El puesto del anfitrión en el Premio Cervantes

PresiPresidencia de la ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2014, que se entregó el pasado 23 de abril. De izquierda a derecha: Secretario de Estado de Cultura, Rector Universidad de Alcalá de Henares, Presidente de la Comunidad, Reyes de España, Ministro de Educación, Cultura y Deportes, Alcalde de Alcalá de Henares y Directora General de Políticas Culturales y del Libro

El pasado día 23 se celebró en el Paraninfo de la Universidad deAlcalá de Henares (Madrid) la tradicional entrega del Premio “Miguel deCervantes”, máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos. Este galardón, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (así se dispone en sus bases), rinde anualmente público testimonio de admiración a la figura de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer de forma notable del patrimonio literario en lengua española. En esta edición Juan Goytisolo fue el reconocido.

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El regalo institucional y empresarial

CorbataMomento en el que el Primer Ministro italiano entrega la corbata a su homólogo griego.

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, regaló una corbata a su homólogo griego, Alexis Tsipras, para que la use “cuando Grecia salga de la crisis”, confiando en que pueda ponérsela pronto, durante el encuentro que ambos mantuvieron esta semana en Roma. “Alexis ha dicho que no se pondrá una corbata hasta que Grecia no salga de la situación de dificultad en la que está. Cuando llegue el momento en que Grecia salga de la crisis, que llegará, queremos que pueda usar una corbata italiana”, dijo Renzi haciendo entrega del regalo a su colega griego. No es habitual que este ámbito diplomático se entreguen regalos a la vista de todos, pero el mandatario italiano más que un detalle ha querido evidenciar la entrega de un detalle con claro mensaje. Primero romper el hielo ante una situación compleja; segundo, tender la mano a Grecia, pero sin soltar el brazo de Alemania; tercero, contribuir a la marca Italia. El primer ministro italiano simbolizaba con esa corbata el deseo de su Gobierno de ayudar a Grecia, aunque por el mero hecho de obsequiar una corbata a quien dice no la pondrá pretende decirle que probablemente no tenga la razón. Tsipras recogió sonriente la corbata y prometió usarla cuando llegue el momento. Pero también  fue inteligente Tsipras al regalar al italiano un CD de música griega, “para que se oiga bien nuestra canción”.

 

(ver el vídeo de la entrega)

 

Son regalos con claro mensaje. Sencillos, relativamente baratos y desdeluego nada ostentoso, tendencia hacia la que se avanza hoy en este campo. Obsequios con mensaje cuando se hace de cara a la galería y muy sencillos y de cortesía cuando se entregan de puertas para adentro. El mundo del regalo institucional, con la crisis, ha experimentado un importante cambio. Hemos dejado las alegrías del pasado para centrarnos en pequeños detalles de bajo coste, pero donde el simbolismo cobra vida. Es decir, lo importante no es qué me regalas, sino por qué me lo regalas y qué quieres decirme con esta atención. Y si además resulta divertido, como en el caso italiano, hasta se colabora en la proyección mediática positiva.. Estas son las claves actuales entorno a este tema.

 

Los regalos en las empresas del IBEX

 

Hay que tener en cuenta que la política de instituciones y empresas actualmente es la de evitar regalos ostentosos, tanto para entregar como para recibir. De hecho muchas empresas comienzan a regular internamente sobre la cuestión. Recientemente el diario ABC publicaba un artículo que bajo el título “Los regalos que sí pueden aceptar los directivos de las empresas”, reflejaba la política que al respecto siguen la mayoría de las empresas del IBEX, que se ha dotado de códigos éticos para los obsequios que pueden recibir o entregar sus empleados.

 

¿Cuál es el límite que separa la cortesía de la corrupción? El uso de las tarjetas de Cajamadrid y los lujosos regalos que la entidad realizó a algunos de sus consejeros y directivos, que incluían relojes valorados en 12.000 euros, ha reabierto el debate sobre los regalos de empresa y su idoneidad en momentos de fuerte crisis económica como los que ha vivido España. Las grandes empresas del Ibex han intentado estructurar estas conductas en sus códigos éticos, cada vez más estrictos, para evitar escándalos que dañen la imagen de la compañía. Por regla general, la mayoría de las empresas tienen expresamente prohibido hacer y recibir pagos en efectivo o en especie. Pero como toda regla tiene una excepción, muchas delimitan también cómo deben actuar los empleados en caso de verse obligados a aceptar el regalo y estipulan el valor máximo que pueden llegar a recibir. A continuación sigue una muestra de las principales empresas españolas.

El código ético de la entidad que preside Ana Botín afirma que «queda prohibida la solicitud o la aceptación de cualquier tipo de pago, comisión, regalo o retribución por operaciones efectuadas por el Grupo, así como obtener de otra forma provecho de la posición que se ostenta en el mismo en beneficio propio». La excepción a la norma la constituyen «los objetos de propaganda de escaso valor, las invitaciones normales que no excedan de los límites considerados razonables en los usos habituales, sociales y de cortesía y las atenciones ocasionales por causas concretas y excepcionales (como regalos de Navidad o de boda), siempre que no sean en metálico y estén dentro de límites módicos y razonables».

El segundo banco español limita tanto los regalos que pueden recibir sus empleados como los que pueden ofrecer y su cuantía: 150 euros. «Los empleados se abstendrán de ofrecer o dar regalos o liberalidades a terceros que pudieran tener por objeto influir, de manera impropia, en la consecución de un beneficio o favor para BBVA», reza el código de conducta de la entidad que preside Francisco González. Además, el texto puntualiza que «los empleados no admitirán beneficios personales o compensaciones económicas de ningún cliente o proveedor de BBVA, ni de ninguna otra persona física o jurídica que intente hacer negocios con el Grupo». Las excepciones son «la asistencia a actos sociales, seminarios y otro tipo de actividades formativas, así como las invitaciones a almuerzos profesionales». «Únicamente podrán ser aceptados regalos de carácter promocional o detalles de cortesía. En cualquier caso, si su valor económico fuera superior a 150 euros, la persona beneficiaria deberá poner el regalo a disposición de BBVA», concluye el texto.

La petrolera REPSOL establece en su código ético que «los empleados, por razón del cargo que ocupen, no podrán aceptar regalos, atenciones, servicios o cualquier otra clase de favor que puedan afectar a su objetividad o influir en una relación comercial, profesional o administrativa». Expresamente queda prohibido aceptar «dinero o valores y bienes fácilmente liquidables en metálico», aunque sí «regalos que estén permitidos tanto por la legislación aplicable de cada país como por los principios éticos (…) y sean entregados o recibidos, de forma transparente y con carácter ocasional, o consistan en objetos o atenciones con un valor simbólico o económicamente irrelevante».

 

Inditex, dueño de marcas como Zara, establece en sus códigos de conducta que «ningún empleado de podrá ofrecer, conceder, solicitar o aceptar regalos, o dádivas a ó de una persona física o jurídica con la que la empresa mantenga relaciones de cualquier tipo que, aislados o sumados entre sí en el periodo de un año, tengan un valor superior a 100 euros o su equivalente en moneda local. Los obsequios en metálico están expresamente prohibidos».

Telefónica es tajante al respecto: «No ofrecemos o aceptamos regalos, invitaciones u otro tipo de incentivos que puedan recompensar o influir en una decisión empresarial». Además, concreta que «no efectuamos donaciones en metálico o en especie, de ninguna índole, a partidos políticos, organizaciones, facciones, movimientos, entidades, sean éstas de carácter público o privado cuya actividad esté claramente vinculada con la actividad política».

Regalo Rey a PapaLos Reyes regalaron al Papa, en su última visita, un facsímil del “Oráculo manual y arte de prudencia” del jesuita Baltasar Gracián, que reproduce el original adquirido por un ilustre gracianista argentino, Jorge Furt, un volumen de bolsillo que don Felipe hojeó ante el pontífice, al tiempo que le explicaba cómo el original se encuentra en Luján, en la Pampa argentina. Por su parte, el pontífice obsequió a los reyes con un medallón de bronce que reproduce el diseño inicial de la basílica de San, así como con un ejemplar de su exhortación apostólica “Evangelis Gaudium”.

Los regalos en la Casa de S.M.

La cuestión de los regalos también ha sido objeto de actuación inmediata por parte del Rey de España, Felipe VI, que ha dispuesto una regulación muy tajante al respecto que entró en vigor el pasado día 1 de enero, y cuyos aspectos esenciales quedan recogidos en los apartados siguientes:

 

  1. Principios generales.

 

1.1. Los miembros de la Familia Real no aceptarán para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni aceptarán favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones.

 

1.2. En el caso de obsequios que, de acuerdo con estas normas, tengan carácter institucional, se procederá a su incorporación al Patrimonio Nacional.

 

1.3. Los miembros de la Familia Real no podrán aceptar regalos que por su alto valor económico, finalidad o interés comercial o publicitario, o por la propia naturaleza del obsequio, puedan comprometer la dignidad de las funciones institucionales que tengan o les sean atribuidas.

 

  1. Regalos de carácter institucional.

 

2.1. A los efectos de esta regulación, son regalos institucionales los que sean ofrecidos a los miembros de la Familia Real con motivo de un acto oficial o en razón de su condición.

 

Tienen esta consideración:

 

  1. Los regalos ofrecidos por las autoridades anfitrionas y organizadores de actos y visitas oficiales en territorio nacional.

 

  1. Los regalos ofrecidos por administraciones públicas o entidades e instituciones integradas en el sector público estatal, autonómico o local.

 

  1. Los regalos ofrecidos por las autoridades de un Estado extranjero en viajes oficiales de carácter internacional.

 

Quedan igualmente comprendidos en este ámbito los regalos ofrecidos por los organizadores de actos oficiales en territorio extranjero.

