Libro de Condolencias en las embajadas de Francia

Es triste que el primer artículo de este blog en 2015 tenga como referencia el brutal atentado de París, el miércoles 7, contra la redacción de la revista francesa Charlie Hebdo, que costó la vida a diez de sus integrantes y dos policías. Una barbarie que fue más allá, ayer día 9, con la muerte de cuatro rehenes en un supermercado judío. Los autores de la matanza han sido abatidos, pero su muerte no arregla la atroz barbarie cometida.

Como periodista y ciudadano europeo y del mundo no puedo expresar más que mi rabia y pesar por estas incomprensibles acciones que atentan contra la libertad de expresión, la libertad humana y el derecho a la vida. He tenido la oportunidad de manifestar mi repulsa y condena con mi participación, lápiz en alto, en el simbólico acto convocado por la Universidad Camilo José Cela en la puerta de su sede de Ferraz en Madrid, donde se cursan los estudios oficiales de grado y postgrado de Protocolo y Organización y Eventos, así como en la carta que a título personal remití al embajador de Francia en España, Jeròne Bonnafont, solidarizándome con los ciudadanos y periodistas del país vecino. Ojalá pudiera ser optimista y pensar que estamos ante la última acción de este tipo, pero no pierdo la esperanza de que estas absurdas brutalidades acaben algún día.

El protocolo de la condolencia oficial

En relación a este alarmante suceso he puesto la atención en esas acciones protocolarias que son habituales cuando se producen situaciones con resultado de muerte que conmueven y alteran la vida del país que las ha sufrido o que causan un alto impacto mundial o que de alguna forma nos afectan a todos. Una de ellas es la apertura de un libro de condolencias en la Embajada del país afectado y en el que pueden escribir sus sentimientos de pésame las personas que lo deseen. Es obligado de alguna manera, que los altos representantes del país donde se asienta esa embajada concurran a la misma para expresar por escrito su dolor y solidaridad.

En esta ocasión, las diferentes embajadas francesas repartidas por el mundo han dispuesto el libro de condolencias y a las mismas han acudido los máximos dirigentes. Para intentar contribuir a un mejor conocimiento al protocolo que se sigue para estos altos dirigentes nos hemos fijado en tres misiones diplomáticas galas: la obligada española (a la que acudió el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy) y dos de referencia, la de Estados Unidos (con Barak Obama) y Alemania (con Angela Merkel).

El acto protocolario es muy similar en todos los casos. Recibimiento por el Embajador en la puerta de la Misión al alto mandatario, acceso a la sala donde está dispuesto el Libro de Condolencias, firma por el representante gubernativo, minuto de silencio y despedida. El gobierno francés dispuso como política general que en todas las mesas de firmas se visualizara la frase más exhibida estos días: “Je suis Charlie Hebdo” o “Nous sommes Charlie Hebdo”, cuestión que en Washington no se hizo, disponiéndose en cambio un letrerito delante del Libro haciendo referencia a la condolencia. Obviamente, estas diferencias no son solo fruto de la interpretación que cada embajador haga de las instrucciones recibidas de su Ministerio, sino también de la opinión del equipo protocolario del gobernante que acude a la firma. En este sentido, el formato no suele ser cerrado, sino que deja abierta la posibilidad de algunas adaptaciones escenográficas de acuerdo a las singularidades de cada país o las peticiones que soliciten los servicios de protocolo de sus dirigentes.

Analizando las situaciones elegidas encontramos tres soluciones protocolarias idénticas, pero con tres escenografías radicalmente opuestas. Es obvio que cada embajada tiene su propia arquitectura, pero al margen de ella, la puesta en escena en sí respondió a soluciones muy diferentes y con resultados dignos de analizar. Nos ha chocado la tela azul de la mesa de Obama, el recargamiento de la mesa de Rajoy y la diferente disposición de las banderas en Estados Unidos y en España. Y frente a estas dos embajadas, resalta en cambio la sencillez minimalista de la escenografía preparada para Merkel, la que indudablemente más me ha gustado de las tres.

La firma de Obama

 

Obama  Obama 2
Obama 3

Con aspecto solemne, Obama llenó casi una página de un libro de condolencias colocado sobre una mesa decorada con un desafortunado mantel azul. Detrás de él, pendía una pintura de George Washington en Yorktown con el general francés Jean-Baptiste Donatien de Vimeur, mejor conocido como el conde de Rochambeau (ver video).

