Gracias, muchas gracias por la feliz noche

Fue noche de muchas sensaciones.
Tenía pensado en esta mañana de domingo escribir acerca de la polémica protocolaria por la presidencia del acto de Cataluña, pero obviamente todo mi cuerpo me pide que deje la cuestión -por otro lado ya muy trillada y clara para los profesionales- y expresa con sinceridad y humildad mi agradecimiento por ese regalo que mis amigos y colegas me hicieron de forma sorpresiva este sábado noche.
Mi amigo Manolo, director de la Escuela de Hostelería de Benicasim venía a Madrid con su esposa Amparo para diversos asuntos familiares y habíamos quedado para cenar en el Restaurante Samarkanda de Atocha, para celebrar sus recientes 55 añitos cumplidos. Ahí iba yo, con mi compañera Gloria y mis regalitos para este castellonense de pura cepa, cuando al entrar en la sala gastronómica, toda a oscuras, se enciende la luz y un numeroso grupo que gritan al unísono: “¡Sorpresa!”. Ni tanto. Me quedé descolocado, ido. ¿Y esto?
Empecé entonces a reconocer caras, y más caras, gentes a quienes aprecio y disfruto de su amistad profesional y personal, gentes que viven en diferentes puntos del país, y que llegados de Valencia, Murcia, Sevilla, Granada, Oviedo, Pamplona, Guadalajara, Canarias (perdón si se me pasa alguno), junto a los de Madrid. Me quedé sobrecogido. Nada podía imaginarme que ese sábado noche me iba a encontrar con esta entrañable sorpresa promovida desde Queremos Organizar Eventos (QOE). A partir de ahí me quedé sin palabras. Quedé sumido en una nube de la que e va a costar bajar. Sentí el afecto de cada uno que llenaban la sala. Soy poco expresivo desgraciadamente, pero se me puso tal nudo en la garganta que hoy todavía me pellizco para saber si era yo el centro de las miradas.
Nacho Arango, coordinador de QOE, tomó la palabra para contar que este era el sencillo homenaje de personas que en el día de ayer pudieron dejar sus quehaceres habituales para unirse a una emoción que desdeluego transmitieron. Otras entrañables personas que no pudieron estar mandaron sus testimonio por videos cariñosos, que dieron la estocada a mi incredulidad. Me saltó la emoción de ese “Ya te contaré” de Flor Melón, jefa de Protocolo del Principado de Asturias, el sencillo “Te quiero” de María Vives, jefa de Protocolo de Endesa Cataluña, el cariñoso abrazo de una gran persona como Juan Manuel Moreno, que pese a su alto cargo en el gobierno de la Nación sigue siendo hombre humilde y próximo, o el recuerdo de una persona leal que siempre está cuando hay que estar, Concha Alhama, entre otros.
No paré de recibir en la cena múltiples mensajes de personas queridas que me testimoniaban su amistad y que lamentaban no poder compartir ese instante.
Miraba desde mi mesa de “homenajeado” a todas esas personas que cómplices de una sorpresa que jamás podría imaginar, disfrutaban de un momento que permitió además reencuentros y abrazos entre quienes creemos en el valor de la amistad muy por encima de intereses profesionales. Emocionado fue para mí ver sentado discretamente a nuestro presidente de la Asociación, Juan Ángel Gato, y a mis amigos directores de Grado de Periodismo y Publicidad y Relaciones Públicas, de la UCJC, Javier Chivite y Eva García, respectivamente.
Gloria Campos, persona tan importante y crucial en mi vida, sentada a mi vera, me preguntaba una y otra vez: “¿De verdad que no sospechabas nada?”. Y yo decía: “Si lo hubiera sospechado estaría con 40 grados de fiebre en la cama”, le respondía con afectuosa ironía. Miraba a mi izquierda a Lidia Hierro, nuestra “mami” canaria (no por su edad, que es jovencito, sino por su cariño) que había tomado el avión para estar unas horas en Madrid, pendiente de su teléfono, por si llegaban noticias del alumbramiento de su espero enseguida sobrinita. Y así con cada uno de los presentes. Todos tienen su historia, que en gran parte, he podido compartir con ellos. Momentos de ilusión, momentos complicados, momentos de resisas, momentos de llanos. Miraba desde mi nube ese puñado de personas que demuestran una y otra vez que la mundo sólo le puede la ilusión y el valor de la amistad.
Fui al Samarkanda engañado, pero regresé a casa feliz en mi nube, de la que no quisiera bajarme nunca. Ya en casa, metida la madrugada, miré con calma el libro gráfico que me obsequiaron, recuerdo de una vida de sensaciones profesionales y personales imborrables. Corría por dentro mi llanto feliz, porque aún tenía ese nudo en la garganta que aún me tiene mudo. Y es que sencillamente no hay palabras para expresar lo que de verdad uno siente. Sólo te sale la palabra gracias, de verdad, muchas gracias. Y para todos, para cada uno de los que anoche compartieron un instante que como definió mi buen amigo Fernando Fernández, nunca se me olvidará, y para aquellos que lo tuvisteis que hacer en la distancia. QOE es tan grande y tan afectivo que hasta un puñado de mil personas son capaces de guardar un bonito secreto sin que uno se entere.
Gracias, es la humilde palabra que me sale. Lo merezca o no, sé que vuestra amistad vale mucho. Y eso es la que más me importa.
A la porra la polémica catalana. Hoy toca decir que en Protocolo hay un importante grupo de personas que están tratando de hacer (y consiguiendo) que seamos algo más que simples colegas de trabajo. Y eso es lo más grande que nos podía pasar a la profesión.
Nuevamente, gracias por el cariño y afecto. Gracias, porque este regalo de anoche, cuando la nube me devuelva a la realidad, sé que me proporcionará la gasolina suficiente para seguir contribuyendo desde mi lugar al engrandecimiento de valores que deben ser la guía de nuestra profesión.
Gracias, amigos. La luz del Samarkanda se apagó entrada la noche. Pero siempre recordaré ese fogonazo cuando cruzaba el umbral de la puerta. Caras que nunca olvidaré. Si Oviedo celebraba ese sábado la fiesta gastronómica del desarme, Madrid y mis amigos ayer me desarmaron. Desnudo me quedé ante tanta generosidad.
Gracias amor, que has sabido ayudarme en los momentos difíciles de años pasados y que juntos hemos retomado con tal pasión e ilusión que hace que cada día disfrutemos de verdad de esta noble profesión que tiene cada día más alma que sinrazón.
Por cierto, ¿le di los regalitos a Manolo?
 
 Un recuerdo con parte de los que ayer estuvieron en la cena sorpresa y a las dos de la mañana aún seguían con ganas de permanecer junto.