 

  1. Los regalos ofrecidos por las autoridades de un Estado extranjero en actos o visitas oficiales en España.

 

  1. Los regalos ofrecidos por organizaciones e instituciones internacionales.

 

2.2.Los regalos de carácter institucional se incorporarán al Patrimonio Nacional, en los términos previstos en la Ley 23/1982, de 16 de junio, de Patrimonio Nacional, de acuerdo y en los términos que se establecen en el apartado 6 de estas normas.

  1. Regalos de carácter personal.

 

  1. Tendrán la consideración de regalos de carácter personal aquellos que no puedan incluirse en la categoría de regalos institucionales.

 

  1. De acuerdo con el principio general antes expuesto, los regalos de carácter personal se podrán aceptar cuando no superen los usos sociales o de cortesía.

 

Cuando excedan dichos usos, seguirán el mismo tratamiento que los regalos de carácter institucional o bien serán cedidos a una entidad sin ánimo de lucro que persiga fines de interés general.

 

  1. Supuestos especiales.

 

4.1. Los miembros de la Familia Real no aceptarán préstamos sin interés o con interés inferior al normal del mercado, ni regalos de dinero. En este último caso se procederá a su devolución o a ser donado a una entidad sin ánimo de lucro que persiga fines de interés general.

 

4.2. Cuando los premios o reconocimientos concedidos a miembros de la Familia Real comprendan una dotación económica, deberá procederse a ceder su importe a una entidad sin ánimo de lucro que persiga fines de interés general.

 

4.3. En el caso de aniversarios o celebraciones de carácter singular de algún miembro de la Familia Real en los que se presuma que darán lugar al ofrecimiento de regalos, se establecerá un régimen propio que será objeto de información pública.

  1. Información sobre el régimen de regalos.

 

La Unidad de Protocolo de la Secretaría General de la Casa de S.M. el Rey dará la oportuna información a las autoridades y a los organizadores de los distintos actos oficiales sobre el régimen de regalos de los miembros de la Familia Real. Todo ello sin perjuicio de la información que al respecto se publicará en la página web de la Casa de Su Majestad para público y general conocimiento.

 

  1. Registro, custodia y destino de regalos.

 

  1. La anotación de la información básica en un registro que permita la identificación y control de cada regalo recibido por S.M. el Rey o los miembros de la Familia Real será responsabilidad de las correspondientes Unidades de la Secretaría General (Secretaría de S.M. el Rey Don Juan Carlos, Secretaría de S.M. la Reina y Protocolo).

 

  1. Anualmente todos los objetos recibidos en ese período deberán ser revisados por una Comisión formada por los titulares de las citadas Unidades bajo la presidencia del Secretario General. Esta Comisión valorará cada regalo con referencia a, entre otras cosas, el valor histórico, estético o económico, para proponer, de acuerdo con los criterios antes expuestos y su calificación como institucional o personal, bien su incorporación a Patrimonio Nacional o bien su donación a una entidad sin ánimo de lucro que persiga fines de interés general.

 

La entrega de regalos en dinero o en especie a entidades sin ánimo de lucro deberá realizarse preservando el anonimato del donante, el motivo u ocasión de la entrega y el miembro de la Familia Real que lo recibió.

 

  1. Cada una de las Unidades citadas deberá mantener el control de todos los regalos depositados bajo su responsabilidad y actualizados los inventarios respectivos.

 

  1. Publicidad de los regalos.

 

Con periodicidad anual se publicará en la página web de la Casa de Su Majestad el Rey la relación de regalos institucionales que hayan sido entregados a la Familia Real durante el año anterior. Se hará constar una breve descripción del regalo así como la persona o entidad que lo haya entregado así como su destino, uso o afectación.

 

  1. Herencias.

 

8.1. Los bienes dejados en testamento o disposiciones de última voluntad, ya sea en concepto de heredero o legatario, en favor de algún miembro de la Familia Real por personas que no tengan una relación familiar, podrán ser aceptadas cuando así se considere procedente. Estos bienes, en atención a su naturaleza, deberán incorporarse al Patrimonio Nacional o ser entregados a instituciones públicas o entidades sin ánimo de lucro para la consecución de fines de interés general, salvo que las disposiciones incluyan un destino o finalidad específica cuyo cumplimiento se requiere para su aceptación.

 

8.2. La aceptación de herencias se hará siempre a beneficio de inventario.

Discurso navideño del Rey: más que palabras

Foto buena discurso

He escuchado anoche al Rey de la ilusión, la esperanza y el compromiso. Al Rey de lenguaje directo, sencillo y sin retóricas. Preciso en el tiempo, comunicador, próximo y seguro. Pero, también, lo he visto a través de sus gestos, mirada y diferentes detalles muy personales. La escenografía, basada en la idea de un salón como el que podemos tener en nuestra casa, con una ventana y un marco que no es precisamente modelo de arquitectura de Palacio, ha contribuido a no desviar la atención de lo importante: sus palabras, su mensaje, aunque ha permitido reforzar el compromiso de encarnar una generación diferente que apuesta –como apoyo- por la comunicación no verbal.

He visto al Rey de la ilusión y la esperanza, al Rey del presente y futuro, marcando distancias claramente con el Rey que trajo la democracia a España, don Juan Carlos, separados por un sofá rojo vacío que transmitía la idea de la transición habida en esa Casa de la que ahora es dueño. Con ello, ha creado dos zonas claramente diferenciadas que permite hacer una lectura de que es Rey porque antes ha sido Príncipe y que en consecuencia ha recibido la Jefatura del Estado por la abdicación de su padre (foto abrazandole) y los mecanismos constitucionales (la bandera de España). Sin embargo, ha querido distanciarse con su estilo propio, el de la sencillez y la proximidad. En clave “Real”, don Felipe ha sabido situarse en el escenario que le define. A unos les puede gustar más y a otros menos. Especialistas saldrán que propondrán otras opciones de decoración. Pero que no se olviden que ahí reside la clave para entender a este joven Rey: comunica apoyado siempre de una adecuada puesta en escena, muy pensada, con claros toques personales y en los que se ve mucho la mano de la reina Letizia.

El juego de los dos entornos

Dos entornos tenía la escenografía, que jugaban entre sí. La representación de una etapa pasada, ese espacio donde aparecía la foto en la que se abrazaba a su padre en Palacio Real el día de la firma de la Ley de Abdicación (18 de junio). No es casual que junta a ella estuviera la bandera de España, que no aparecía en los planos cortos televisivos, pero si en los globales, lo que confería el valor institucional de todo el proceso que le ha llevado a ser Rey y por supuesto el que le autoriza a dirigirse como Jefe de Estado a todos los españoles en esa noche mágica. Junto a esa imagen y ese símbolo oficial, no ha querido don Felipe prescindir de algo que seguramente en el noventa por ciento de los hogares hay en la Nochebuena: un minimalista belén, construido sin nada más que las cinco figuras clásicas. Por primera vez en las comparecencias reales de Navidad, no eran piezas de valor artístico cedidas por Patrimonio Nacional, ni referencia directa a la religiosidad, sino sencillas figuras propias de estas fechas, que bien podría haber comprado como cualquier español en el mercadillo de turno.

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Distanciado de esa imagen, con un sofá vacío en medio, a modo de cordón umbilical, el segundo entorno, el del Rey actual, postrado en una silla discreta, poco llamativa, apreciábamos al Monarca más tierno, próximo y comunicador. Seguro de sí mismo y muy gestual, pero sin excesos. Por momentos uno tenía la sensación de que pretendía traspasar la pantalla para meterse en nuestro hogar. Tres detalles importantes en esta zona: las dos fotos situadas a su derecha, una sentimental –la cabeza de doña Letizia postrada en el hombro de don Felipe, en un avión de regreso de un viaje oficial a Iberoamérica- y la obligada, ambos con sus hijas en plan familiar durante sus últimas vacaciones en Mallorca. No debe olvidarse que don Felipe es, sobretodo, muy sentimental.

A su derecha, colgado en la pared un retrato hecho en Oviedo a la entonces niña Letizia Ortiz, con apenas nueve años. Tampoco es casual que sea la misma edad de su hija la Princesa de Asturias. Seguimos viendo al Rey que le gustan los gestos y los detalles muy cuidados. Algo excesivo el recurso a la planta típica de Navidad, pero tampoco agobiaba al entorno. Quizá no haya sido del agrado de alguno las lucecitas navideñas tras la ventana, pero a mi no me ha disgustado, porque transmite la idea de que hay ciudad detrás, es decir, sociedad. Que no está en Palacio encerrado. Tras su ventana está el mundo, España, de los que no quiere aislarse. Simbolismo significativo. Ha buscado su rincón de la casa, ese lugar hogareño que cada uno intenta hacer suyo en la casa.

Las claves asturianas

Traje gris discreto que contribuyó a realzar el color azul de su corbata –como el de la bandera de Asturias; tampoco es una casualidad. Tres guiños que ha concedido a la tierra que más veces ha visitado porque ha sido su Príncipe durante muchos años y el que le ha llevado a ser conocido en todo el mundo, a codearse con la “creme de la creme” intelectual, generosa, solidaria y comprometida, esos ya casi cuatrocientos galardonados con los premios Príncipe de Asturias. Segundo guiño: su referencia al discurso pronunciado en Oviedo en la última ceremonia de estos premios. Tercero, el retrato de Letizia ya comentado.

En fin, que ha comunicado no solo con las palabras, sino con la puesta en escena. Porque nada ha entorpecido lo importante: su mensaje. De su contenido son los partidos políticos y los ciudadanos los que tienen que valorar. Personalmente, creo que ha hecho el discurso posible, con lenguaje sencillo y sin rodeos, hablando de esa integridad moral que –sin citarla- no excluye a su hermana, la infanta doña Cristina. Defensor de la Constitución, pero no se ha aferrado a ella como intocable, con lo que puede deducirse entrelíneas que este Rey apuesta claramente por una Constitución actualizada que cuente con el refrendo de la generación que él encarna. Ha dado toques de atención al gobierno y ha apelado a la unión de los españoles desde la pluralidad, en referencia al conflicto catalán, sin cerrar ninguna puerta al entendimiento.