Obama dejó para la historia el siguiente texto que llevaba preparado en una pequeña nota situada al lado del Libro: “En nombre de todos los estadounidenses, extiendo mi más profunda simpatía y solidaridad al pueblo de Francia tras el terrible ataque terrorista en París. Como aliados durante siglos, nos mantenemos unidos con nuestros hermanos franceses para asegurar que se haga justicia y que nuestra forma de vida sea defendida. Avanzamos juntos sabiendo que el terrorismo no está a la par de la libertad e ideales que defendemos, ideales que dan luz al mundo. ¡Vive la France!”.
Después, el presidente se colocó de pie cerca de la mesa con su cabeza inclinada en un breve momento de silencio antes de dar la mano al personal de la embajada. En esta imagen, además del desacierto de la tela, era innecesaria la presencia del militar francés, y las banderas parecen descuidadas.

La firma de Merkel

Merkel buena

Merkel

Merkel2

La canciller federal alemana, Angela Merkel, acudió a la embajada francesa en Berlín y tras ser recibida por el Jefe de la Misión Diplomática, acudió a la sala de firmas dispuesta con una sobria, sencilla y minimalista escenografía donde nada distraía la atención del acto mismo de la firma, dejando clara referencia a la situación francesa con un único letrero: “Je suis Charlie”. Aunque probablemente la presencia de las banderas francesa y alemana hubieran dado más oficialidad al hecho, estamos evidentemente ante otra forma de plantear la situación. Menos símbolos oficiales y más mensaje humanista. Con el “Je suis Charlie” quedó todo contextualizado y las banderas se echaron en falta. Todo en un ambiente sobrio que expresa por sí misma la gravedad de la situación. Se huye de los símbolos porque quiere darse a entender que no es un ataque ni a Francia, ni a Europa, sino al mundo. Es otra forma de leer la escenografía y que evidencia que no siempre es necesario recurrir a la simbología oficial. Dependerá de las situaciones.

La firma de Rajoy

Rajoy 1

Rajoy 2

Más chocante nos ha parecido la firma del presidente de España, Mariano Rajoy, en la embajada en Madrid. La imagen habla por sí sola. Frente a una chimenea, parcialmente tapada por tres banderas, si situó la mesa de firma, excesivamente saturada por dos retratos, uno del presidente francés y la otra innecesariamente destacada la expresión “Nous sommes Charlie Hebdo”. Las esculturas de las Meninas poco apropiadas para la ocasión.

 

La imagen general no parece que sea la más adecuada, por mucho que el letrero nos sitúe en el contexto. La foto del Presidente francés nada adecuada para este momento (no ha fallecido él). El entorno no transmite el mensaje de dolor, pesar y condolencia.

Las banderas en mi modesta opinión estaban mal dispuestas, de acuerdo a la tradición francesa y a la internacional. Es costumbre en Francia que su bandera en actos oficiales solemnes ondee junto a la europea y que ésta se sitúe a su derecha, pero unos centímetros por detrás, lo que hace que pase a tener una precedencia menor (aunque esté a la derecha, porque queda por detrás). Sin embargo, con ocasión de la presencia de Rajoy, la bandera de España quedó relegada claramente a la última, lo que representa una falta de deferencia, error que no se cometió con el presidente de Estados Unidos. Hubiese quedado elegante, de mantenerse la costumbre francesa, que la bandera gala y la europea estuvieran juntas como acostumbran, pero a su derecha la española, y que estuvieran un poquito separadas la de España y las otras dos que siempre van pegadas.

En fin, tres país, tres soluciones. Un mismo país organizador, tres soluciones. Tres altos mandatarios para la firma en un libro de condolencias, tres opciones diferentes. El protocolo no es ciencia exacta, pero cuando no se aplica bien produce pésimos resultados.

