
Momento inicial de la reunión entre el presidente del Gobierno y el president de la Generalitat en el Palacio de Pedralbes.
La reunión de ayer en el Palacio de Pedralbes, en Barcelona, entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat, Quim Torra, evidenció la importancia que tiene el protocolo en ocasiones tan complejas como ésta. Los medios de comunicación nos preguntaban una y otra vez a noche ¿por qué el presidente del Gobierno cedió la derecha al president catalán en su última reunión en La Moncloa, y en la ciudad condal ocurría lo contrario? ¿Cuál debía ser la opción más correcta en circunstancias normales? ¿Tienen algún significado todos estos gestos? Es evidente que el protocolo, más allá de los contenidos políticos que se hayan tratado en el encuentro (no objeto de este artículo), ha girado en torno al empeño de cada parte de trasladar su propio mensaje a través de la escenificación.
Creo que es la primera vez que los medios de comunicación han sido conscientes de la importancia del protocolo en las puestas en escena institucionales, que obviamente contribuyen, y en mucho, al mensaje que pretenden trasladar. Pero desgraciadamente nos encontramos que muchos periodistas desconocen por lo general los principios más elementos del protocolo que les hubieran permitido entender con mayor claridad lo que han denominado “gestos” de la reunión. Pero resulta aún peor que diferentes políticos hayan criticado el uso de un “protocolo de Estado”, con los honores que conlleva. Nada más lejos de la realidad. Tampoco se puede negar que la Generalitat introdujo ciertos detalles que buscaban claramente evidenciar un encuentro de mayor nivel que el de otro presidente de una Comunidad Autónoma. Decir que Sánchez ha tratado como un jefe de Estado a Torra, desde el punto de vista protocolario es una barbaridad y nada más lejos de la realidad.
La duda que me planteaban los medios de comunicación es si era normal que el presidente del Gobierno estuviera a la derecha del presidente Torra en la reunión que ambos celebraron en solitario, cuando en La Moncloa se hacía al revés. La respuesta fue rápida y sencilla: totalmente normal y conforme a la legislación vigente en todo el país. Podemos argumentar en doble sentido: el president cede la derecha a su invitado (práctica habitual en encuentros de este tipo; basta sólo con recordar que cuando Torra estuvo en La Moncloa se sentó a la derecha de Sánchez, como siempre se hace para los presidentes en citas de este tipo); y, por otra parte, si se entendiera que es una reunión promovida por ambas partes, se siguió el orden estricto del Real Decreto 2099/83 de 4 de agosto, por el que se aprueba el Ordenamiento General de Precedencias en el Estado, que da precedencia al Presidente del Gobierno frente a los presidentes de las comunidades autónomas.

Recibimiento al presidente del Gobierno por parte del president de la Generalitat, a la llegada al Palacio de Pedralbes.