Creo que su discurso no cae en la indiferencia ni al PP, ni al PSOE, ni a IU –por mucho que diga Llamazares que “más de lo mismo”- ni a Podemos, por citar a algunos. Su discurso sirve a todos. Y es que no he visto al Rey de cuento de hadas y palacios, sino a un Jefe del Estado. Por primera vez en sus tres grandes citas del año que acaba, actuando en solitario –sin la compañía de la Reina- he sentido que, por encima de la Corona, quiere ser el Jefe de Estado que necesita España y determina la Constitución. Y lo ha conseguido. De sus palabras no puede arrancarse debate alguno sobre monarquía o república. Ha demostrado que él es Jefe del Estado y que no se apega a las ventajas de no ser elegido, dispuesto (por qué no) a someterse al plebiscito diario de ser juzgado por cada español y rendir cuentas como cualquier responsable público. A este Rey no se le entiende solo con las palabras. Hay que leer en sus gestos. Ha dicho más de lo habitual en estas citas y sigue respondiendo al Rey de todos los ciudadanos, y, sobretodo, al Rey de los débiles españoles.

(Discurso completo)

Las zapatillas deportivas y los regalos, en el protocolo de Felipe VI.

 

El rey Felipe VI ha dejado de utilizar en las invitaciones protocolarias de sus actos la tradicional expresión “que Dios guarde”, normalmente dispuesta con la abreviatura “q.D.g.”. Al abandonar esta fórmula, da un paso más en su creciente secularización de las actividades oficiales promovidas desde la jefatura del Estado. Ni juró sobre la Biblia, ni colocó el crucifijo junto a los atributos de Rey (corona y cetro), ni se convocó la misa del Espíritu Santo, con ocasión de su proclamación el 19 de junio pasado. Como dice el diario Las Provincias, “Felipe VI profesa la religión católica pero se ha tomado muy en serio su papel como primer Monarca constitucional de la historia de España. La Carta Magna propugna la aconfesionalidad del Estado. Y está dispuesto a que esa aconfesionalidad se cumpla hasta en el mínimo detalle”.

Lo ha hecho ya en varias ocasiones, dos de ellas singulares: para la cena de gala en honor de la presidente de Chile, Michelle Bachelet, el 29 de octubre, celebrada en el Palacio Real, y para la entrega de los Premios Nacionales del Deporte, el pasado 4 de diciembre, en el Palacio del Pardo. Confirma una vez más ese estilo propio al que hemos aludido en diferentes comentarios anteriores y cumple con su compromiso de renovar y adaptar a los tiempos actuales la Corona, más preocupada ahora en el activismo de compromiso que en las formalidades de sus eventos. El Protocolo para Felipe VI se ha convertido en un mero instrumento que, ordenando adecuadamente sus apariciones públicas, facilita su gran apuesta: la cercanía, la proximidad y el contacto con los ciudadanos. Día tras día va dando notables ejemplos de esa nueva forma de practicar un protocolo que en la Casa Real necesitaba de una urgente puesta al día.

Son constantes los guiños a su nuevo estilo, hechos con la sutileza de no provocar cambios bruscos, pero siempre introduciendo novedades. La propia foto de familia de la entrega de los Premios Nacionales del Deporte es otro ejemplo de los cambios, donde se aplica un protocolo que a los expertos no les cuadra de acuerdo a las normativas y tradiciones, pero que tiene su sentido, en cuanto a la ubicación de los cuatro miembros de la Familia Real y del Rey que asistieron. El Rey, entre las dos reinas, Letizia y Sofía, tratando con ello suavizar las diferencias de rango que ahora tienen ahora ambas. Y separados de la Familia Real, la infanta Elena, una más entre los deportistas galardonados. Su presencia tiene sentido, no en vano ha asumido durante mucho tiempo la responsabilidad de asistir y presidir eventos relacionados con el deporte en nombre del Jefe de la Casa Real. Un lujo de detalle protocolario el que nos deja esta foto (por extraño que quede la imagen con los trofeos así dispuestos):

Rey Premios DeporteLos Reyes en la entrega de los premios nacionales del Deporte en el Palacio del Pardo.

Los regalos a la Familia Real

Otra medida singular se refiere al nuevo régimen de regalos a los miembros de la Familia Real, anunciado recientemente por la Casa de S.M. y que recoge de forma clara el diario ABC, el pasado 5 de diciembre:

El Rey ha querido elevar a normativa interna el criterio que él ya venía aplicando a los obsequios que ha recibido. Este nuevo régimen adapta a la Corona la ley 19/2013 que ya regula en materia de regalos a los políticos y altos cargos de todas las Administraciones públicas.

El nuevo régimen establece que los miembros de la Familia Real no aceptarán para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni aceptarán favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones. También distingue entre regalos personales e institucionales, y establece que los obsequios que tengan carácter institucional se procederá a su incorporación al Patrimonio Nacional.

Además, está normativa prohíbe a los miembros de la Familia Real aceptar regalos que por su alto valor económico, finalidad o interés comercial o publicitario, o por la propia naturaleza del obsequio, puedan comprometer la dignidad de las funciones institucionales que tengan o les sean atribuidas.

Este régimen de regalos afectara exclusivamente a los miembros de la Familia Real, pero no a los familiares del Rey, por lo que las Infantas Doña Elena y Doña Cristina no estarán obligadas a su cumplimiento. No obstante, sí será de aplicación para los miembros de la Familia Real a los que el Rey encargue alguna actividad institucional durante el desarrollo de esta función concreta.

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Los Reyes y sus hijas el día de la Proclamación de Felipe VI

La nueva normativa considera regalos institucionales los ofrecidos por las autoridades anfitrionas y los organizadores de actos y visitas nacionales o internacionales. Los regalos que no pueden incluirse en la categoría de institucionales tendrán la consideración de personales, que solo se podrán aceptar cuando no pueden los usos sociales y de cortesía. Cuando excedan esos usos, seguirán el mismo tratamiento que los institucionales o serán cedidos a una entidad sin ánimo de lucro que persiga fines de interés general.

La norma incluye supuestos especiales, que prohíben a los miembros de la Familia Real aceptar préstamos sin interés o con interés inferior al normal del mercado, ni regalos de dinero. En este último caso se procederá a su devolución o será donado. Cuando los miembros de la Familia Real reciban premios con dotación económica, el importe se deberá ceder a una entidad sin ánimo de lucro.

El nuevo régimen también establece que en el caso de aniversarios o celebraciones de carácter singular de algún miembro de la Familia Real en los que presuma que darán lugar al ofrecimiento de regalos, se establecerá un régimen propio que será objeto de información pública.

Regalo al Rey por el Papa

El Papa Francisco entrega un obsequio al rey Felipe VI

Zarzuela también anotará en un registro cada regalo recibido por el Rey o la Familia Real. Estos regalos serán valorados por una comisión para clasificarlos como institucionales o personales y con periodicidad anual se publicará en la página web de la Casa del Rey la relación de regalos institucionales que haya recibido la Familia Real durante el año anterior, con una breve descripción del regalo, así como la persona o entidad que lo haya entregado y su destino, uso o afectación.

Zarzuela también ha dado a conocer el código de conducta del personal de la Casa del Rey, que se ha decidido poner en marcha porque los ciudadanos tienen derecho a que el personal de la Casa tenga un comportamiento ejemplar que ayude a preservar la confianza en la Jefatura del Estado.

En la Casa hay funcionarios que proceden de distintos organismos (militares, funcionarios…) y cada uno tiene una normativa propia. A partir de ahora e independientemente de su origen, todos ellos tendrán que cumplir unos principios comunes por el hecho de trabajar en Zarzuela.

El nuevo código establece 20 medidas de obligado cumplimiento. Entre otras, obliga al personal de la Casa a desempeñar sus obligaciones de manera ejemplar y esta ejemplaridad deberá practicarla igualmente en el cumplimiento de las obligaciones que, como ciudadano, le exigen las leyes.

Que Dios guarde

Volvemos a centrarnos ahora en las invitaciones del rey Felipe VI. Haciendo una gracia, al Rey Católico (título que no usa, como tampoco lo hizo su padre) ya no le guarda Dios. Esta expresión, que se conserva desde siglos atrás, era obligada en el trato de cortesía con el Rey, aunque como bien se sabe la frase “dios le guarde” es muy popular y todos en alguna ocasión la hemos pronunciado en relación a otra persona. Más nuestros padres y abuelos que nosotros, pero ha estado muy enraizada en la cultura lingüística de nuestro país.

Diferentes expertos dan por confirmado que la primera referencia escrita en norma legal (por costumbre desde siglos atrás) sobre el uso de esta fórmula de cortesía data de la Novísima Recopilación (editada en 1805), Libro VI, Título XII (De los Tratamientos de palabra y escrito), Ley I, que en lo que afecta a los miembros de la Realeza señala lo siguiente (recopila disposiciones de Felipe II de 1586 y 1593; Felipe III de 1598 y 1611 y de Felipe IV de 1630):

“Orden que debe de observarse en los tratamientos, títulos y cortesías de palabra y por escrito.