Protocolo para poner “cara” a la Unión Europea

(De izquierda a derecha, el Presidente del Consejo Europeo y el Presidente de la Comisión Europea sosteniendo el diploma del Premio Nobel de la Paz, y el Presidente del Parlamento Europeo con la medalla entregada por el Rey Noruego, en la ceremonia celebrada en este país).
La ponencia sobre “Ordenación protocolaria de la Unión Europea tras la reforma de 2010”, fruto de la firma del Tratado de Lisboa (en vigor desde el 1 de diciembre de 2009), pronunciada por François Brunagel, jefe de Protocolo del Parlamento Europeo,  en el marco del segundo Encuentro Europeo de Protocolo, celebrado este sábado en Elche (Alicante, España), nos ha permitido constatar que la crisis económica no es la única que padece la Unión Europea (1). Resulta evidente que hay otras crisis de calado que afectan a la identificación de Europa. A ésta le “falta cara”. Parece una frivolidad así escrito, pero eso parece deducirse claramente de la intervención de nuestro colega francés, funcionario comunitario desde hace más de 40 años, los diez útimos en el Parlamento Europeo y anteriormente en el Comité Económico y Social, profesional de gran prestigio y que desgraciadamente para todos nosotros se jubilará en los primeros meses de 2014.
El tema recobra actualidad ante la inmediatez de las próximas elecciones europeas (deben de celebrarse entre el 22 y el 25 de mayo de 2014 en todos los países comunitarios; en España el domingo 25). Los quinientos millones de ciudadanos europeos que tengamos derecho a ello podremos votar a nuestros representantes en elParlamento Europeo, quienes a su vez elegirán al Presidente de la Comisión Europea, previa propuesta del Consejo Europeo, compuesto por los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión.
Existe un problema protocolario en la Unión Europea como consecuencia de la entrada en vigor de aquel acuerdo, ya que confiere un papel equivalente al Parlamento y al Consejo, pero que no tiene un fiel reflejo en el ámbito protocolario, y tampoco contribuye a la tan deseada política de poner rostro a la Unión y facilitar la visibilidad internacional. Un ejemplo clarificador fue el debate técnico/político habido sobre quién debía recoger el Premio Nobel de la Paz concedido en 2012 a la Unión Europea por el Comité Noruego de la Fundación Nobel.
Dos protocolos
Hay cuestiones que vienen establecidas en el Tratado y otras que funcionan por costumbre. Reclamó Brunagel un papel protocolario más relevante para el Parlamento Europeo, del que existe una clara percepción de protagonista secundario en las relaciones internacionales, pese a contar con “mayor legitimidad para asumir un rol representativo y protocolario superior”. De hecho expuso que en realidad en la UE hay dos protocolos, uno  de consumo interno y otro para la representación comunitaria en actos no promovidos por la UE. El doméstico, más conocido por todos, es aquél que da prevalencia al Parlamento Europeo sobre el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea (no debe equivocarse con el Consejo de Europa que no es un organismo comunitario) y la Comisión Europea, de tal forma que la precedencia queda determinada por el siguiente orden:
1. Presidente del Parlamento Europeo, cargo que en la actualidad ocupa Martin Schulz (parlamentario alemán).
2. Presidente del Consejo Europeo (que se elige por períodos de dos años y medio, actualmente y hasta el 30 de noviembre de 2014, ocupado por Herman Van Rompuy).
3. Presidente de turno del Consejo de la Unión Europea (no confundir con Consejo Europeo), integrado por los representantes de los países miembros (que se reune sectorialmente a través de sus ministros). Actualmente, preside Lituania, de acuerdo a la decisión del Consejo de 1 de enero de 2007, por el que se establecen las presidencia rotatorias). Un puesto claramente cada vez más denostado.
4. Presidente de la Comisión, hoy José Manuel Durão Barroso (la Comisión queda integrada por 28 comisarios, uno por país, siendo uno de sus vicepresidentes el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, cargo que actualmente ocupa Catherine Ashton, que también preside el Consejo de Relaciones Exteriores). Como señala la UE en su información oficial, “así queda reforzada la coherencia en la acción exterior y aumenta la visibilidad de la UE en el mundo, al darle un “rostro” a la Unión”.
Luego ya siguen los demás cargos conocidos, de acuerdo a la lista que habitualmente se aplica por las instituciones comunitarias.
Sin embargo, existe un protocolo externo, no escrito ni regulado que relega al Presidente del Parlamento Europeo, que queda por detrás del presidente de la Comisión, ocurriendo lo mismo con el Presidente de turno rotatorio. Una cuestión que parece para algunos expertos poco legítimo pues el Presidente del Parlamento Europeo, como representante de la única institución que votan directamente los europeos, debería tener un reconocimiento protocolario mayor. Brunagel reclamó la legitimidad como valor sustancial en el protocolo, que debe priorizar a quien es elegido por los ciudadanos. No se intuye que vaya a resolverse esta importante cuestión. Lo que sí es cierto es que como mal menor se recurre a la denominada “Trinidad Comunitaria” (Parlamento, Consejo, Comisión) y al buen entendimiento de sus correspondientes jefes de protocolo que han de resolver en cada caso. El tema no es baladí, pues de su filosofía podría desprenderse algunas conclusiones aplicables en los estados miembros. De hecho, no hay criterios comunes en los países de la Unión sobre la precedencia del Presidente Legislativo sobre el Ejecutivo o viceversa. Así en España el Presidente del Gobierno toma mayor jerarquía protocolaria frente al del Congreso, pero es al revés en Alemania, por citar un ejemplo.
Este tema es importante, porque evidentemente Europa y sus instituciones comunitarias están ahí, pero ¿quién es el rostro que representa Europa? Y ésta, en un mundo mediático y global, necesita “caras” y el protocolo juega en ese sentido un papel primordial. ¿Es Van Rompuy o Barroso o Schulz en estos momentos? Y en ocasiones, en determinadas negociaciones internacionales, ¿Ashton? Hay pues todo un lío a propósito de este tema que puede pasar desapercibido al común de los humanos pero donde se está librando una buena batalla, en la que el protocolo tiene mucho que decir. Laro que algunos dirán que el debate es absurdo pues el rostro hoy se tiene nombre:Angela Merkel, la física que llegó a canciller en 2005.
El caso Nobel
 
