Repensar los actos del día de la Fiesta Nacional

El Observatorio Profesional de Protocolo y Eventos (OPPE) promueve para este martes, 6 de octubre, a las 18.00 horas, dos interesantes debates dentro de su XVI Jornada de Protocolo y Eventos relativos a la celebración de la Fiesta Nacional de España, cada 12 de octubre y sobre la creciente utilización de los símbolos oficiales de Estado con fines exclusivamente políticos. Ambos son del máximo interés y sus conclusiones serán relevantes para el estudio que en este sentido iniciará aquella entidad. Este artículo se centrará en la cuestión de la Fiesta Nacional, que este año por motivos sobradamente conocidos no se celebrará en su formato habitual (gran desfile militar en el Paseo de la Castellana y recepción oficial por el rey en el Palacio Real). Ya se sabía desde hace meses que el desfile tradicional no podría hacerse por la Covid-19 y desde entonces tanto el gobierno como la jefatura del Estado se han venido estudiando alternativas. La celebración (si podemos llamarlo así en estos tiempos), aunque no se conocen todavía todos los detalles, se centrará en el Patio de Armas de Palacio Real, donde se hará el ceremonial militar de izado de la bandera, homenaje a los caídos y un muy reducido desfile dentro del propio recinto. No más de 70 autoridades del máximo nivel estarán presentes y no habrá recepción en Palacio. La solución parece sensata y seguro que se vestirá de la máxima solemnidad, la que corresponde a una fecha singular que afecta a todos los españoles.

Aunque ya el pasado año aporté algunas reflexiones conforme a los actos de esta fiesta, quisiera de nuevo ahondar en la cuestión porque es una lástima que el Día de España se celebre principalmente con esos dos actos que no aportan sentimiento de país (al menos a la mayoría). No quiero decir con ello que se suprima el desfile militar, ni tampoco la recepción. Sencillamente señalo que el acto central debería diferente, más civil por supuesto, y que la celebración debiera extenderse al conjunto de las comunidades autónomas y ayuntamientos, en su mayoría muy ausentes cada 12 de octubre. Tan ágiles que son para poner la bandera oficial a media asta, no ocurre lo mismo con la celebración de nuestra fiesta.

No es la fiesta de Hispanidad

En primer lugar conviene que recordemos que no es el día de la Hispanidad, como una vez y otra los medios de comunicación nos dicen. Esta jornada del 12 de octubre se ha conocido en tiempos atrás como el día de la Raza, luego día de la Hispanidad (una forma de eliminar el término tan negativo de Raza, pero que viene a decir lo mismo) y ahora es el Día de la Fiesta Nacional de España. En este sentido, debo referirme al artículo publicado por el profesor Serafín Piñeiro Rodríguez, para contextualizar esta conmemoración:

Corría el mes de septiembre de 1892 y en San Sebastián la temporada estival tocaba a su fin, no obstante, la Reina Regente María Cristina de Austria (viuda de Alfonso XII) quiso mantener unos días más la corte en la ciudad. Así, el día 23 firmaba, en nombre de su Hijo el rey D. Alfonso XIII; un Real Decreto que declaraba el 12 de octubre de 1892 día de fiesta nacional al objeto de conmemorar el IV Centenario del Descubrimiento de América. Significar que en la exposición de motivos de esta norma especifica que la fiesta se solicita “sin perjuicio de que la Corona con las Cortes puedan declararla perpetua después”.

Posteriormente, otro RD de la Regente autorizaba la presentación a las Cortes de un proyecto de ley que perpetuase la festividad, pero para no incomodar a algún Estado iberoamericano el proyecto se demoró hasta 1918 cuando casi todos esos países tenían su fiesta nacional. Así, con el ánimo de renovar los vínculos con esos Estados, Antonio Maura somete a las Cortes el día 8 de mayo un proyecto de ley para “declarar fiesta nacional, con la denominación de ‘Fiesta de la Raza’ el día 12 de Octubre de cada año”; que será sancionado por Alfonso XIII en la Ley de 15 de junio de 1918. Significar que esta denominación no cuajó demasiado en algunos foros por razones incluso ideológicas, y surgieron otros nombres que parecían más acertados: Fiesta del 12 de octubre, Día de la Hispanidad, Fiesta de la hispanidad, etc. Los años siguientes y ante estructuras de poder tan dispares como Monarquía limitada, República o Dictadura se usaron dichas denominaciones para la fiesta, al menos, extra oficialmente.

Cuarenta años después, en pleno franquismo, ve la luz el Decreto de 10 de enero de 1958, que declara el 12 de octubre fiesta nacional con el nombre de “Día de la Hispanidad”. Esta norma alude al “deber ineludible de interpretar la Hispanidad como un sistema de principios y de normas destinado a la mejor defensa de la civilización cristiana y al ordenamiento de la vida internacional en servicio de la paz”. Añade que la fecha “tendrá carácter permanente de Fiesta Nacional” pasando a llamarse “día de la Hispanidad”. Además, establece actos de carácter cultural y social para celebrar el acontecimiento.

