Duquesa sí, además de princesa

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Se ha generado una polémica de esas bonitas tras la boda real británica a propósito de cómo dirigirse a Catalina, si como princesa o como duquesa (de Cambrige). Los muy puristas defienden en medios de comunicación de cierto alcance que el hecho de que la Reina haya concedido a su hijo Guillermo y a su nueva esposa el título de Duques de Cambrige es para que lo usen y se evite en la medida de lo posible la expresión Príncipes de Gales o Princesa de Gales. Sea lo que sea lo que la Reina quiera o los periodistas intentar utilizar, hay una cosa cierta: por historia, tradición y normativa, los herederos directos, en este caso Carlos en primer lugar y Guillermo en segundo lugar, llevan como título oficial Príncipes de Gales. Ambos el mismo. Algo que ya de por sí es cuando menos anacrónico. Deberían distinguirse entre uno y otro reservando el Príncipe de Gales exclusivamente para el primer heredero (como en España el Príncipe de Asturias, que sus hijas son infantas y seguirán siéndolo hasta que el padre sea rey). Pero como eso no es así, resulta muy difícil que quien siempre ha sido príncipe y como tal se le trataba se quiera ahora de convertirle en duque. Eso es una majadería. Y si es príncipe, su esposa es princesa, consorte pero princesa. Por supuesto que también son duques y como tales pueden hacer uso del mismo, como en España (volvemos a lo nuestro) hablamos de S.A.R. la Infanta doña Margarita, duquesa de Soria, y el excelentísimo señor D. Carlos Zurita y Delgado, duque de Soria.
Dicen que la Reina quiere evitar con esta medida la existencia de otra princesa (supongo que del pueblo), y que lo mismo que quiere que se llame a la esposa del Príncipe Carlos duquesa de Cornuelles, quiere que sea lo mismo con Catalina. Ésas son claves internas de la Casa Real Británica en la que ni entramos ni salimos. Sencillamente, conviene recordar que a efectos de protocolo, tanto la esposa del Príncipe Carlos como la del Príncipe Guillermo son princesas consortes de Gales a todos los efectos, además de duquesas de lo dicho. Y, por cierto, lo mismo podemos decir del duque de Edimburgo, esposo de la Reina, que aun teniendo ese título cuenta con la dignidad de príncipe (ya nació como  nació Príncipe de Grecia y Dinamarca al ser hijo de Andrés de Grecia y Dinamarca y de Alicia de Battenberg). No hay que olvidar que el tratamiento de Alteza Real solo lo tienen los príncipes y princesas, y en el caso español, los infantes.
Guillermo y Catalina, vayan donde vayan en los actos oficiales tendrán el sitio como príncipes. Eso ya denota lo que son.
Por tanto, una cosa es lo que son y el tratamiento que se les puede dar (que probablemente haya que respetar en la mayoría de los casos), y otra cómo quiere la Casa Real británica y sus miembros que se les trate públicamente. Pero en el caso de Catalina, me parece que los medios no podrán evitar la expresión princesa. Vende más queduquesa. Y es que además todo esto de duques, condes, barones, lores, etc. suena tan antiguo que la mayoría prefiere hablar de nuevos príncipes y princesas que nos alegren los duros días de la crisis actual que vive el mundo.

12 de Mayo de 2011

Lastres

El pasado domingo no pude evitar ver el primero de los nuevos capítulos de la serie de Antena 3 TV sobre el Doctor Mateo, rodado Lastres, localidad del municipio de Colunga, que está en mi querida tierra asturiana. Aunque el contenido de la misma dista mucho en sí de la realidad de los médicos rurales y de la vida en un pueblo marinero, me alegro de su éxito porque ha multiplicado por mil el número de visitantes que ha acogido este verano la citada localidad. No importa que en la serie el pueblín se llame San Martín del Sella, porque al final Lastres es inconfundible. Uno se sienta ante el televisor el domingo en la noche después de haber relajado unos días en Semana Santa, y si bien desenchufasde protocolo, pronto todas las alarmas te saltan y devuelven a la triste realidad que rodea en algunos aspectos al protocolo. Veo la imagen de la alcaldesa de la serie en su despacho con las banderas de Asturias y de España colocadas al revés, incluso en la fachada municipal. Es una anécdota sin más en la que seguramente solo unos pocos recurramos. Pero, ¿tanto cuesta preguntar por el orden correcto?
Entonces me comprometí a escribir algo sobre la necesidad de que los directores y productores de determinados filmes o series relacionados con el mundo institucional o de los eventos que requieran un protocolo normativizado cuenten con asesores en su nómina de colaboradores. Da más credibilidad, y no sólo porque las banderas estén de una manera o de otra, sino porque hay muchos detalles de protocolo que se ignoran y que de atenderlos adecuadamente añaden rigor. ¿No se cuidan otros aspectos esenciales? Pues el protocolo en muchas películas y episodios es fundamental, y a otras series actuales me remito como La República, La Señora, La Duquesa de Alba,  23 F o sobre los Príncipes de Asturias o el Principito de Gales y su Kate…, en donde se aportan situaciones protocolarias que no se ajustan para nada a la realidad protocolaria.
Queda uno pasmado viendo y oyendo cada cosa… Es como menospreciar continuamente al protocolo. Va siendo hora de que hagamos nuestra cruzada.