Habiendo sido informados, que en los tratamientos, títulos y cortesías de que usan, así por escrito como de palabra, entre sí los Grandes y Caballeros, y otras personas de nuestros Reynos, ha habido y hay mucho desorden, exceso y desigualdad, y seguídose de ello muchos inconvenientes; habemos acordado de proveer y ordenar lo siguiente:

  1. Como quiera que no era necesario en lo que toca a nuestras Reales Personas, innovaren cosa alguna de lo que hasta aquí se ha acostumbrado, todavía para que los demás con mayor obligación y cuidado guarden y cumplan lo que acerca de esto se dirá adelante; queremos y mandamos, que cuando se escribiere, no se ponga en lo alto de la carta o papel otro título algo mas que, Señor, y en el remate de ella no se diga mas que, Dios guarde la Católica Persona de V.M.; y sin poner debaxo otra cortesía alguna, firme la persona que escribiere la tal carta o papel, y en el sobrecito tampoco se pueda poner ni ponga mas que, al Rey nuestro Señor”.

(ver Novísima recopilación Libro VI en:

http://books.google.es/books?id=GHBFAAAAcAAJ&pg=PA174&lpg=PA174&dq=Nov%C3%ADsima+recopilaci%C3%B3n,+t%C3%ADtulo+12,+Libro+VI&source=bl&ots=gSUe9G_Bq5&sig=isGYfrvoSRswbKwR8jbtpnYGCYs&hl=es&sa=X&ei=AmuDVK_pGcHuaNz_guAP&ved=0CFUQ6AEwCQ#v=onepage&q=Nov%C3%ADsima%20recopilaci%C3%B3n%2C%20t%C3%ADtulo%2012%2C%20Libro%20VI&f=false.

El texto se refiere posteriormente a que se observe el Dios Guarde para los Príncipes herederos y sucesores, cambiando lo de V.M. (Vuestra Majestad) por V.A. (Vuestra Alteza). Lo mismo para sus consortes las princesas. Para las reinas ordena mantener la misma cortesía que para reyes. Es la misma norma que establece el tratamiento de Alteza para los infantes e infantas, para quienes ordena anteponer a la expresión Señor el término Serenísimo, sin más cortesías que la de referir al final del escrito de nuevo la frase “Dios guarde a V.A.”. Con esta norma se pretendía poner fin a la confusión generada hasta ese momento, de tal forma que las cartas al Príncipe se dirigían a “Su Alteza” y a los infantes como “Serenísimo Señor Infante (nombre)”. Por cierto, en la norma que contempla la Ley VI, en su punto 5, ya fija que a los yernos y cuñados de los reyes se dará el mismo tratamiento que a sus mujeres, y a las nueras y cuñadas el de su marido. En el punto 6 acredita la tradición alseñalar que “no entendemos innovar cosa alguna de lo que hasta agora se ha acostumbrado y se acostumbra”.

Del hecho de que esta fórmula de cortesía es más antigua da cuenta esta “Aclamación del Rey Nuestro Señor D. Felipe V (que Dios Guarde) en la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Cádiz el 19 de diciembre de 1.700”, cuya portada reproducimos (fuente: archivo electrónico Universidad de Sevilla):

Felipe V

Las invitaciones de antes y ahora

Para quienes pudieran desconocer el uso de esta fórmula por la Casa Real española, reproducimos a continuación un modelo de invitación realizado bajo el reinado de Juan Carlos I y la última remitida por el rey Felipe VI. Ambas conservan la tradición de que el Monarca no invite directamente, sino que lo haga a través del Jefe de Su Casa:

Invitación Felipe VI

El detalle de las zapatillas deportivas

Ha llamado mucho la atención, por novedoso y sorprendente, el hecho de que en la nota de protocolo del acto de entrega de los Premios Nacionales del Deporte, así como en la credencial que autoriza el estacionamiento en El Pardo, se haya incorporado por primera vez un detalle -¿pintoresco?- como la silueta de un par de zapatillas deportivas. ¿Se trata de un primer experimento en la necesidad de innovar? No lo sabemos, pero ahí queda la cosa. Personalmente, no me convence este “dibujito”, porque resta seriedad institucional. Abogaría más por un diseño integral atrevido e innovador, pero que combine rigor institucional y creatividad. Reproducimos a continuación estos dos tarjetones:

Nota Protocolo sin Gloria

Credencial coche

La aconfesionalidad no llega al Gobierno

El pasado miércoles el ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso Aranegui, juraba ante el jefe del Estado, el rey Felipe VI, el cumplimiento de la Constitución Española. Lo hacía en el Palacio de La Zarzuela en un acto al que asistían igualmente el Presidente y Vicepresidenta del gobierno, así como el Ministro de Justicia, que lo hacía en calidad de Notario Mayor del Reino, encargado de dar fe del cumplimiento de este precepto.

El juramento o promesa de la Constitución Española viene regulado por un Real Decreto de 1979 que obliga a los cargos públicos a formular previamente a su posesión la siguiente frase: “Juro o prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de … con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado?”. En el caso de los miembros del Gobierno de la Nación han de hacerlo ante el Rey y añadiendo a aquella afirmación “así como mantener en secreto las deliberaciones del Consejo de Ministros”.

De acuerdo al protocolo tradicional en estos casos, tras el acto en La Zarzuela, el nuevo responsable acude a la sede ministerial para recibir del anterior titular la cartera que lleva impreso el nombre del ministerio, una puesta en escena que viene a significar el traspaso de los asuntos pendientes del ministro saliente. De esta forma se da visualización al relevo. El 29 de septiembre pasado había hecho lo propio el ministro de Justicia, Rafael Catalá Polo, quien sustituía a Alberto Ruiz Gallardón. Son los dos únicos ministros que hasta ahora han jurado su cargo ante el rey Felipe VI.

Ambos lo hicieron ante un crucifijo, un ejemplar facsímil de la Constitución editado por las Cortes Generales en 1980, abierto por el artículo 100 (que dice: “Los demás miembros del Gobierno serán nombrados y separados por el Rey, a propuesta del Presidente), así como una Biblia editada en Valencia en 1791, propiedad de Carlos IV, abierta por el Antiguo Testamento, Libro de los Números, capítulo 30, del voto de juramento, página 157 (afirma literalmente: “Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no violará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca”).

No deja de sorprender que tras el ejemplo demostrado por el rey Felipe VI de prescindir de cualquier símbolo o alusión religiosa en su proclamación ante Las Cortes Generales el pasado 19 de junio (no se dispuso el crucifijo, ni las Sagradas Escrituras, como en 1975 con su padre el hoy rey honorífico Juan Carlos I), los ministros mantengan dichos símbolos que a nuestro modo de entender rompe con la filosofía del Estado aconfesional de la Constitución que acaba de cumplir sus 36 años de vida, que en su artículo 16.3 señala refiere a que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”.

El Tribunal Constitucional ha dejado claro en una sentencia que “el Estado se prohíbe a sí mismo cualquier concurrencia, junto a los ciudadanos, en calidad de sujeto de actos o de actitudes de signo religioso”, según recoge el experto constitucionalista Rafael Naranjo en su Manuel de Derecho Constitucional. Estamos en consecuencia en un Estado laico que es independiente de cualquier organización o confesión religiosa y en el cual las autoridades políticas no se adhieren públicamente a ninguna religión determinada ni las creencias religiosas influyen sobre la política nacional. Siendo esto así, carece de sentido que siga observándose aquél ceremonial para un cargo que se pone al servicio de todos los españoles (con independencia de las convicciones de unos y de otros).

Puede pensarse que lo hacen los cargos del Partido Popular para garantizarse mediante esta puesta en escena el apoyo de los fieles cristianos, pero hay que recordar que bajo el mismo formato prestaron juramento los presidentes Suárez (éste arrodillado ante la mesa), Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy, así como todos sus ministros. No tiene sentido en la España plural actual el mantenimiento de estos elementos religiosos. Aludir a otros países democráticos donde se jura ante la Biblia, como Estados Unidos, o declarar ante el juez en otros como el Reino Unido –donde por cierto los propios jueces están instando a no hacer ese tipo de juramento porque “la mayoría de las veces la gente no lo toma en serio”, según recoge en 2013 la publicación Noticia Cristiana-, no es comparable, ni sirve de refutación para acreditar la tradición española.

Juro chiste
Más información sobre regalos y transparencia:

Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno.
Noticia regalos en El País.
Noticia en El Mundo. 
Noticia en el Público.
Noticia en el ABC.
–  Los regalos de los Reyes.
Reportaje RTVE sobre los regalos.
Europa Press. La Familia Real no viajará gratis en vuelos comerciales.

El Protocolo del Día de la Constitución (sin el Rey)

Buena presidenciaSalón de Conferencias. Presidencia del acto.

Este sábado se celebró el 36 aniversario de la Constitución Española de 6 de diciembre de 1978. Como viene siendo habitual se hizo en el transcurso de un acto institucional en el Congreso de los Diputados, bajo la presidencia conjunta de los presidentes del Congreso, Jesús Posada Moreno, y del Senado, Pío García Escudero. Como seguramente muchos lo habrán seguido a través de los medios de comunicación no voy a extenderme mucho en los detalles protocolarios, pues en este sentido no ha habido especiales novedades con respecto a ediciones anteriores.

Me sigue llamando la atención que un acto tan singular como el de conmemorar el día que se aprobó el texto que garantiza la democracia española y que constituye el acto más solemne y trascendental de las Cortes Generales (después de la ceremonia de apertura de cada Legislatura tras las elecciones generales), no asista el Jefe del Estado, hoy el rey Felipe VI. Tampoco lo hacía anteriormente el rey Juan Carlos I. Es evidente que no es cosa de la Casa Real, sino de una decisión política encaminada a dar el protagonismo a los parlamentarios españoles, acompañados de los poderes del Estado y las representaciones de los diferentes sectores de la sociedad española (quizá haya que abrir algo más este listado, aunque es cierto que la presencia ciudadana se garantiza con los dos días anteriores de puertas abiertas al público). Casi 1.500 invitados que, como sardinas en lata, ocupan los diferentes salones de la casa madre del Legislativo. Afortunadamente, el Congreso y el Senado cuentan con espléndidos profesionales de protocolo que garantizan la correcta organización de esta conmemoración, y a quienes de nuevo hay que felicitar.

