Protocolo para el “jefe” del PSOE (ex-diputado)

Si el actual Secretario General del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, fuera invitado a un acto oficial, ¿qué puesto de precedencia habría que reservarle? ¿Cuál es su protocolo? No sé si será un problema o no, si dará algún quebradero de cabeza o no, pero es cierto que el máximo responsable del segundo partido más votado en España no tiene sitio, hoy, oficialmente en el ordenamiento general de precedencias en el Estado. Hasta su dimisión al menos era diputado y presidente del Grupo Parlamentario y como tal tenía el puesto que corresponde a un diputado (en mínimos) o al inexistente “cargo” de Jefe de la Oposición (en máximo, título nunca creado oficialmente, pero que en la praxis parlamentaria y de Protocolo de Estado se contemplaba). ¿Pero ahora?

El Real Decreto 2099/83 sobre Ordenación General de Precedencias en el Estado guarda un lugar alto para el Jefe de la Oposición, y, en cualquier caso, los diputados y senadores tienen un sitio adjudicado. Es cierto que en 1983 se incluyó en el citado decreto la figura del Jefe de la Oposición, pensando en el diputado-jefe del grupo parlamentario con mayor número de diputados. Es decir, esa persona que tuviera posibilidad de ser alternativa al presidente del Gobierno. Nació en una España que tenía muy consolidado el bipartidismo, PSOE y Alianza Popular (hoy Partido Popular). Nació cuando Felipe González era presidente del Gobierno y se quiso dar un estatus espacial al líder del partido alternativo que en ese momento era Manuel Fraga Iribarne, al que como tal se le asignó coche oficial, un despacho y dos secretarias, con cargo a los presupuestos generales del Estado. Continúe Leyendo…

El juramento americano y la motivación en los eventos

http://www.rtve.es/alacarta/videos/noticias-24-horas/obama-jura-segundo-mandato-ceremonia-privada/1670883/La toma de posesión y “juramentación” de Barack Obama como 44 presidente de los Estados Unidos de América, en su segundo y último mandato, que se viene desarrollando en tres sucesivos días intensos, desde el “Día Nacional de Servicio”, ayer sábado, y el acto público de mañana lunes, viene a subrayar una tendencia cada vez más importante en el mundo de los eventos institucionales y, por supuesto, corporativos: la importancia de la motivación de los públicos y de que estos formen o puedan formar parte de los actos conmemorativos no como meros espectadores sino protagonistas esenciales.