De aquí al cielo

La foto, que ya ha dado la vuelta al mundo protocolario, ya lo dice todo. Poco más se puede añadir. Seguramente unos pensarán de una manera y otros de otra, afortunadamente. Pero resulta tremenda, impactante, y personalmente de alguna forma me devuelve al siglo XIX. Ver a un sacerdote bendiciendo unas instalaciones, en concreto el nuevo aeropuerto de Castellón; clama al cielo. Y más en un acto promovido por autoridades oficiales, que son representantes en este caso de la Comunidad Valenciana y de la provincia de Castellón.
Para un aeropuerto por donde van a pasar seguramente personas de todo tipo y condición, católicos, no católicos, ateos, musulmanes, etc., no parece que lo más recomendable sea pedir que en el transcurso del acto oficial un señor vestido de sotana invoque el nombre de Dios para poner en marcha un servicio ciudadano. Creo que demuestra una escasísima sensibilidad hacia la ciudadanía en general y un desprecio a quienes en nombre de las instituciones públicas recurran a determinadas prácticas que la propia Constitución Española no permite. La máxima norma prohíbe radicalmente la discriminación por razones religiosas, y entiendo que en un acto público promovido por una autoridad pública, recurrir a un protocolo que incluye una oración de una determinada confesión religiosa me parece que es discriminatorio y por lo tanto es probable que entre la ilegalidad.
Pero al margen de eso (soy partidario de un protocolo aconfesional), la fotografía nos aporta otras cuestiones que no podemos soslayar. A la imagen casi inquisitorial del cura bendiciendo se une la imagen de una trasera que parece transportarnos a través de un avión al cielo, con la susceptibilidad que aporta todo esto de viajar en avión y el miedo de los pasajeros. Y la imagen de una placa que aquí se muestra tapada por un paño azul, a cuya vera se encuentra una conductora del acto que parece absolutamente aterrada. Y no es para menos. Ella quiere estar con los pies en la tierra ante tan celestial momento. Claro, la cosa chirría.
Chirría tanto que después del suspense, paño fuera y aparece un texto de placa conmemorativa que seguramente cualquier profesional de protocolo cuestionaría inmediatamente. Creo que un evento de estas características no es el mejor ejemplo del buen protocolo que se hace en España y de los magníficos profesionales que hay. Pasemos capítulo y vayamos volando. Pero por Dios… que estas cosas de la España pasada se queden en el lugar que les corresponde y no salgan a la acción de las instituciones públicas. Los profesionales de protocolo tenemos que impedir que se produzcan situaciones como éstas…
Lo cierto es que viendo la secuencia completa y analizando los videos, uno llega a la conclusión siguiente: ¿realmente se ha inaugurado un aeropuerto? ¿O es una lanzadera hacia el cielo? ¿Estaremos ante un aeropuerto divino? No me extraña que Camps, presidente valenciano, haya querido dejar su firma sobre una placa que hasta la Real Academia Española podría decir algo a propósito de las faltas de ortografía que tiene. Por cierto, ¿que habrán hecho con la placa? Alguien la habrá enviado al infierno.