La no presencia del Rey

Pero al margen de los detalles técnicos, uno se hace la pregunta: ¿por qué la ausencia del Jefe del Estado en un acto tan simbólico? ¿Resta protagonismo al parlamentarismo? ¿Es suficiente ese criterio para que no acuda la máxima autoridad del estado? Nunca he entendido por qué no entra en la agenda Real este evento que celebra la gran conquista de la democracia (aunque por cierto creo que hay cosas que ya habría que cambiar para amoldarla a la realidad político-social de nuestro país). La Constitución fue redactada y aprobada por las Cortes, luego tanto al Congreso como al Senado le corresponde el protagonismo. No hay duda. Pero hay fórmulas protocolarias para que el Rey esté presente y no quede al margen del evento. ¿No va la Constitución con él? Su no presencia provoca el riesgo de que pueda pensarse que nuestra monarquía nada tiene que ver con la Constitución y es evidente que el Rey es el primer defensor del orden constitucional. Tenemos Rey, además, porque la Constitución que en 1978 votamos quienes teníamos derecho a ello, así lo establece, definiendo nuestro sistema como monarquía parlamentaria. Por mucho que me lo expliquen encuentro un sinsentido que estando todos los poderes del estado y representaciones sociales, el Rey deba quedarse en Palacio siguiendo el acto por televisión. Absurdo.

Acto para el Hemiciclo

También llama la atención que el acto tenga como escenario el Salón de Conferencias (más conocido por el nombre de los Pasos Perdidos) y no el propio Salón de Sesiones o Hemiciclo, aunque en aquél se celebren otros actos solemnes, como las juras de altos cargos dependientes de las Cortes. Un evento de esta solemnidad obliga al uso de los espacios que contribuyan a entender mejor el sentido del acto. Y conmemorar la Constitución en el Hemiciclo, donde fue aprobada, nos parece más adecuado. Desde su habitual sillón, junto al Presidente del Senado, debiera haber pronunciado su discurso el Presidente del Congreso. Para nada, por cierto, hubiera restado protagonismo que el Rey o los Reyes presidieran tan importante acto, aunque no hicieran uso de la palabra. Lo importante es su asistencia, junto a todas las instituciones presentes. Queda chocante que la Jefatura del Estado esté ausente.

Hemiciclo

Es el marco idóneo, porque está presidido por un tapiz con el Escudo de España bajo dosel y a cada lado dos esculturas en mármol de Carrara que representan a Isabel la Católica y Fernando el Católico, obras de José Panucci y Andrés Rodríguez, respectivamente. A derecha e izquierda de cada una de ellas hay dos grandes cuadros: uno sobre las Cortes medievales, en el momento en que la Reina Regente María de Molina presenta a su hijo el Infante don Fernando ante las Cortes de Valladolid, pintado por Antonio Gisbert; otro, de las Cortes de Cádiz, durante la celebración de la Sesión en la que los Diputados juran su cargo en 1810, obra de José María Casado del Alisal.

También, me sorprende que en tan señalada fecha no se interprete el Himno Nacional, primero porque el guión del evento lo demanda, y segundo porque contribuiría no solo a la solemnidad sino a los objetivos del acto. Los símbolos del Estado están precisamente para estas ocasiones.

El marco del hemiciclo es el adecuado, disponiendo a autoridades y diputados y senadores lugar entre las bancadas o buscando lugares especiales, reservando las tribunas para otros invitados, o bien mezclando. Está claro que los 1.500 invitados no entrarían, con lo cual si se estima conveniente su presencia pueden seguir la ceremonia desde los diferentes salones, hasta el momento de mezclarse tras el discurso, momento que parlamentariamente viene a denominarse el de los “corrillos”.

Presidentes entre macerosEl Presidente del Congreso durante su discurso, acompañado por el Presidente del Senado.

Por otra parte, la imagen del Presidente del Congreso durante su intervención quedaría más adecuada a los tiempos actuales, hablando desde la presidencia del Hemiciclo que desde el precioso Salón de los Pasos Perdidos, con los dos maceros de fondo que nos trasladan excesivamente una imagen no muy enlazada precisamente con el texto constitucional (deberían estar en un posición más abierta, para que no copen tanto la imagen principal). Con ello, no quiero decir que deba de prescindirse de la costumbre parlamentaria de la presencia de los maceros en estos actos solemnes. Debe respetarse esta tradición porque su presencia recuerda simbólicamente la autoridad suprema de los parlamentarios y su independencia frente al resto de los poderes.

El protocolo del acto

Banderas autonómicasAcceso al Congreso a través de la carpa.

Protocolariamente el acto ha sido correcto, aunque es difícil “lidiar” con tanta gente para tan poco espacio. En varias ocasiones he tenido la oportunidad de asistir a este acto y es cierto que intentar poner orden es tarea imposible. Por ello, es suficiente atender con más mimo el recibimiento que los dos presidentes dispensan en la puerta de Congreso a todos los invitados y que se reserven los puestos protocolarios en la zona de presidencia a los representantes de las principales instituciones del Estado y de las cámaras legislativas, y que el resto se ubique al libre albedrío. Para el acceso de invitados se habilitó una carpa desde la entrada de la Carrera de San Jerónimo hasta la puerta lateral de la calle de Floridablanca, donde lucía además de tres banderas nacionales, las enseñas de las 17 comunidades autónomas y las dos ciudades autónomas.

Lado Gobierno Los representantes de los poderes y otras autoridades a la derecha de la presidencia.

Lado MesasMiembros de las Mesas del Congreso y Senado.

En el centro de la presidencia se ubicaron los dos presidentes, tomando precedencia (lado derecho) el del Congreso, no solo porque está en su “casa” sino por ser el presidente de las Cortes Generales (cuando concurren conjuntamente Congreso y Senado). A la derecha, en dos filas, los presidentes de los otros poderes (Gobierno, Constitucional y Judicial) y los ministros por su orden, cerrando el Ministro de Sanidad, no por ser el último nombrado, sino porque en el ordenamiento de los ministerios ocupa la última posición. Detrás de ellos, los pocos presidentes autonómicos que acudieron (igualmente por su orden), seguido (porque no asistió ex presidente del Gobierno alguno) del Secretario General del Partido Socialista, que como máximo representante del grupo parlamentario no gobernante con mayor número de diputados, se le reservó el puesto de Jefe de la Oposición que prevé el artículo 10 del Real Decreto 2099/83 sobre Ordenación General de Precedencias en el Estado (de las pocas veces que se hace bien). El lado izquierdo quedó reservado para los vicepresidentes y secretarios que componen las Mesas del Congreso y Senado. Sigue así el Congreso su práctica de distinguir mediante espacios a las autoridades externas, y las internas, en una decisión muy acertada.

Supongo que habrá razones presupuestarias, pero al Congreso le hace falta un atril renovado, acorde con el entorno, más funcional y discreto (y con algo más de gusto). Seguro que cuando la economía lo permita será cambiado. La ceremonia consistió únicamente en el discurso pronunciado por el Presidente del Congreso.

Como recuerdo de este año queda la iluminación de la fachada principal del edificio, que se inauguró la noche anterior, y que fue financiada por la empresa Iberdrola.

Congreso iluminado

Honores a la bandera en la Plaza de Colón

Como también es tradicional, dos horas antes del acto del Congreso, a las 10.00 h, los presidentes del Congreso y Senado presidieron en la plaza de Colón el solemne acto de izado de la bandera de España, una enseña de nada menos 300 metros cuadrados de superficie y que entre numerosos militares fueron izando a los acordes del Himno Nacional.

Revista Presidentes

Compañía buena

Comenzó este homenaje con la formación de la compañía mixta que rendía honores (ejércitos de Tierra, Mar y Aire, más Guardia Civil). Tras la llegada de los presidentes del Congreso y Senado, accedieron al podio para recibir los honores militares que les corresponde, y posteriormente pasaron revista a la tropa. Seguidamente se izó la gran enseña, ya emblema de Madrid, y que periódicamente es cambiada de forma solemne. Hasta no hace mucho, en cuatro ocasiones al año: 15 de mayo (San Isidro), 24 de junio (onomástica del anterior Rey de España), 12 de octubre (Fiesta Nacional) y 6 de diciembre (Día de la Constitución). La del 24 de junio se cambiará por el 19 del mismo mes, aniversario de la proclamación del rey Felipe VI, y la del 12 de octubre se hace días antes de forma más discreta, pues el homenaje a la bandera en ese día se traslada al lugar donde se celebra el desfile.

Ver ceremonia completa:

Los primeros pasos de la Princesa de Asturias

LeonorLeonor de Borbón, Princesa de Asturias, durante el acto de proclamación de su padre cono Rey en el Congreso de los Diputados.

La Fundación Princesa de Asturias ha convocado oficialmente por primera vez sus Premios Princesa de Asturias 2015. En su 35 edición, estos galardones toman la expresión femenina que corresponde al título del heredero de la Corona de España, actualmente la hija mayor de rey Felipe VI, Leonor deTodos los Santos de Borbón y Ortiz. Según la web oficial de la FPA (http://www.fpa.es/es/premios-principe-de-asturias/reglamento-2015/), “el objeto de este reglamento es la fijación de los principios que rigen la presentación de candidaturas y las normas generales de constitución y funcionamiento de los ocho jurados encargados de la concesión de los Premios Princesa de Asturias en su convocatoria del año 2015”.

Captura de pantalla 2014-11-15 a la(s) 18.28.49Página web de la Fundación Princesa de Asturias, tomada en el dia de hoy.

