Protocolo para los altos cargos de un ministerio

Cuando a un acto de carácter oficial acuden dos secretarios de Estado de un mismo departamento, ¿en qué orden de protocolo los colocaríamos? ¿O dos directores generales? Si acudieran a un evento el director general de la Guardia Civil y el director general de Policía, ambos con rango de subsecretarios, a quien deberíamos poner antes? Son preguntas que muchos profesionales se hacen cuando les sobreviene esta circunstancia. Ha de decirse de entrada que no hay una normativa específica al respecto, más allá de las precedencias señaladas para los actos propios del ministerio de Defensa y para sus primeros ocho altos cargos, que puede verse en el Real Decreto 372/2020, de 18 de febrero, por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio de Defensa, en su disposición adicional primera. Pero, ¿y en los demás ministerios? O ¿en los rangos más bajos del ministerio de Defensa? Para el resto se utiliza el criterio de la dependencia más próxima con respecto al titular de quien dependa y tenga mayor rango, siguiendo para ello al orden en el que se cita en el Real Decreto por el que desarrolla la estructura orgánica básica de cada ministerio. En cualquier caso, cuando alguien tenga dudas lo mejor es siempre consultar con el responsable de protocolo del ministerio en cuestión.

Precedencias en el ministerio

Toma de posesión de altos cargos del Ministerio de Trabajo, correspondiente a la legislatura anterior, dispuestos los secretarios de Estado por su orden.

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La reverencia ante el rey

La reverencia o inclinación protocolaria ante el rey de España ha vuelto a salir a la palestra a raíz de la promesa como presidente del gobierno de Pedro Sánchez esta semana. Dejando al margen a quienes utilizan cualquier hecho para desacreditar al político, numerosas personas han criticado el escueto gesto de “cortesía” que en el Palacio de La Zarzuela tuvo al respecto el jefe del ejecutivo hacia el monarca. Estamos, además, a pocos días de que los ministros tengan que realizar su jura o promesa ante el Jefe del Estado y ya se vaticina que parte de los nuevos cargos no tendrán ese gesto de “respeto”, especialmente con los representantes de Unidas Podemos. Es para mí un debate estéril porque, y voy de frente, el tradicional saludo hacia la Familia Real no tiene sentido alguno en la España moderna que vivimos y menos antes unos reyes que buscan en todo momento la proximidad y la cercanía. Inclinar la cabeza (hombres) o doblar la rodilla izquierda (mujeres) debe quedar exclusivamente en el marco de la voluntad de cada persona y no como una cuestión obligada que genere lecturas sobre el apego o no la institución monárquica. La reverencia se ha quedado en el ámbito de la realeza internacional, y más como una costumbre que como una demostración de afecto o veneración, no contemplándose en otros sistemas políticos como por ejemplo para los jefes de Estado de países no monárquicos.

Reverencia al rey.

Ligera inclinación de cabeza ante el Rey segundos antes de promter su cargo como presidente del gobierno.

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La jura del Ministro

El Rey presidió, el pasado jueves, día 8, el acto en el que Román Escolano Olivares juró su cargo como nuevo ministro de Economía, Industria y Competitividad. El nuevo miembro del Ejecutivo juró su cargo ante un facsímil de la Constitución abierta por el Título IV, que trata del Gobierno y la Administración, dispuesto junto a un crucifijo y una Biblia editada en 1791 y dedicada a Carlos IV, abierta en el capítulo 30 del Libro de Números (porque esa fue su decisión). Cada jura o promesa de un miembro del Gobierno salen las mismas preguntas: ¿Juran los ministros ante un crucifijo por tradición o convicción? Si es por tradición, es hora que actualicen. Y si es por convicción deberían pensar que son miembros de un gobierno que ha de gobernar para todos los españoles, con independencia de su pensamiento o confesión religiosa. Aunque respetamos que el Ministro por sus creencias religiosas tenga el “derecho” de hacerlo ante el crucifijo y Biblia, pienso que ya es hora de que en sus actos oficiales se atengan a lo estrictamente legal dejando de lado lo religioso. Empieza a ser hora de que piensen que por no jurar o prometer ante el crucifijo no van a ser mejor o peor ministros, o mejor o peor valorados. Es hora de que estas ceremonias sean estrictamente civiles y la religión quede al margen o se reduzca al ámbito personal. La decisión de Felipe VI de respetar si quieren o no crucifijo es digna de reconocer, pero los ministros ya es hora de que se olviden de mirar fotos atrás y pensar que lo que juran o prometen es cumplir con la Constitución, no con la Biblia o con Dios (que eso queda en su interior).

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Protocolo para el ciudadano

Colau

La elección y toma de posesión de los alcaldes de los 8.115 ayuntamientos que existen en España, con sus 68.230 concejales, que vivimos ayer en España apunta a algo más que un mero cambio político. Cambio donde realmente ha habido vuelco electoral a favor de otras opciones políticas, y cambio necesario en la forma de actuar para quienes han podido mantener el puesto tras la tormenta electoral de mayo. Una cosa ha quedado demostrada más allá de las críticas suscitadas a la nobleza de los pactos o a las críticas de alianzas que a algunos le puedan parecer reprochables: es necesario un nuevo estilo de gobernar. Ese es uno de los mensajes que los españoles hemos trasladado con las urnas. Los pactos son lícitos y no pueden desprestigiarse en tanto no haya segundas vueltas. Electorales o listas abiertas. Si hubiera éstas o aquellas, serían los propios españoles quienes tendrían el derecho a decidir quién quiere que sea su regidor. La idea de la lista más votada se nos antoja como un argumento de escaso peso cuando alguien no ha obtenido la mayoría suficiente.

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