El protocolo de honor de la bandera española

Este comentario nada tiene que ver con el fondo del acto de la reciente firma de hermanamiento entre los ayuntamientos de Gandía (Valencia, Comunidad Valenciana, España) y Fano (Las Marcas, Italia), sino para provocar una reflexión más allá del hecho que abunde en la búsqueda de la ordenación adecuada de las banderas cuando se opta por una opción en dos bloques como se aprecia en la imagen. ¿Es correcto el protocolo de honor seguido? Seguramente la mayoría al verlo dirán enseguida que sí, pero es necesario profundizar para estar seguros de ello. La primera impresión que se puede sacar al ver la fotografía es que la española queda en un extremo, como la europea. Conceptualmente el espacio “parece” estar presidido por las banderas de la Comunidad Valenciana y la italiana. Merece que nos detengamos en la cuestión y tratemos de añadir criterios que sugieran un debate para unificar puntos de vista, sin pretender romper la necesaria flexibilidad que requiera la singularidad de cada situación. Pero vemos una ordenación que ya se repite demasiado y tenemos la certeza que no va conforme a la legislación aplicable.

Protocolo de la bandera de España

Al fondo puedes observarse , en la parte izquierda de la imagen, las banderas de España y de la Comunidad Valenciana. A la derecha la de Italia y Europa. Acto de hermanamiento del municipio de Gandía con el italiano Fano celebrado hace apenas unos días en el Palau Ducal de la localidad valenciana.

Si atendemos al artículo tercero, apartado uno, de la Ley 39/81, de 28 de octubre, por la que se regula el uso de la bandera de España y de otras banderas y enseñas  “la bandera de España deberá ondear en el exterior y ocupar el lugar preferente en el interior de todos los edificios y establecimientos de la Administración central, institucional, autonómica provincial o insular y municipal del Estado”. Repasando esta disposición y observando la fotografía concluyo claramente que aquel precepto no se cumple. La enseña rojigualda no está en el principal lugar de honor. El artículo sexto, apartado uno, enfatiza al respecto: “Cuando se utilice la bandera de España ocupará siempre lugar destacado, visible y de honor”. Nos reafirmamos en el incumplimiento de cualquier situación como la que hemos visto en el Palau Ducal de Gandía.

Algunos (muchos) recurrirán en su defensa al mismo artículo, apartado dos, que despista a la mayoría en casos como éste:

“Si junto a ella se utilizan otras banderas, la bandera de España ocupará lugar preeminente y de máximo honor y las restantes no podrán tener mayor tamaño.

Se entenderá como lugar preeminente y de máximo honor:

  1. a) Cuando el número de banderas que ondeen juntas sea impar, la posición central.
  2. b) Si el número de banderas que ondeen juntas es par, de las dos posiciones que ocupan el centro, la de la derecha de la presidencia si la hubiere o la izquierda del observador”.

Conclusión

Es fácil concluir que si hemos decidido que a un lado de la presidencia se coloquen las banderas de España y Comunidad Valenciana, la española se ubique a la derecha entre ellas, tal y como aparece en la imagen. Pero no puede olvidarse el contexto general del espacio como en esta caso que coexisten otras dos banderas, aunque estén separadas unos metros. Si pensamos que se trata de dos bloques que deben ordenarse de manera diferenciada, estamos condenando a la de España a una peor posición y eso va contra la norma (quizá fuera necesaria matizar la Ley). Debemos entender que las cuatro banderas forman el todo, aunque haya un espacio por medio y, de ser así la enseña de España debería situarse a la izquierda de la valenciana, puesto de máxima relevancia en esta situación. Es como si imaginariamente estuvieran las cuatro banderas juntas. De las dos del medio, la de España quedaría a derecha (puesto de honor) y la de Italia a su izquierda. El puesto 3 sería para la valenciana (derecha de la española) y la europea cerraría con el puesto cuatro (izquierda de Italia). Esta es la opción que consideramos correcta y nos postulamos por esta praxis.

Otra cosa sería que hubiera solo un grupo de banderas a la derecha (es decir que no estuvieran la italiana y la europea), en cuyo caso sí estaría legalmente correcta la enseña de nuestro país, aunque en estos casos conviene acercar las banderas lo máximo posible al centro del espacio y muy cerca de las personas que presiden, para que el vexilo de España no se vaya muy al extremo.