 

La Casa de S.M. aún no ha modificado su web

Cierra así cualquier posibilidad que pudiera pensar que estamos ante el inicio de otra etapa o, en cualquier caso, ante una nueva numeración (primera edición o 35 edición). Se produce de esta forma sencilla el relevo generacional en la presidencia honorífica de esta institución privada que la Casa Real ha hecho siempre suya. Es curioso, por cierto, que al menos hasta hoy la web oficial de la Casa de Su Majestad siga hablando de la Fundación Príncipe de Asturias y que sus técnicos informáticos o su servicio de Comunicación no hayan procedido al cambio, aprobado oficialmente por el Patronato de la Fundación en el mes de octubre pasado. Una modificación que ha venido obligada por el acceso a la condición de rey de Felipe VI y la conversión automática, según el mecanismo constitucional, en Princesa de Asturias de doña Leonor.

Captura de pantalla 2014-11-15 a la(s) 18.14.25Página web de la Casa Real española tomada en el día de hoy. Se observe que aún no se ha modifcado el nombre.

 

La ceremonia de 2015

Oviedo acogerá en octubre de 2015 los primeros galardones que responden a la denominación de Princesa de Asturias. Tendremos ahora por delante unos meses en el que unos y otros se preguntarán sobre la posible concurrencia a la próxima ceremonia de Leonor de Borbón. Personalmente estoy seguro de que sí estará y será la primera vez que asuma un papel estelar. Si su padre hace con ella como Juan Carlos I lo hizo con el príncipe Felipe, los Reyes acudirán al acto de Oviedo hasta que su hija mayor cumpla los 18 años. No será su primera aparición pública como Princesa, pues ya ha concurrido como tal a dos actos de Estado: la proclamación de su padre antes las Cortes Generales el 19 de junio y el desfile de la Fiesta Nacional el 12 de octubre pasados, respectivamente.

Minutos antes de ser proclamado rey, Felipe VI junto a su esposa y sus hijas, recibió sus primeros honores de ordenanza como Jefe de Estado.

Podio bueno

Tribuna presidencial durante el desgile militar con ocasión de la Fiesta Nacional el pasado 12 de octubre en Madrid.

Podio Fiesta Nacional

La decisión sobre la asunción efectiva de sus funciones como presidenta honorífica de la Fundación asturiana, en especial su presencia en el acto ovetense, será tomada por el propio Jefe de la Casa Real, Felipe VI, responsable (más allá de su condición de padre) de la distribución de los papeles de representación institucional de los miembros de la Familia Real, compuesta actualmente por el Rey y su esposa, Letizia Ortiz, sus dos hijas, Leonor y Sofía de Borbón, y los reyes honoríficos, Juan Carlos I y Sofía de Grecia. En octubre de 2015, Leonor de Borbón, nacida del 31 de ese mismo mes de 2005, estará a punto de cumplir los diez años. Su padre acudió a la primera ceremonia de Oviedo en 1981, cuando tenía 13 años –nació el 30 de enero de 1968-, y pronunció, además, su primer discurso en público.

Un Rey, dos Reinas y una Princesa en Oviedo

No se trata de hacer quinielas ni jugar a futurismo, pero todo hace pensar que Leonor de Borbón y Ortiz estará en Oviedo en octubre de 2015, acompañada por sus padres los reyes y que muy posiblemente en la presidencia del acto se sitúe a la derecha de los Reyes, que presidirán –simbólicamente no estaría mal que se ubicara en el medio de ambos, para reforzar con ese gesto la singularidad de la situación, asumiendo con ello un protocolo que les humaniza-. Es muy probable que el próximo año veamos en el coliseo ovetense, en un acto de trascendencia internacional, al Rey, nuestras dos Reinas –titular y honorífica– y la Princesa heredera, algo que ocurriría por primera vez en la historia de España (salvo que haya otro acto antes que no sea familiar o de Palacio, cosa que será difícil). Todo apunta que habrá una buena foto a la llegada de la Familia Real a la puerta del Teatro Campoamor. Desdeluego histórica y por varias razones.

Si el Rey de España desea que su hija heredera siga los mismos pasos que él ha dado, todo hace pensar que efectivamente Leonor estará en Oviedo pero no para pronunciar su primer discurso. Incluso mediáticamente sería más idóneo que sus primeras palabras se reserven para 2016 ó 2017, una vez alcance una edad más razonable.

La cita de Covadonga y su fecha

La presencia pública oficial de la Princesa en Oviedo aconsejerá que Leonor acuda previamente a la localidad asturiana de Covadonga, al pie de los Picos de Europa, para ser homenajeada como Heredera que lleva el título de esta tierra. Su padre fue el 1 de Noviembre de 1977 al simbólico e histórico rincón asturiano, cuna de la Reconquista, donde se encuentra la Gruta en la que se venera a la Patrona astur, Nuestra Señora de Covadonga, la “Santina”, bajo la cual asoma tras unos cuantos kilómetros de recorrido por las entrañas de la montaña, el río Orandi que regala su caudal al más conocido río Sella.

Es ya notorio y conocido que Felipe VI es un hombre de gestos y simbolismos, y no sería de extrañar que buscara una fecha simbólica para ese homenaje astur, como ocurrió en su caso, al hacerlo coincidir con su onomástica, el 1 de noviembre (fecha en la que se anunció en 2003 su compromiso nupcial). Cuatro fechas se nos antojan como idóneas en ese simbolismo y las señalamos en el orden temporal: 22 de febrero –Santa Leonor-, 8 de septiembre –día de Asturias y día de Covadonga-, 31 de octubre –décimo cumpleaños de la Heredera- y 1 de Noviembre –día de Todos los Santos-. El 8 de septiembre cae del calendario, pues sería inviable hacerlo en un día muy especial para los peregrinos y devotos de la Virgen que no perdonarían las lógicas restricciones que acarrearía la presencia de la Familia Real en santuario (además daría al acto un simbolismo religioso del que Felipe VI ya ha dado claras muestras de separarse de él). El 31 de octubre y 1 de noviembre serían después de la ceremonia de entrega de los Premios –señalados para el 23 de octubre de 2015- y carecería de sentido que el homenaje que viene a representar el reconocimiento histórico de los asturianos hacia el/la heredero/a que toma como título primero y más importante el nombre de su tierra, se hiciera después de presidir el espectacular evento ovetense. En fin, si no se quisiera hacer coincidir con fechas tan directamente vinculadas a Leonor, tampoco habría que descartar el 22 de mayo, fecha en la que los reyes cumplirían once años como casados. Pero tampoco hay que descartar que esa ceremonia se haga la víspera del acto del Campoamor. Simbólicamente tomará más relevancia.

Imposición del escudo de Princesa de Asturias

El acto de homenaje de Covadonga pretende rememorar la aceptación de los asturianos de las persona que llevará por el mundo su nombre. Por ello, le harán entrega de  la venera, o cruz de Rey, que identifica al sucesor del trono; el tributo entregado por los parlamentarios asturianos (el tradicional “Tributo de Mantillas”, una bolsa con monedas que pretende aludir a la aportación económica que los astures hacían a las finanzas de la Corte cuando nacía un Príncipe heredero; hoy, ciertamente, es puro simbolismo, unas monedas conmemorativas especiales que recordarán la histórica cita); y el pergamino donde están inscritos los nombres de los 78 concejos asturianos. A los pies de la estatua del caudillo Pelayo, primer Rey de Asturias –el germen de la reconquista de una España católica que luchará durante más de 500 años contra la presencia musulmana-, se repetirá el ritual seguido con su padre y que gracias al archivo de RTVE puede observarse en este vídeo.

La formación de futura Reina

Iniciará así su vida pública esta joven Princesa que sin dejar de serlo tendrá que combinar sus obligaciones públicas con su formación civil (y probable militar, aunque personalmente no veo razón alguna para que tenga que hacerlo, estamos en nuevos tiempos donde no hay necesidad alguna que la futura Reina tenga que ser militar de carrera). Un tiempo que requerirá el sosiego institucional para ella a los efectos de que pueda crecer y madurar sin la tensión y presión mediática que arrastrará cada vez que asome su cabeza por la ventana. No obstante, no auguramos a partir de los 18 años una amplia agenda pública para la Heredera que junto a sus padres habrán de multiplicarse para acudir a las necesarias citas institucionales. El bajo perfil público que se viene acreditando para los reyes honoríficos y la reducción de la Familia Real –actualmente Felipe y Letizia deben mantener una agenda de locura- harán que nuestra Princesa tenga una proyección pública mayor que la de su padre cuando era Heredero. Pero, como se señala, primero deberá pasar por el hemiciclo del Congreso para que como su padre jureel cumplimiento de la Constitución Española el mismo día que cumpla su mayoría de edad –si no cambia la edad legal, el 31 de octubre de 2023-.

Reina a los treintaytantos

Parece lejos 2013, pero en “cuatro días” estamos de nuevo poniendo alfombras en la sede de la soberanía del pueblo español. Jurará entonces una Princesa que sabe –salvo avatares no deseados- que en la década siguiente llegará la sucesión. Estamos seguros que Felipe VI no olvidará lo importante que es para la continuidad monárquica dar el relevo en el momento oportuno. Porque el “oficio” de Rey o Reina no tiene por qué extinguirse con la vida o el desgaste físico. Veremos a Leonor con poco más de 30 ó 35 años reinando en este país. De nuevo una Reina joven para seguir impulsando el importante papel institucional de la Corona. Su preparación, en consecuencia, deberá responder a un ritmo diferente al que ha seguido el hoy Rey de España.