Un ejemplo de este vacío fue la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz a la UE en diciembre de 2012 (dotado con 930.000 euros que la Unión decidió destinar a los niños que no tienen la oportunidad de poder crecer en un país en paz). Determinar qué representante de la UE debía acudir a recoger el prestigioso galardón de manos del presidente de la Academia Noruega, Thorbjørn Jagland, dio más de un dolor de cabeza, porque una vez más el tema salió a relucir: ¿quién representa a Europa ante el mundo? ¿El presidente del Parlamento que elegimos todos los europeos y que representa nada menos que a quinientos millones de europeos? ¿El Presidente del Consejo que es elegido por sus miembros, es decir, los jefes de Estado y de Gobierno? ¿El Presidente de la Comisión que vota el Parlamento Europeo pero previa propuesta por el Consejo Europeo?
Hubo que pactar que concurriera a Oslo la “Trinidad”, sin que tampoco quedara muy claro quién tenía mayor precedencia, aunque todo parece indicar por la posición que fue Van Rompuy el primero seguido de Barroso y Schulz. No obstante, en los discursos el primero en hablan es Van Rompuy, antes de cerrar Barroso. Lo que es evidente es que los que realmente mandan sostienen el diploma y toman un lugar de relevancia. El que más representa a los europeos, se queda con la medalla, pero en una posición más relegada. Pero no hay un puesto de precedencia claro. Todo con independencia del hecho de que los medios recogieran la imagen del Presidente francés y la Canciller alemana, puestos en pie, levantando sus manos unidas, en medio de la ovación general, mientras observaban el gesto los otros 19 jefes de estado y de gobierno presentes en el Salón de Entrada del Ayuntamiento de Oslo, sede de la ceremonia presidida por el Rey  y el Príncipe Noruego, junto a sus respectivas esposas (éstas colocadas entre los dos reales caballeros).
La cuestión podría haberse enconado más si no hubieran llegado a un acuerdo los respectivos jefes de protocolo sobre quién debía recoger el galardón y quién hacer el discurso correspondiente de agradecimiento (es la única categoría de los Nobel, donde el premiado hace uso de la palabra). El pacto pasó por dos intervenciones, la primera de Van Rompuy y la segunda de Barroso. El presidente del Parlamento Europeo no habló, pero fue el único en hacerlo al día siguiente en la inauguración de una importante exposición con motivo de este galardón celebrado en la capital nórdica. Todos parecieron haber quedado contentos (la buena sintonía y relación de sus correspondientes jefes de Protocolo facilitó el acuerdo, lo que habla ya de por sí sobre la importancia de las buenas relaciones entre éstos funcionarios).
(Videos resumidos de la ceremonia de entrega el 10 de diciembre de 2012. Fuente: Euronews y cerestv, respectivamente)
Ver ceremonia completa en: http://www.nobelprize.org/mediaplayer/index.php?id=1883
Posibles consecuencias en los estados miembros
 
Fue una solución “ad hoc”, puntual, no definitiva, que nos deja sin saber claramente qué rostro representa a Europa, y la precedencia en el ámbito internacional de nuestros máximos representantes comunitarios. Tema delicado que debería resolverse, pues de ahí se desprenden muchas cuestiones que afectan a los estados miembros, especialmente la interpretación del orden protocolario entre el Ejecutivo y el Legislativo y la aplicación del protocolo comparado (ese que nos permite ubicar a una autoridad extranjera en nuestro país por equivalencia con una nacional).
Un debate éste que tiene muchas extrapolaciones que en algún momento saldrán al debate nacional. Porque tirando del hilo podríamos llegar a preguntarnos, ¿qué rostro representa Cataluña, o el País Vasco o La Rioja? Si con el protocolo tratamos de escenificar la realidad objetiva, seguramente el traslado de ese debate europeo a España nos aportaría numerosas sorpresas que convertirían en anécdotas algunos “incidentes” o “accidentes” protocolarios de repercusión mediática como el último vivido entre el Presidente de la Generalitat catalana y la Vicepresidenta del Gobierno de la Nación.

(1) La Unión Europea, como seguramente la mayoría sabrá, está formada por 28 estados miembros, a saber: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Polonia, Portugal, Rumania, Reino Unido, República Checa y Suecia. Esta cantidad puede aumentar a 33 si tenemos en cuenta que han solicitado su ingreso Macedonia, Islandia, Montenegro, Serbia y Turquía (quedarían por pedirlo otros  tres posibles, Albania, Bosnia y Herzegovina y Kosovo). Todos ellos aportan quinientos millones de ciudadanos a fecha de 1 de enero de 2013.