La edad de los vocales del CGPJ

El otro día me llegó hasta el Instituto Universitario de Protocolo de la Universidad Camilo José Cela un comentario de un señor, no vinculado al mundo de protocolo, en el que mostraba su extrañeza por el hecho de que los vocales del Consejo General del Poder Judicial se ordenasen por edad. Es cierto, porque el Reglamento 2/2005, de honores, tratamientos y protocolo en los actos judiciales solemnes, aprobado por el citado Consejo, en su artículo 12 establece ese sistema de precedencia.
La verdad es que cuando se aprobó, a todos nos extrañó la cuestión, pues el criterio de la edad es algo de lo que poco a poco se va prescindiendo, no sólo en el puro protocolo, sino en las relaciones sociales. Siempre hemos predicado que preguntar la edad, por ejemplo, para establecer la ordenación de una mesa para una comida resulta de mal gusto. Pues algo así me parece a mí cuando hay que pedir la fecha de nacimiento a los vocales del Consejo para colocarlos por su edad. Es decir, el más mayor precede a todos, sólo por eso, por tener más años.
En los tiempos que corren parece lógico pensar que la edad, salvo entornos muy determinados, o situaciones muy evidentes o familiares, no debe ser un criterio para hacer precedencias. Pienso que en estos casos, lo que debe de regir es la antigüedad en el ejercicio del cargo. El problema es que en el Consejo no todos son jueces o magistrados, ni todos abogados, por lo que no hay una profesión común para fijar el factor de antigüedad, cuestión que complica la cosa. También, toman posesión el mismo día como vocales. Por eso entiendo que hayan preferido acudir a la edad, que a priori parece que es lo que más se acerca al criterio de la antigüedad o veteranía en un oficio.
Pese a todo no me termina de convencer este resultado fruto de la teoría del mal menor. No sé si es mejor el orden alfabético, aunque vuelvo a retorcerme los labios pensando que Javier Álvarez, por decir un par de nombres, va a sentarse por delante de Jacinto Rodríguez, solo por el mero hecho de que un apellido empiece por “A” y el otro por “R”. Hay que exprimirse la cabeza para encontrar criterios objetivos, que estoy seguro se terminarían por encontrar. Lo que pasa es que probablemente siempre salga un pero político y como nadie quiere líos, y menos por cuestiones de protocolo, pues se recurre a lo que nadie va a discutir. Por favor don 78 años, abogado prestigioso, póngase el primero, antes que don 49 años, Magistrado del Supremo.

Para ser chino en la mesa

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El otro día me  llegó una alerta de Google con el contacto www.spanish.china.org.cn , una publicación virtual hecha en español sobre noticias de aquél país. Me llamó la atención un artículo referente a la buena educación en la mesa en la cultura china. Nos ofrece además diez consejos que no hay que saltarse para actuar como un auténtico chino, aunque me temo que no vamos a pasar por chinos. En muchas de estas costumbres, que algunos dan como fundamentales, hay mucho de mito y la universalización de los buenos modales en las relaciones entre países va perdiendo incidencia. Por eso, es una tema delicado que requiere en cada situación un estudio sobre la conveniencia o no de llevar a cabo determinadas prácticas. Pero, en fin, reproduzco el artículo por si lo consideráis de interés. Ya veis, incluso está bien hablar con la boca llena. No tiene desperdicio. Y cuidadín con los zurdos.
“En China, como en cualquier otro lugar, hay costumbres y normas que definen qué es apropiado y qué no lo es a la hora de comer, tanto si la comida transcurre en un restaurante o en un domicilio particular. Aprender cuál es la manera correcta de actuar y qué decir durante una comida no sólo te ayudará a sentirte como un nativo, sino que también hará que éstos se sientan más cómodos a tu lado y que sean capaces de fijarse en ti, más que en tus interesantes hábitos alimenticios.
Las costumbres de los chinos a la hora de comer están arraigadas en la tradición, y algunas normas no se pueden quebrantar bajo ningún concepto. No comprender y seguir estas reglas puede llevar fácilmente a ofender al cocinero, y a no acabar bien la noche. Con la guía que incluimos a continuación, estarás disfrutando de tus comidas en China en menos de lo que te imaginas.
1. La comida se sirve en grandes fuentes compartidas, y en muchos casos se proveerán también palillos compartidos usados exclusivamente para pasar la comida de la fuente a tu propio plato. En el caso de que los haya, debes utilizarlos, y si no los hay o no estás seguro de cómo usarlos, espera a que otra persona se sirva primero y luego copia la forma en que lo hace. En ocasiones, un anfitrión entusiasta puede servirte la comida en tu plato, lo que es normal.
2. Es de muy mala educación no comer cuando te ofrecen algo. Si es algo que de ninguna manera eres capaz de comer, termina el resto de los platos y deja ese en el plato. No estará mal visto, ya que dejar algo de comida en el plato indica generalmente que estás lleno, lo que será bien visto.
3. No claves los palillos en el cuenco de arroz. En la cultura budista, esa es una costumbre propia de funerales, y por tanto de muy mal agüero durante una comida, ya que indica deseo de que les acontezca la muerte a todos los que hay sentados a la mesa.
4. No juegues con los palillos, no apuntes a nadie o a nada con ellos, o tamborilees con ellos en la mesa, ya es que es de mala educación. Tampoco lo hagan en el borde del plato, ya que es una señal utilizada normalmente en los restaurantes para indicar que la comida está tardando demasiado, y podría ofender a tu anfitrión.
5. Cuando dejes descansar tus palillos, colócalos horizontalmente en el plato, o en el reposa-palillos si lo hubiera, pero no los dejes encima de la mesa.
6. Coloca los palillos en tu mano derecha entre el dedo índice y el pulgar, y cuando comas arroz, coloca el cuenco en tu mano izquierda, situándolo algo por encima de la mesa.
7. No pinches nada con tus palillos, a menos que quieras cortar alguna verdura o similar en dos partes. Si estás con un grupo pequeño de buenos amigos, entonces está permitido pinchar pequeños pedazos más difíciles de tomar, pero nunca lo intentes en una cena formal o con aquellos que siguen más estrictamente las tradiciones.
8. Al brindar, asegúrate de que tu vaso esté por debajo de aquel de la persona más mayor o de mayor rango sentada a la mesa. Es una forma de mostrar respeto y reconocer que su posición es superior a la tuya.
9. Si comes algo con huesos, es normal escupirlos en la mesa a la derecha de tu plato.
10. No te ofendas si tus compañeros de mesa comen con la boca abierta o hablan con la boca llena. Ambas cosas son normales en China. ¡Diviértete, ríete y no te preocupes!”