Premios Príncipe de Asturias: protocolo para emocionar

Banderas premiados buena

El acto de entrega de unos premios debe transmitir emoción. Se hacen para conmover el ánimo. Su pretensión inicial es la de reconocer unos méritos, pero éstos deben generar la aceptación general más allá de la decisión de un jurado. Si el galardón es justo el público se emociona, porque normalmente los méritos que aportan los premiados no dejan indiferentes a quienes observan el acto. Su relevancia y valor genera esa sensación de que realmente estamos ante un hecho excepcional y como tal la emoción salta a borbotones. Emoción en quienes lo reciben por verse reconocidos por su aportación singular en la disciplina en la que trabajan y emoción en los públicos porque se sienten parte de quienes reconocen. Conjugar ambas “motividades” es la esencia (o debe serlo), más allá de la formalidad, de la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias hasta ayer a las 19,55 horas de España y desde entonces Premios Princesa de Asturias, título de la actual heredera Leonor de Borbón y Ortiz, nueva presidenta de honor de la Fundación también rebautizada Princesa de Asturias.

En consecuencia todos los aspectos organizativos y de contenidos de estas ceremonias deben dirigirse a lograr aquellas sensaciones. El protocolo, los discursos, los gestos, la escenografía, la producción, etc. Tienen que transmitir necesariamente todos los conceptos que llevan consigo un homenaje. Si no es así se está sustrayendo lo fundamental. Si alguien de los que siguió la ceremonia bien presencialmente o a través de los medios de comunicación o redes sociales ha quedado indiferente es que algo ha fallado o estamos ante públicos sin sensibilidad alguna (que de todo hay, desgraciadamente). Nadie con un mínimo de sentimientos pudo ayer evitar emocionarse en alguna fase de la ceremonia en la que los gestos y las palabras penetraban en el corazón.

Desde el mismo discurso del Rey (solo en dos ocasiones ha hablado un rey en el acto de Oviedo, en 1984 Juan Carlos I en ausencia del entonces Príncipe por sus estudios en Estados Unidos, y el de ayer con Felipe VI), o las palabras pronunciadas por los premiados, sus gestos de agradecimiento al recoger el galardón, su natural etiqueta sin cortapisas más allá de los mínimos recomendables, la solemnidad de los himnos a través probablemente de las versiones que más ponen la carne de gallina (gaita), la presencia discreta pero bien sentida de las reinas (la titular y la honorífica), la presencia de autoridades nacionales e internacionales, todo ello debidamente armonizado bajo un correcto protocolo flexible son esenciales para que la ceremonia de Oviedo sea capaz de trasladar al mundo lo que significan sus premios: la foto anual del reconocimiento universal a un grupo de personas que trabajan por la paz, la justicia y la convivencia. Y cada uno desde sus diferentes ámbitos del conocimiento y el trabajo. Debe de transmitir que tan importante es descubrir la vacuna contra el ébola que facilitar el entendimiento entre las personas a través de la sana práctica del deporte. O que es tan importante dar belleza a edificios singulares que haber hecho felices a muchas generaciones a través de Mafalda. Todos son importantes y necesarios, aunque luego cada espectador pueda priorizar. En esa visión de conjunto se basa el éxito de la ceremonia ovetense, año tras año, tras su primera entrega en 1981. Y por eso no hay un protocolo definido en el ordenamiento de los premiados, que cada año se ubican de acuerdo a criterios de equilibrio que establece la Fundación.

Caddy Adzuba Concordia

No precisa de una gran producción escénica, ni de un severo protocolo para conseguirlo. Basta con alcanzar esa correcta armonía entre el espacio y el ceremonial para lograr el cumplimiento de los objetivos. De hecho la Fundación Princesa de Asturias apenas realiza cambios de un año para otro ni en su puesta en escena, ni en su protocolo, porque es consciente de que quizá la fórmula no requiera más que la estricta actualización que impone los tiempos. Sencillamente porque el éxito reside en la fuerza de los gestos –que hay que trabajarlos mucho, no se improvisa tan fácilmente- y en la fortaleza de las palabras que tanto galardonados como Rey/Príncipe lanzan a los cuatro vientos desde el atril del escenario. La fórmula funciona porque hay detrás un buen protocolo, el que no parece sentirse y que, sin embargo, como una mano invisible conduce todo sin exhibirse.

La ceremonia de esta 34 edición, como la mayoría de las celebradas en los últimos veinte años, me ha emocionado mucho. He sentido la fuerza que trasladaban ese puñado de hombres y mujeres y he visto a un Rey con un discurso tan profundo con mensaje, tan de valores humanos y tan de papel de jefe de Estado comprometido con la realidad de su país, descrito con una belleza extraordinaria y expuesto con un espectacular saber estar de un FelipeVI que se sometía a una nueva reválida tras su proclamación. Muchos saben lo que para él representa esta Fundación que ha hecho suya totalmente (le costará pasar los trastos a su hija en su momento, ayer ya lo pudimos comprobar anecdóticamente) y a la que siempre se ha agarrado para posicionar públicamente al Heredero y exhibir desde una buena plataforma sus pensamientos, creencias y apoyo a toda causa que vaya en beneficio de la sociedad. El diario El País, en su edición de esta mañana, dedicaba nada menos que su editorial a la figura Real con ocasión de su intervención en el Teatro Campoamor. Bajo el título “Mejor juntos” terminaba con este párrafo:

La España actual requiere de un Rey que le hable de los problemas que le angustian y que se implique con los ciudadanos en la búsqueda de una solución, no de un monarca feliz en la distancia de su mundo propio. Ayer se escuchó a un Felipe VI mucho más próximo a lo que reclamamos: enérgico frente al desencanto, resuelto ante los profetas del catastrofismo, atento y preocupado por la división que los problemas políticos y económicos causan. Sería deseable que este discurso fuese el inicio de una nueva etapa en la trayectoria del Rey, a quien se le recomendó desde varias esferas un inicio prudente para no despertar reacciones contrarias. Hoy no puede haber mejor recomendación que la de animar a don Felipe a ganarse cada día el trono, como su padre le enseñó.

Frank Gehry

La magia del protocolo

El protocolo del acto que vivimos ayer respondió al esquema habitual. Prácticamente la misma puesta en escena que ya la hace singular (con ver una foto ya se sabe lo que es) y la distingue frente a otros actos de reconocimiento. A esta ceremonia le ocurre lo mismo que a los grandes clubes de fútbol de éxito: son inimitables. Se puede aprender mucho de ella, incluso se inspira uno para buscar aplicaciones en otros eventos, pero no es posible copiarla, ni mucho menos pretender parecerse. Nunca se lograría. Ha conseguido dar con la tecla, claro está que ha costado más de treinta años de intensos y arduos trabajos.

Es una ceremonia sin errores que merezcan la pena destacar, porque aunque los hubiera la fuerza final de los mensajes y los gestos termina por ocultarlos o convertirlos en meras anécdotas, cuestión ésta que además es favorable porque le da ese necesario toque de humanidad. Sus protagonistas son personas y las personas a veces “tropezamos” sin pretenderlo. Desde mi experiencia de tiempos atrás he llegado a pensar que muchas de esas “anécdotas” no responden a saltos en el protocolo, sino a calculadas actuaciones desde la espontaneidad. Cada edición tiene su anécdota, y la de este año fue la “supuesta”confusión del Rey a la hora de convocar los premios 2015 donde su protagonismo durante 34 años le jugó la mala pasada de referirse en primera instancia a los Premios Príncipe de Asturias, para con gesto simpático y natural corregir y señalar Premios Princesa de Asturias. La situación permitió además dar un poco de juego a la Reina que le dio un beso. Queriendo o sin querer –a veces pienso que lo hace a sabiendas- la frase más esperada por lo que significa de relevo generacional en la Fundación no será olvidada nunca y todos, todos, ya saben que desde ayer los Premios se pronuncian en femenino y que la heredera Leonor asumirá pronto su total protagonismo, eso sí bajo la tutela de sus padres hasta que cumpla su mayoría de edad y jure la Constitución ante las Cortes Generales.

Beso Princesa

Marathon buena

No fue una improvisación que el seleccionador nacional Vicente del Bosque buscara al otro míster, Luis Aragonés, para que se uniera al conjunto nacional más laureado de la historia de esta disciplina deportiva. Tampoco fue una casualidad que Bárbara Hendricks en el año 2000 improvisara a capela un canto a favor de libertad, ni que Rabín y Arafat se abrazaran en el coliseo ovetense, ni que los científicos rivales Gallo y Montagnier que se disputaban la titularidad de sus avances en el diagnóstico, prevención y tratamiento de la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia y el Sida se reconciliaran públicamente con un solvente apretón de manos sobre las tablas del Teatro, ni que las víctimas del Holocausto nazi se emocionaran hasta las lágrimas, nio que los maratonianos de Nueva York simularan la carrera ayer, por citar algunos ejemplos más cercanos en la memoria. No son casualidades porque el protocolo dispuesto conduce a ello y aunque en ocasiones ya esté previsto en otras sin preverlo se sabe que ocurrirá porque el diseño protocolario de la ceremonia terminará por provocarlo. Esa es la magia que en muchas ocasiones el buen protocolo puede crear.

Grandes aciertos, escasos errores

Si la ceremonia ha salido bien y se han conseguido los objetivos, el protocolo no debe ser criticado, y si en las líneas que siguen se hacen referencia a algunos de ellos entiéndase que solo se busca el afán de contribuir al camino de la perfección de este evento (palabra que se queda escasa cuando se hace referencia a esta solemnidad humana que gira sobre esta cita anual). Hay que reconocer que el protocolo en general se ejecutó en lo fundamental con un acierto espectacular y que en su edición de 2014 se ha aplicado bien y de forma sencilla, como corresponde. Por lo tanto, hay que felicitar a sus organizadores y animarles a que sigan por esa línea.