Pedro Sánchez, camino del Palacio, a la derecha de Quim Torra.
Anfitrión catalán
Hay una cuestión que no conviene olvidar: se celebra en el Palacio de Pedralbes, cedido en 2004 por el Ayuntamiento de Barcelona a la Generalitat de Catalunya. Es decir, no estamos en un espacio neutral, sino en un sede propiedad del Gobierno catalán. Por eso, el president salió a recibir a pie de coche al presidente Sánchez, como es obligado y habitual. Por lo tanto se celebra la reunión en casa del Gobierno de Catalunya y su presidente, sea o no promovida la cita por ambas partes, inmediatamente se convierte en anfitrión, del que tampoco podemos obviar que es el representante ordinario del Estado en su comunidad.
En consecuencia, la cortesía habitual es ceder la derecha al invitado de honor (al menos en ese Palacio). Si el encuentro se hubiera celebrado en la Delegación del Gobierno en Cataluña la cuestión habría cambiado, pero no es el caso. Por lo tanto, si se critica que el tratamiento protocolario que dio Sánchez a Torra ha sido de jefe de Estado sencillamente hay que decir que no es cierto (otra cosa es que se quiera jugar con la expresión para tratar de lanzar otros mensajes políticos que nada tienen que ver con lo que aquí se trata).
Protocolo correcto
Sí, en cambio, pudiera criticarse que la reunión se celebrara en Pedralbes y no en una sede del Gobierno de la Nación. Ahí el protocolo hubiera seguido otras pautas. Pero en lo que hemos visto en el Palacio todo lo que gira entorno a la reunión Sánchez/Torra es de una gran corrección y demuestra claramente que se trataba de una reunión entre ambos y no de cumbre alguna, que llevaría implícito otras cuestiones protocolarias.
Este mismo protocolo se aplica para las reuniones que los presidentes del Gobierno siguen cuando se encuentran con otros presidentes de comunidades en sus propias sedes. Por lo tanto insistir en las “excepcionalidad catalana” es engañar a la opinión pública (insisto que política al margen).
Reconozco que puede deducirse por diferentes gestos y detalles que el president haya intentado que la reunión fuera de “igual a igual” –y probablemente lo haya logrado-, como demuestra todo lo que hemos contado (más la foto de familia) y el hecho de que hasta los sofás que ocuparon cada uno de ellos fueran exactamente iguales y de la misma medida.
Torra –insisto desde la visión protocolaria- en todo momento estuvo correcto, cediendo la derecha al presidente Sánchez, pese a estar en su “casa”. Las dos banderas lucieron en el orden normativo, aunque llama la atención que apareciera más cuidada y retocada aparentemente la catalana frente a la española.
Saludo del jefe de los Mossos d’Esquadra
Quizá estuviera fuera de contexto el recibimiento y saludo reglado que hizo el jefe de los Mossos (policía de la Generalitat), nada más bajar el Presidente Sánchez de su vehículo y antes de ser saludado por el president Torra. Eso no es habitual, y lo veo totalmente descontextualizado e innecesario desde el punto de vista protocolario. Quizá se haya pretendido por las autoridades catalanes darle un cierto “toque de solemnidad” al recibimiento, convirtiéndolo en algo más que en una mera llegada para una reunión. Esto sí pudiera ser criticable por quienes han defenestrado el encuentro. También se podría hacer una lectura desde el otro medio vaso: con este gesto la policía catalana parece ponerse al servicio del Presidente del Gobierno. En fin, cada uno que saque sus conclusiones.
Las flores
En relación a las flores que se dispusieron entre ambos, nada voy a decir porque no responde a una cuestión de protocolo, sino a una puesta en escena que el Estado no puede reglar. Personalmente me parece increíble que inicialmente los servicios de protocolo de la Generalitat hubieran optado por flores amarillas únicamente, lo que resultaba una clara “provocación”. Nada que decir a que Torra lleve el lazo amarillo. En su derecho está. Pero de ahí a colocar de fondo algo tan llamativo… Los servicios de protocolo de La Moncloa respondieron con brillantez al incorporar flores de Pascua, de color rojo, que neutralizaba el “gesto”. Amarillo y rojo son, además, los dos únicos colores de ambas banderas.
De cualquier forma no voy a hacer más comentarios al respecto, y me remito a lo expuesto por mi buen amigo y colega, Juan de Dios Orozco, que hoy ha publicado una artículo en su blog al respecto que suscribo plenamente.

Foto de familia en Pedralbes: La ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet; la vicepresidenta y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, Carmen Calvo; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el president de la Generalitat, Quim Torra; el vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès, y la portavoz del Ejecutivo catalán, Elsa Artadi.
Foto de familia
Sin embargo, la foto de familia que hicieron los presidentes con las ministras y los consellers, ya no puede decirse lo mismo. El protocolo seguido demuestra claramente que estamos ante un encuentro de dos delegaciones (España/Cataluña), ordenados precisamente en bloques (derecha los representantes centrales e izquierda los autonómicos). Esa foto es más propia de una cumbre que de una reunión entre presidentes. Personalmente hubiera evitado esa imagen que lleva a una lectura más allá de un simple encuentro.

Saludo al vicepresidente, Pere Aragonés, y a la portavoz de la Generalitat de Catalunta, Elsa Artadi en el Palacio de Pedralbes.
Tampoco pienso que ha sido acertado, por las mismas razones expuestas anteriormente, que en la entrada del Palacio saludara al vicepresidente de la Generalitat y a la portavoz del citado Gobierno, porque refuerza esa idea de que la reunión es más que un mero encuentro entre presidentes.
En definitiva, la reunión ya ha pasado, y nada ha ocurrido para rasgarse las vestiduras. Hablar siempre es deseable y conveniente. No habrá sido nada fácil llegar a puntos de acuerdo sobre la organización, pero los buenos servicios de protocolo de ambas instituciones supieran resolver con brillantez. El buen protocolo siempre es un aliado y no un enemigo, si se aplica con criterios técnicos y se huye de la política.