Las banderas en la visita del presidente de Francia

Algunos, a propósito de esta cuestión, podrán echarme en cara o tildarme de contradictorio por el comentario que hice el 29 de julio de 2018 sobre la ordenación de las banderas seguida en Palacio Real con ocasión de la reunión que el Rey de España mantuvo con el Presidente de la República de Francia.

Decía en una de mis redes sociales:

“Me han preguntado algunos si la ordenación de las banderas en el encuentro entre el Presidente de la República Francesa y el Rey de España es correcto. Mi respuesta es sencilla: sí. Además, innovadora y muy respetuosa con la cortesía internacional y la francesa, sin vulnerar la normativa española. El Rey cede su derecha al Jefe de Estado invitado como se acostumbra. Detrás de cada uno se colocan las banderas de sus países. Tras Macron la francesa y la europea, de acuerdo al orden que se sigue en Francia (aunque para ser del todo correctos, deberían estar ambas enseñas más juntas y la europea unos centímetros por detrás de la francesa; eso explicaría la preeminencia de la francesa). La de España detrás de Felipe VI, tomando precedencia sobre la europea que se queda a su izquierda. Un equilibrio perfecto y legal. Un detalle innovador y valiente, en un entorno difícil (por sus tonalidades y recargamiento decorativo) que colapsa la imagen y resta protagonismo a los dos altos representantes. Pero, comprensible, porque estamos en los salones oficiales de Palacio Real de Madrid y no es fácil encontrar un salón que evite esta circunstancia. Al menos alguien ha pensado y ha tratado de equilibrar dentro de la generosidad de dar prioridad al invitado de honor y sus símbolos. Sigo pensando que la Casa de Su Majestad el Rey es quien mejor protocolo en las altas instituciones está haciendo y más esfuerzo por innovar sin romper las obligadas costumbres y la solemnidad necesaria cuando es obligada”.

Y añadimos ahora a propósito de la cuestión analizada en este artículo, por si algunos consideran que estamos ante un protocolo a la carta: la bandera de España está en el lugar de máximo honor, marcado por la posición del Jefe del Estado español (anfitrión). Y haciéndolo así, además, cumple con los preceptos de cortesía internacional. Es evidente que todo esto nos lleva a concluir que la Ley en el fondo lo que nos señala es que la bandera de España tenga un lugar de honor y de preeminencia y esa ubicación se fija en función del contexto, la forma de ubicar los mástiles, la posición de los protagonistas que presiden, etc., factores que no se pueden olvidar.

Preeminencia de las banderas nacionales frente a las autonómicas

Ya aprovechamos el relato de hoy para comentar otra cuestión que vemos muy a menudo: la colocación de la bandera de la comunidad autónoma tras la española, pero antes que otras banderas de países. Aunque las normativas de las banderas autonómicas son muy claras y precisas sobre su ubicación inmediatamente a continuación de la española, no puede olvidarse que la Ley de bandera de España resulta de obligado cumplimiento frente a normativas autonómicas y aquella, en su artículo 7, señala que “cuando la bandera de España deba ondear junto a la de otros estados o naciones lo hará de acuerdo con las normas y usos internacionales que rigen esta materia en las relaciones entre estados, así como con las disposiciones y reglamentos internos de las organizaciones intergubernamentales y las conferencias internacionales”.

De todos es sabidos que las Naciones Unidas (ONU) estableció hace tiempo la igualdad jurídica de todos de los estados, lo que inevitablemente nos lleva desde el punto de vista protocolario a deducir que los jefes de Estado tienen el mismo tratamiento y los símbolos nacionales igual. Por eso ordenamos normalmente a dichos jefes de Estado por su antigüedad y no por ser el máximo mandatario de un país más fuerte o más amigo. Y las banderas las colocamos siguiendo el orden alfabético del idioma del país anfitrión o en inglés o, en algunas organizaciones, en francés. La costumbre y los usos internacionales respetan desde el nacimiento de la actual diplomacia el tratamiento igualitario de las enseñas de los países. No cabe pues relegar a un puesto inferior una bandera de un país extranjero para dar mayor preeminencia a la autonómica. Es un error y un incumplimiento que muchos cometen sin ser conscientes.