El Manual de Protocolo de la Empresa

27 de febrero de 2011
El manual de protocolo o de procedimientos protocolarios en la empresa es una herramienta que puede ser muy buena en determinados momentos o muy peligrosa en otros. Parece razonable que una entidad tenga su propio manual de protocolo, y que  también pueda disponer del de Identidad corporativa o uno de cómo vender un producto. Tener claros los procesos es algo muy razonable en una empresa que quiera unificar criterios, rentabilizarlos y trasmitir una imagen predeterminada.
Sin embargo, desde el punto de vista de protocolo y organización de eventos, un manual de protocolo no debe convertirse en un tratado (a veces bíblico). He visto muchos manuales de protocolo en la empresa y me han pedido muchas opiniones al respecto, y siempre he contestado de la misma forma: “Os estáis atando demasiado”. Efectivamente, en muchas ocasiones se hacen manuales para ser incumplidos.  Y los  manuales no están para decir cómo se numeran, los asientos de una mesa, que para eso ya hay muchos libros y no hace falta perder tiempo o gastar dinero.
Los manuales son útiles cuando se hacen para ser documentos orientativos en un porcentaje alto y de obligado cumplimiento en una proporción inferior. Es una máxima del protocolo la famosa frase de que no hay dos actos iguales. Intentar imponer que una invitación ha de ser de una manera u otra, que el logotipo de la empresa debe ir en tal sitio de la trasera, que las autoridades serán recibidas por…, que el nivel de los regalos será…, que en las reuniones se pondrá papel, agua,  bolígrafo… Todo eso es perder tiempo y eficacia. Es cierto que habrá cosas a las que buscar procedimientos y que incluso sea muy recomendable hacerlo. Pero hay otras que solo sirven para que el empresario eche a correr. Fijar el nivel de las precedencias internas es bueno, pero siempre hay que dejarlas abiertas a las circunstancias. No siempre el director general del banco va a ir por delante del director regional.
Por eso conviene que los profesionales abramos un serio debate de cómo han de ser los manuales de empresa a partir de ahora, teniendo en cuenta que la mayoría de los que existen no sirven para nada según he podido comprobar personalmente en muchos casos. Ni tan siquiera, por ejemplo, en un caso que me atañe, ni la propia Fundación Príncipe de Asturias ha querido hacerlo porque sería inviable su aplicación por la singularidad de cada edición. Su auténtico manual se reduciría a menos de dos folios, porque el 95 por ciento de los temas susceptibles de regular deben variar de una edición a otra.
Y también hago una llamada a la reflexión sobre los contenidos y desarrollos de esos sí necesarios reglamentos municipales de protocolo, donde a veces se quiere regular tanto que no hay más remedio que olvidarse en algunos casos de que existe. Ya nos hemos encontrado con casos donde el reglamento se ha convertido en una trampa para quienes lo promovieron.
Pienso que con esto de los manuales y los reglamentos se ha corrido demasiado sin que se madurase bien sobre sus contenidos, su filosofía y su ámbito de aplicación. Los que mejor funcionan son los que se han limitado a decir en diez folios las cuatro cosas que hay que regular. Los que han ido más lejos hoy son conflictivos y poco operativos. No obstante cada empresa o institución es un mundo, y en cada caso sus responsables deberán decidir. Pero toca ya plantear un debate que partiendo del análisis de los resultados de quienes cuentan con estos documentos desemboque hacia cuál debe ser el enfoque a seguir de cara al futuro.

