cuyoprivilegio ha herededado su hijo Enrique-, lo lógico es que quede en poder de la familia y sus sucesores.
Se ha especulado estos días sobre quién debía heredar el título de Duque, pero tras la denominada Ley de Zapatero de 2006 (Ley 33/2006, de 30 de octubre, sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión de los títulos nobiliarios) que establece la igualdad jurídica de sexo para las herencias de títulos en favor del primogénito –sea hombre o mujer-, no deja dudas al respecto. La sucesión es a favor de la hija mayor y al haber fallecido ésta pasa a su hija mayor, la nieta del ex presidente, Alejandra.
Adolfo Suárez, junior, junto a su esposa e hijos. Al fondo la nueva duquesa en los actos fúnebres por el fallecimiento de su abuelo.

Adolfo Suárez, junior, junto a su esposa e hijos. Al fondo la nueva duquesa en los actos fúnebres por el fallecimiento de su abuelo.

Más información:

Detalles de la nueva duquesa en el reportaje de El País.

Supuesta polémica sobre quién debía heredar el título.

La Casa Real avala la teoría protocolaria del “vale todo”

El Rey ha sabido actuar como un buen jefe de Estado al concurrir públicamente con inmediatez ante los medios de comunicación para testimoniar su dolor y condolencia por la muerte del que fuera el primer presidente de la democracia española, Adolfo Suárez, el gobernante entonces joven que nos devolvería constitucionalmente la libertad a los españoles. Pero el Rey, o/y su equipo de asesores –protocolo, comunicación y otros gabinetes- han hecho un triste favor al orden constitucional, a la bandera y al buen protocolo institucional. Fue el primero en comparecer ante los medios de comunicación, a los pocos minutos de anunciarse oficialmente el fallecimiento del abulense, desde su despacho oficial de La Zarzuela. Instantes después lo haría el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desde La Moncloa. Y siguieron luego otras declaraciones de interés.
Pero la puesta en escena Real me ha apenado y, por qué no decirlo, molestado y enfurecido. Quienes saben de Protocolo, sólo al ver la imagen ya intuirán a qué me voy a referir:
Rey Suárez buena
No había casi ni transcurrido unos segundos cuando las redes sociales de los profesionales de protocolo se llenaron de expresiones como “increíble”, “no me lo puedo creer”, “otra vez”, “¿qué está pasando?”, etc. A mi twiter, en apenas treinta minutos, llegaron más de cien comentarios que no daban crédito a lo que veían sus autores. La bandera española estaba dispuesta incumpliendo la ley, la misma que, por cierto, creó Adolfo Suárez. Hay quien se preguntaba por las razones, argumentando que eso no podía ser un fallo, que algún motivo habría. No sé si hubo razones o no, o si se tuvo en cuenta de nuevo que la enseña nacional debía aparecer junto al monarca (y no la Europea como correspondía). No lo sé. Pero sí sé que las leyes están para cumplirse, y más desde la jefatura del Estado (y sino les vale que cambien la norma). No es un fallo solamente, es saltarse peligrosamente la norma vigente. Se ha dado luz verde al “vale todo en protocolo” y sin querer facilitan argumentos a quien desde ya hacer con las banderas lo que se le antoje. El presidente catalán, por ejemplo, habrá sonreído al ver la imagen. O los que consideran que la verdadera bandera española es la republicana.
Si era necesario que el vexilo nacional estuviera al lado del Jefe del Estado, cosa que suscribo, hubiera bastado con prescindir de la Europea, que por cierto tampoco era necesaria en esta comparecencia de consumo nacional. Ya dijimos lo mismo con ocasión del mensaje de Navidad, en el que se adoptó la misma decisión.  Cuando se anunció que el Rey haría una declaración ya comenté con mis allegados lo peor, incluso presagiaba que podrían aparecer enlutadas cuando aún no se había declarado el luto oficial (menos mal que no fue así).
Hubiera sido más institucional y de Estado que hubiera aparecido solo la bandera de España, pero si su deseo es que lo hiciera también la Europea no quedaba más remedio que ponerla al otro lado del Rey o bien intercambiarla con respecto a la nacional. Pero soluciones mediáticas a la carta cuando hay normas oficiales de obligado cumplimiento no son admisibles. Podrían haberse buscado otras soluciones más televisivas, que las hay sin incumplir.
Comparecencia presidencial
 Los asesores de Mariano Rajoy debieron tener en cuenta el detalle, pues el Presidente compareció –en una inapropiada escenografía- con las dos banderas,  ordenadas correctamente (en una disposición casi ridícula), como puede apreciarse en la imagen que sigue más abajo. Pero nos llamó la atención que aparecieran enlutadas cuando aún no había declarado el luto oficial, que por otra parte solo puede aplicarse legalmente mañana cuando aparezca en el Boletín Oficial del Estado y que durará tres días (desde las 00.00 horas de esta noche hasta las 24.00 horas del miércoles). En este tiempo, todos los organismos oficiales deben hacer ondear la bandera de España a media asta y, por consideración, el resto de las enseñas.  Además, si se fijan los lectores en la imagen, el lazo negro sobre la bandera de España parece más –perdón por el simil- un condón negro que un lazo de luto. ¿No se puede cuidar mejor esta puesta en escena? ¿Y la bandera de Europa? Parece que está, que no está… Una posición rarísima, entre escondida y apartada. Lamentable.
 Rajoy bandera Suárez
El Rey San Pedro
Volviendo a la comparecencia del Rey, nos ha llamado la atención la fotografía elegida por el Monarca (o sus asesores) tomando del hombro a Suárez en los jardines de La Zarzuela, en su último encuentro, ya enfermo el ex presidente. Varias reflexiones salen de inmediato. La más preocupante: la imagen de Suárez dando la espalda a los televidentes. ¿Era lo más idóneo? Pienso que no aunque reconozco que la foto tiene una fuerte carga sentimental y mediática, pero también sabemos que hay otras fotos en La Zarzuela más emotivas del Rey y Suárez juntos y emocionados y dando la cara a la cámara.
Nos viene una segunda reflexión más anecdótica: parece que el Rey asume el papel de “San Pedro” llevándose al cielo al ex presidente. Inevitable pensar en ello. Quizá por esta razón debía haberse evitado.
 Rey abrazo Suárez
El incumplimiento de la bandera daña la imagen del protocolo institucional, ya bastante tocada. Me preocupan estas decisiones que ya se reiteran, porque contribuyen a la ley de la selva –todo vale si lo dicen las televisiones o los comunicadores- y porque consolida la opinión de que las altas instituciones del Estado han dejado de ser referencia protocolaria de quienes trabajamos en esta profesión. No hay razones que justifiquen un incumplimiento así, ni puestas en escena tan desafortunadas. Y menos desde la más alta instancia del país. El tema está en que vale todo pero solo para estas instituciones. Luego obligan a las demás a que se cumplan cuando interesa.
Sospecho que los sustos protocolarios en relación al fallecimiento de mi admirado Adolfo Suárez, sólo acaban de empezar. Al tiempo. No le dejamos ni descansar en paz.