La vigésimo enmienda de la Constitución americana, ratificada en 1933, establece las reglas para la investidura presencial, y dice manifiestamente que ésta, y la del vicepresidente, debe de producirse el 20 de enero. Sin embargo, al caer en domingo, el Comité para la Investidura presidencial (PIC) decidió la observancia de la fecha, y así Obama juró este domingo su cargo en el transcurso de un acto a celebrado en la Casa Blanca y en la que el Presidente pronunciará, en esta ocasión ante la Biblia[1] de la familia Robinson (un regalo del padre de la primera dama, Fraser Robinson III, a su madre, LaVaughn Delores Robinson, en el año 1958) , la célebre frase “Juro (o afirmo) solemnemente que cumpliré fielmente con las funciones ejecutivas del cargo de presidente de Estados Unidos y que conservaré, protegeré y defenderé la Constitución de los Estados Unidos con lo mejor de mis capacidades”. Lo hizo de forma “privada”, junto a su mujer e hijas y ante el juez presidente de la Corte Suprema de Justicia, John Roberts, y por supuesto delante de las cámaras de televisión..
Para el senador por Nevada, Harry Reid, “a lo largo de la orgullosa historia de los Estados Unidos, la Inauguración Presidencial y el Discurso Inaugural han servido para unir a la nación bajo una sola bandera y la república a la que representa. Y como cada presidente ha ofrecido una visión para el futuro de América, la herencia del pasado es una de las razones que este evento es tan solemne, ya que rinde homenaje y celebra el liderazgo de nuestro país aquí y por todo el mundo”.
Con independencia de los detalles protocolarios que pueden ser objeto de otra reflexión, a la hora de escribir estas líneas, y tras observar las numerosas crónicas de los diarios de referencia de Estados Unidos, uno saca la conclusión de la importancia que tiene la participación del público en estos grandes eventos. No acuden solo para aplaudir, ni para ser observadores o testigos de lujo, sino que forman activa del propio evento. Según Nathaly Arriola, portavoz del PIC, esta inauguración histórica está diseñada para asegurar que todo estadounidense pueda tomar parte en las celebraciones. “Desde el Día Nacional de Servicio, el sábado, hasta la ceremonia pública de inauguración del lunes, estadounidenses a lo ancho del país tendrán la oportunidad de tomarse un momento para reflexionarsobre la importancia de este evento y nuestros valores compartidos, comprometerse a servir en nuestras comunidades, y celebrar la fortaleza y diversidad de nuestra gran nación”.
Es muy probable que tengamos la tentación de trasladar al orgullo americano y su patriotismo frases como las recogidas anteriormente. Pero aunque fuera así, la celebración pública del evento de mañana lunes, no tendría sentido alguno sin la participación activa de casi un millón de personas que se darán cita frente al “Ala Oeste” de la Casa Blanca. A esa conclusión llegamos no sólo por las afirmaciones de quienes lo programan y coordinan, sino de los intensos trabajos de preparación que desde hace varias semanas llevan a cabo miles de personas. No se trata de hacer de extras, para que responsables de Seguridad, Protocolo y Comunicación tomen sus anotaciones, sino para trabajar las motivaciones personales. Busca el PIC que los asistentes  vengan en su mayoría no por ser testigos del que posiblemente en cuanto a la capacidad de movimiento de masas se ponga a la altura de las grandes celebraciones papales, sino para que ellos mismos trasladen y vivan el sentimiento de sentirse americanos y orgullosos de sus instituciones y representantes. Para ello, llevan trabajando semanas a través de todas las redes sociales este mensaje de espíritu americano.
Todo esto nos hace pensar en la gran necesidad que los eventos de todo tipo tienen de buscar una mayor complicidad del público. Parece como si eso estuviera reservado exclusivamente a los espectáculos televisivos, cuando lo cierto es que acontecimientos de este calibre alcanzan su gran cénit cuando el público se mete de lleno en el guión. Por eso es necesario comenzar a pensar en nuestro país -como lo hacen algunas grandes empresas- en la necesidad de motivar a nuestros públicos para que no sean solo espectadores de lujo, atraídos por el acto en sí o para sentirse privilegiados. Es necesario conseguir que asistir a los eventos deje de ser algo rutinario para convertirlo en excepcional y en ello los preparativos de motivación que comienzan ya desde la primera invitación son y serán ya claves en el éxito de los actos. Vamos a esa tendencia. El protocolo ya no sólo mira a la presidencia, sino al público, que es también muy importante.
Ver a tu futuro presidente con su esposa pintando estanterías en un modesto colegio constituye ya un importante incentivo para remover conciencias que predispongan favorablemente a esa motivación. Y aunque todo parezca muy americano -tal y como solemos decir en España cuando hablamos del falso o exagerado patriotismo-, la realidad es que si tienen la mejor democracia del mundo y el mayor compromiso de lealtad a su país, actos como éstos influyen decisivamente.
¿Se imaginan queridos lectores, la que se armaría en España si Rajoy o antes Zapatero jurase su cargo de forma privada en La Moncloa junto a su mujer e hijos, con una sencilla escenografía y al día siguiente lo hiciera públicamente en el Paseo de La Castellana?. Ya veo a los “peñafieles” de turno desenvainando la espada y a los periodistas sumando la cantidad de pancartas y colectivos “en lucha” que se darían cita en la vía central madrileña. Somos conscientes de que nada es comparable, entre otras cosas porque la Constitución Española no prevé más juramento para el Jefe del Estado (el Rey) que ante las Cortes Generales y una vez en su vida y para el Presidente del Gobierno ante el Monarca en La Zarzuela, por cierto en una escenografía que requiere ya cierta puesta al día mediática. Pero no es deseo del que suscribe que se copien las fórmulas, cada uno tiene las suyas, sino que ponga en valor la capacidad de motivar ese orgullo de ser ciudadano de un país, capaz por ello de echar a Nixon por deshonesto, obligar a pedir perdón a Clinton por abuso o mandar a las catacumbas a quien se le ocurre hacer perjurio -caso Amstrong- o meter la mano en la caja. No soy habitual de poner de ejemplo a este país -tan dañino para tantas cosas-, pero al menos en esto nos dan algunas “lecciones”. Al menos yo saco mis propias conclusiones de lo que se podría aprovechar para nuestro crítico país español.

[1] En la ceremonia pública del lunes, 21 de enero, utilizará la Biblia del reverendo Martin Luther King, Jr. En 2009 el mandatario lo hizo con la Biblia usada por el presidente Abraham Lincoln.