El Consejero y el Protocolo de los Goya

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El periódico digital PRNoticias daba cuenta tras la gala de los Premios Goya, del malestar de un Consejero del Consejo de Administración de RTVE por haber ocupado, como sus compañeros, una silla en la fila 24 del Teatro Real de Madrid, mientras el equipo directivo del mismo ente lo hacía en la fila 6.  Este Consejero de CiU mandó una carta a la Academia del Cine pidiendo explicaciones sobre las razones de este supuesto agravio, misiva que fue recibida con “estupor y sorpresa”, según el mencionado medio. En la misma correspondencia, a la que todavía no se ha producido respuesta,  se afirmaba que no podía ser posible que quien nombra a un equipo nunca puede ir por detrás.
Es difícil establecer quién tiene razón y más de justificar, pero lo que queda claro es que la teoría sobre el que nombra a otro tiene precedencia sobre e mismo no siempre es así. Sin ir más lejos, el propio Congreso de los Diputados nombra al Presidente del Gobierno y ni tan siquiera el Presidente de la Cámara Baja precede al del Ejecutivo.
Pienso que en esta cuestión no debe barajarse ese registro, sino el criterio de quién representa a la institución públicamente, es decir, quién es la cara del organismo. Parece, desde nuestra humilde opinión, que en RTVE las caras representativas son el Presidente de la Corporación y los directores de TVE y RNE.  De alguna forma, estos son los que deben ocupar los puestos principales cuando la Corporación es invitada a un evento o cuando lo organiza ella misma.
Sin embargo, es evidente que los miembros del Consejo de Administración de RTVE, un total de 12, no deben quedar muy desplazados, pues al fin y al cabo son, como el presidente, los máximos responsables de la Corporación, tarea para la que fueron elegidos por el Congreso y el Senado. Pensamos que en un acto como la entrega de los Premios Goya, patrocinada por RTVE, que los retransmitió en directo, es demasiado abismo la diferencia entre los directivos de la fila 6 y los consejeros de la fila 24. Es un error porque debería haberse buscado un poco más de equilibrio, algo que en protocolo, solemos llamar “que no se note tanto”.
No sabemos las circunstancias de la decisión ni conocemos el protocolo interno de RTVE, ni tan siquiera he estado en el Teatro Real, pero la lógica hace que realmente pensemos que el Consejero Silva lleva parte de razón. Sin embargo, ha de entender que, por lo que venimos viendo, el protocolo de los Goya no obedece a filas jerárquicas, pues los ministros y el presidente de la Academia no estaban por delante de la fila 6. El criterio de los Goya, ya muy extendido, es aquél que se basa en que todas las filas son importantes, y eso lo hace el hecho de que no haya rigidez, y que la jerarquización desaparezca para ir situando a los importantes en todas las filas, y de esta manera se evite pensar que la fila primera es la más relevante. Una opción esta que en nuestra opinión es correcta, pero no hay la menor duda de que los que más salen en la tele son los que están en las primeras filas y quienes presiden, además, obviamente de los auténticos protagonistas de la gala, que son los premiados.
Pero este criterio choca cuando al Teniente Coronel lo pones en la fila 8 y al General en la 16. Ese es el problema. Por eso quizá falto ese sutil tacto que aportamos los de Protocolo. Y es que cuando falta un buen protocolo o existiéndolo no se sopesan bien las decisiones, suelen ocurrir estas cosas. Por cierto, a todos nos pueden ocurrir situaciones como éstas, por eso siempre hay que estar al día y preguntar y preguntar.