Tendrán que pasar otros veintitrés años, en la Democracia del Rey Juan Carlos I, para que la Fiesta Nacional vuelva a modificarse; en esta ocasión por Real Decreto 3217/1981, de 27 de noviembre, que establece las normas para la celebración del 12 de octubre, Día Nacional de España y Fiesta de la Hispanidad. La norma explica la solemnidad de los cambios en su exposición de motivos “La singular importancia del día doce de octubre, Fiesta de la Hispanidad, en la que se conmemora el descubrimiento de América y el origen de una tradición cultural común a los pueblos de habla hispánica, aconseja dar a su celebración la máxima solemnidad y permanencia en todo el ámbito nacional”. Así mismo establece que “Los poderes públicos de la Nación programarán actos oficiales y populares conmemorativos.

Para finalizar este pequeño viaje por la historia española, señalar que siete años después será la Ley 18/1987, de 7 de octubre, la que establezca el día de la Fiesta Nacional de España en el 12 de octubre. Ahora, desaparece cualquier alusión a la palabra hispanidad y en su exposición de motivos señala aspectos muy interesantes que hoy cobran especial interés: “La fecha elegida, el 12 de octubre, simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”.

Por último, para entender la participación de las Fuerzas Armadas en la Fiesta no hay más remedio que acudir al Real Decreto 862/1997, de 6 de junio, por el que se regulan los actos conmemorativos del Día de la Fiesta Nacional de España, en el ámbito del Ministerio de Defensa. La norma traslada al 12 de octubre los actos que se venían desarrollando el Día de las Fuerzas Armadas (FAS), en la festividad de San Fernando, al considerar que contribuirá a identificar a las FAS con la sociedad a la que sirven. Dispone además que este día el personal militar vestirá de gala y, en el ámbito del Ministerio de Defensa, se procederá al engalanado general de los edificios y buques. Además, determina que tendrá lugar una parada militar y un solemne homenaje de respeto y exaltación a la Bandera de España, enseña de la Patria y símbolo de su unidad y de la convivencia nacional.

De forma abreviada y magistral ahí queda la historia de esta fiesta, llamada hoy Fiesta Nacional de España, y nada menos que con un soporte en forma de Ley aprobada por las Cortes Generales en 1987. Desterremos pues el término Hispanidad y otros términos que no se corresponden con lo que es hoy.

Acto central civil y discurso del jefe del Estado

Decía al principio que no soy contrario a los actos militares, son una tradición que hay que respetar y que tampoco veo mal, pues son ceremonias que en muchas países también se siguen, como en el caso del 14 de julio en Francia. Pero quizá el desfile español, respetando las partes estrictamente militares de homenaje a la bandera y a los caídos, podría ampliarse a otras representaciones de la sociedad, y no sólo de las Fuerzas Armadas. Tampoco soy contrario a la recepción del rey, que obviamente me parece obligada, y más desde que Felipe VI ha impulsado que la misma no se quede en representantes políticos sino que se abra al máximo a la sociedad en general.

Pero así y todo la Fiesta Nacional se queda pobre y lejos de la realidad social, que vemos en esta fecha un día de “no trabajo” y que si cae en lunes como este año mejor, porque hacemos puente. Las comunidades autónomas celebran con intensidad el día de sus comunidades, con actos en los parlamentos regionales, actos en la calle, celebraciones civiles promovidas por los gobiernos. Pero el Día de España se agota en el planteamiento actual. Necesita ya una clara innovación respetando esos dos eventos antes comentados. Necesita un gran acto civil, fuera de Palacio, y que si rota por comunidades mucho mejor. Un acto civil que se pueda guionizar de forma adecuada para que todos nos veamos reflejados en nuestra fiesta (algo con los que muchos no se sienten identificados). Es una pena porque es una pérdida de oportunidad de generar sentimiento de país y de identificación con sus símbolos oficiales.

Más actividades y llegar a los más jóvenes

No tiene por qué centrarse en un día, puede haber actividades, exposiciones, conciertos, etc. desde una semana antes, con jornadas de puertas abiertas en todas las instituciones y muchas cosas más que todos podemos tener en la mente. El desfile sería un acto más, relevante y ceremonioso, sí, pero no el principal. Debe darse dos vueltas al asunto para generar otra manera de vivir este día y pensar que hemos de llegar al sector más joven de la población. Por ejemplo, el discurso de Navidad del rey ya no le encuentro mucho sentido, y, sin embargo, lo echo mucho en falta el día 12 de octubre. Un discurso sin cortapisas del gobierno, donde el jefe del Estado pueda expresarse con plena libertad animando al “orgullo español”, a la convivencia, al encuentro y a la responsabilidad. Sin meterse en asuntos en los que no tiene competencia o que por su sensibilidad convenga obviar, creo que un jefe del Estado en el día del país debiera hacer su gran discurso anual. Y siempre fuera de Palacio. Pisando calle.

Este año las cosas vienen como vienen y poco más se puede hacer. Eso sí, es una pena que las comunidades autónomas vean esta fecha desde el horizonte, sin señales de identificación, más allá de asistir al desfile militar. Pero es hora ya que haya cambios en esta fecha desde el punto de los eventos, que se extiendan a todos los territorios del Estado y que los españoles disfrutemos de esta jornada más allá del bellísimo ceremonial militar o la pasada por el cielo de la patrulla Águila desplegando gases con los colores de la bandera de España.