Un protocolo adecuado para despedir al presidente que trajo la democracia

Suárez jura
Hace apenas unas horas, se anunciaba oficialmente el fallecimiento del ex presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, el presidente de la transición española y el primero de la democracia tras la aprobación de la Constitución de 1978. Vaya desde este modesto blog nuestro pesar por la pérdida de este hombre que jugó un papel clave y decisivo para que los españoles hoy podamos decir que vivimos en un país democrático.
Me ha gustado el twet que mi primo el periodista de la Cadena Ser, Isaías Lafuente, escribió: “Muere Adolfo Suárez. Con él estaba todo por hacer. Hoy todo está por deshacer”.  Esta breve frase resume bastante el papel que jugó este hombre que le ha tocado vivir una fase histórica fundamental, y que ha tenido la virtud de saber guardar silencio, ser ejemplo de discreto ex presidente y de llevarse consigo muchos enigmas que necesita conocer nuestro país para entender su reciente historia.
Confiemos que esas anotaciones que dicen los periodistas hizo Suárez y que están en poder de su familia contribuyan a esclarecer una fase de nuestro tiempo reciente que aún sigue arrojando severas dudas.
Después de una vida dura y desgraciada en lo personal (fallecimiento de su esposa e hija mayor) y de su larga enfermedad. El presidente que se marcó como deber cumplir lo que prometió, se ha ido incumpliendo su promesa en nombre del deber.  Descanse en paz. Confiemos en que el Estado sepa despedirte como mereces, con el protocolo adecuado y con un acto a la altura de la democracia que nos ayudaste a traer. Habrá que respetar ciertos usos y costumbres del Estado, pero hay margen para singularizar en quien fue sin lugar a dudas un presidente que ya estudian nuestroshijos en la asignatura de Historia.