La intérprete

No. No van los tiros por ahí. No se trata de hacer referencia a la película de la famosa actriz Nicole Kidman.  La imagen tomada de la página web de la Presidencia del Gobierno hace alusión al encuentro celebrado el pasado día 10 de marzo entre el Presidente de Alemania y el Presidente del Gobierno español. Se trata de la típica foto de pose inicial, esos pocos minutos que dan a los medios gráficos para obtener imágenes de recurso antes de que se inicie formalmente la reunión.
Obviamente, nada que objetar al Protocolo. Creemos que es elegante que el anfitrión, en su Palacio de la Moncloa, ceda el lado derecho al Jefe de Estado alemán. Nada que decir de las banderas colocadas correctamente. Suponemos que en la sesión de la reunión estaría a la derecha de la enseña española la alemana, que queda cortada en la foto oficial que se cuelga en la página web. Es de suponer que habrán hecho lo mismo que en el momento de la firma en el libro de honor.
Sin embargo, queda muy extraño, queda bastante mal visualmente hablando, la figura de la intérprete entre ambos mandatarios. Todos sabemos que este momento foto es importante y personalmente apostaría por prescindir de la intérprete durante unos minutos. Ambos líderes son profesionales de la política y a buen seguro que sabrán transmitir la cordialidad e incluso la conversación sin falta de intérprete.
Pero además del pose tan extraño que deja la foto, la ubicación de la intérprete desplaza a las banderas que le quedan como dos “cuernos” al Presidente alemán. Y algo parecido le ocurre al Presidente español en el momento de la firma, que tapa las banderas, y me imagino que las banderas se ponen para que se vean (lugar de honor y visibles resuelve la ley de la Bandera). No hay errores, insistimos, pero en el nuevo protocolo que tiene que ser muy comunicador hay que estudiar muy bien las escenografías, los espacios que van a ser fotografiados y sacar las conclusiones pertinentes para que nada desvíe el centro de atención del hecho. En este caso, entre la intérprete y las banderas, la comunicación ha perdido al menos algo de efectividad.
Y hemos puesto estas dos fotos. Pero es algo que se repite constantemente en muchas otras instituciones y empresas. Es fundamental estudiar muy bien el espacio y el ángulo periodístico. Estas fotos son puras anécdotas, pero ponen de manifiesto hasta dónde debemos rizar el rizo en Protocolo.

 

El niño y el papa

El Protocolo tiene a veces tan mala fama ante la prensa, que los periodistas están ansiasos y a la caza de posibles  escenas que rompan la normalidad que suele aportar un acto bien organizado. Así un tropezón del Rey se convierte en portada o un plantón de Berlusconi en objeto de todo tipo de comentarios en Salvame Deluxe… Estos días los medios se han cebado en el niño brasileño, que probablemente ansioso de “tocar un Papa”, echó a correr en la Audiencia habitual de los miércoles en dirección al trono del representante de Dios en la tierra.

“Un niño cambio el protocolo de la audiencia del Papa”, titular más repetido en medios impresos, digitales y audiovisuales, quienes además recalcan que tal impulso se hizo con la permisividad de los servicios de seguridad a indicación del Secretario del Papa. Benedicto XVI El Papa sonrió al niño, vestido con un jersey de rayas amarillas y negras, y cambió algunas palabras con él antes de bendecirlo, en presencia de las 3.000 personas que estaban en el Auditorio.
Tanto el impulso del niño como la reacción papal arrancó el aplauso de todos. Y desdeluego convirtió en noticia un encuentro que posiblemente no tendría eco alguno en la mayoría de los países. A esto los periodistas le llaman “saltarse el protocolo”. Los expertos diríamos “descuido de la seguridad”, cuando no es programado, o “romper el protocolo de forma prevista” cuando está calculado.
Pero sea lo que sea, estos hechos me hacen pensar que muchas veces romper o saltarse el protocolo deba ser incorporado como una técnica más en nuestro Protocolo, porque cuando sale como el caso del niño humaniza mucho los actos oficiales y los eventos corporativos. Pero tampoco debe ser un constante recurso porque no haría más que cuestionar la esencia del mismo Protocolo. Si para llamar la atención hay que recurrir constantemente a esa técnica algo más estaremos haciendo en nuestras planificaciones.