Ni el evento más perfecto se escapa a los errores. El gran acto de referencia protocolaria de España como es la entrega de estos premios, tampoco se escapa de los riesgos de los errores, pero todos ellos no han influido en el resultado final que es lo que importa. Supuestamente se equivocó el Rey a la hora de convocar la siguiente edición, no se calculó bien la posición en el atril cuando habló desde su silla de ruedas el genial Quino, ni tampoco su acceso al escenario fue programado con la misma solemnidad que el resto, la maestra de ceremonias anunció antes de que sonara el himno de Asturias la salida de los premiados (cuando debería haberlo hecho después), la bandera de España en el lateral detrás de los galardonados no estaba en el lugar correcto de acuerdo a la filosofía de su presencia, la decoración floral sigue siendo la asignatura pendiente de esta Fundación que recarga innecesariamente el escenario, la duración del Himno Nacional se quedó lejos de los 52 segundos que manda el Real Decreto correspondiente, las escaleras de acceso al escenario siguen siendo un problema para las mujeres que llevan vestido largo ceñido como el caso de Caddy Adzuba, premio de la Concordia, excesiva presencia de autoridades en el escenario, especialmente del gobierno de la nación. Bueno son algunas de las cuestiones que pueden resaltarse, pero ninguna de ellas, insistimos, es relevante desde el punto de vista protocolario, salvo algunos que pasamos a comentar.

Premiados general

Banderas premiados buena

La bandera de España que se coloca detrás de los galardonados cuando entre ellos hay algún español, debe ubicarse en el orden alfabético establecido –desde la edición 33 en español-. No por celebrarse en España hay que dar prevalencia a la bandera que se coloca en honor del representante de nuestro país. Eso es un error, porque desequilibra el concepto de igual importancia a todos los galardonados. La bandera oficial de España ya se sitúa en su puesto de honor y prioritario a ambos lados de la presidencia, junto a las enseñas asturiana y europea. Ahí sí que debe ser la primera, pero no en la otra hilera de vexilos. Este error cometido ayer es importante para los protocolarios –irrelevante para la mayoría de la sociedad- y se produce cuando no se entiende muy bien el por qué de su presencia. Ha habido ediciones donde el vexilo nacional no estaba, sencillamente porque no había galardonados españoles. Eso evidencia que la presencia o no de la misma responde a ese criterio, luego en consecuencia su colocación es como una bandera más junto al resto de países y su puesto obedece al orden alfabético elegido.

Cambios necesarios de acometer

No es culpa de los responsables de protocolo, pero pienso –como lo he pensado siempre- que las autoridades y numerosas personalidades que ocupan asiento en el lado izquierdo de la presidencia del acto en el escenario no deberían estar. Parece duro decirlo así, sin más, pero en razón a la filosofía del evento, no aporta nada su presencia y sí en cambio llena en exceso un espacio en el que deben de lucir exclusivamente los galardonados, los reyes y la fundación anfitriona, y en ese orden. Sinceramente, abogo y estoy convencido que más tarde o temprano así se hará, para que tanto las primeras autoridades (ayer Vicepresidenta del Gobierno, ministros de Asuntos Exteriores, Fomento y Educación, Cultura y Deportes, Presidente del parlamento asturiano, Delegado del Gobierno y Alcalde de la Ciudad, como los embajadores de los países de los galardonados y premiados de ediciones anteriores, deberían ubicarse en un lugar especial y de privilegio pero fuera del escenario.

En ese lado izquierdo deberían colocarse solamente los jurados, representados por sus presidentes, y los altos cargos de la fundación anfitriona (Directora, Secretario General y Director Emérito Vitalicio), y por precepto legal, el séquito que acompaña a los Reyes (ayer el Jefe de la Casa de S.M. y el Jefe de la Secretaría de la Reina). Y nadie más. Autoridades, para un lugar de honor en la zona de público, como la reina Sofía. Premiados de ediciones anteriores, para otro palco de honor. Soy consciente de que cada año se “limpia” más de personas esta zona, pero debería darse ya el paso decisivo de prescindir de casi todos. ¿Para qué poner autoridades si el acto ya lo preside quien nos representa a todos los españoles, el Rey? ¿Por qué tantos ministros, algunos de ellos sin una justificación clara? La fórmula es clara: presidencia donde corresponde, galardonados a su derecha, y anfitriones (directivos y jurados) a su izquierda. Y es suficiente. Los demás sobran en esta zona.

Reyes

Otro cambio que la Casa de S.M. debía resolver ya de una vez. Me consta que la Fundación lo ha intentado en numerosas ocasiones, pero sin éxito. La presencia del ayudante de campo del Rey, tras la presidencia, es excesivamente llamativo en el tiro de cámara. Es cierto que juega un papel relevante a la hora de entrega de los diplomas, pero para eso hay soluciones. Durante la ceremonia, el ayudante debería ocupar un lugar más discreto, ladeado, y solo en el momento de dar el pergamino que el Rey ha de entregar al galardonado debe entrar en la zona de la mesa de la presidencia. Si no se corrige esta situación seguirá llamando mucho la atención la presencia de un militar ayudante, precisamente en un acto que habla de paz y convivencia (con esto que no se ofendan nuestros militares que soy consciente de que su misión fundamental es garantizar la paz). Tiene solución fácil; falta solo la voluntad de hacerlo.

Llegada premiados

La presencia de los gaiteros junto a la fachada del Teatro y en lugar muy visible en la explanada, debiera requerir la búsqueda de una posición un poco más retirada (pero sin que pierdan visibilidad) para que la entrada de los premiados y de la Familia Real sea más lucida y no se estreche tanto la proyección de la imagen que se transmite.

Científicos 2

Es hora ya de que la Fundación disponga otro formato de atril. El que usa ha cumplido ya su misión histórica y necesita otro formato que evite esa sensación de mueble que separa excesivamente. Debe prescindir de una decoración floral que termina por recargar excesivamente el fondo del escenario. No le aporta gran cosa y en ocasiones le perjudica mucho. Hoy hay múltiples soluciones para evitar esa gran mancha azul del fondo del escenario. Por cierto, a esa trasera le falta una frase que en muy pocas palabras resuma la filosofía de estos premios. Daría muchas más fuerza al evento.

Foto general

Por la misma razón abogaría por retirar los dos centros florales dispuestos por delante de la mesa y en sus extremos, que obedece exclusivamente a la necesidad de tapar la cámara robotizada que dispone RTVE, entidad encargada de ofrecer la señal institucional. Valorando el uso que hace de ella los realizadores, no justifica que la mesa se vea condicionada por dos complementos que no quedan bien.

Yendo más lejos, pienso que es necesario prescindir del punto de fotografía reservado a los gráficos en el escenario. Aunque me consta los esfuerzos que la Fundación hace para limitar al mínimo el número de periodistas, sigue siendo muy alto. Aunque decisiones drásticas en este caso siempre generan el malestar de los periodistas, lo cierto es que su presencia desmerece la solemnidad del acto (entiéndase que no vamos por lo personal). Si en mis manos estuviera, reduciría la presencia a uno o dos fotógrafos de la Fundación, responsables de recoger las imágenes desde ese punto –especialmente el momento de la entrega de diplomas- y ponerlas inmediatamente a disposición de todos los medios.

Hay que buscar una solución de accesibilidad al escenario para discapacitados. Las escaleras de acceso, además de impedir que galardonados con limitaciones físicas puedan disfrutar de la misma solemnidad que el resto de compañeros de viaje, son peligrosas e incómodas para todos los premiados, muchos de los cuales por razones de edad tienen severos problemas a la hora de subir y bajar. No es fácil, conociendo el teatro, encontrar una solución sencilla, pero hay que encontrarla porque España no puede transmitir al mundo una posible incapacidad para resolver algo tan delicado como la accesibilidad. Y si ello implica la disposición de una rampa, aunque sea en perjuicio de la pérdida de aforo en las primeras filas, no quedará más remedio que hacerlo. Seguro que los arquitectos encontrarán soluciones que garanticen, además, la seguridad de todos los que hagan uso de la rampa. Quizá es hora de que el Ayuntamiento ejecute una pequeña obra que permita levantar y bajar una rampa desde el suelo con las medidas necesarias para evitar una excesiva inclinación.

Discurso Presidente

La entrega del pergamino/diploma a los premiados está bien, pero pienso que es hora ya de pensar en que lo que debiera entregarse a los premiados es la preciosa escultura de Miró, cuestión que no se ha hecho nunca por su excesivo peso (se muestran a ambos lados de la presidencia y que tras la ceremonia se envía a los domicilios de los galardonados). Se prescindió en su momento del sobre con el cheque de la cuantía del premio (no tenía sentido alguno) y creo que ahora llega el turno de hacer valer la obra de arte del genial escultor español, Joan Miró. Hay soluciones prácticas para ello. Ver a los premiados recoger el premio y salir a saludar al público con un diploma enrollado evidencia aún más una de las debilidades de estos premios, su baja cuantía frente a otros reconocimientos.

Igualmente, el Rey en su discurso debiera prescindir detanto vocativo al principio de su discurso. Pienso que con un genérico Majestad, en honor a la Reina honorífica, al anfitrión de la ceremonia, a los galardonados, a las señores y señoras autoridades y al público es más que suficiente. Ese formalismo inicial no va en línea con el fuerte calado de su discurso y el tono humanista del mismo. Y además porque con ello se da excesiva relevancia a quien en ese día no la debe tener.

Todos estos cambios y otros, son necesarios de acometer de forma progresiva, pero la solemnidad y belleza de la ceremonia, exige ya que al menos algunos de los aspectos comentados se corrijan. Obviamente, todo en su tiempo y en su momento, pero mejoraría mucho la estética de la ceremonia si se atajara lo que aquí exponemos y que personalmente he defendido, sin éxito, durante mi responsabilidad como director de protocolo de la ceremonia.

Gestos protocolarios relevantes

El acto de ayer estuvo cargado de gestos emotivos e interesantes. También había especial interés en saber si la condición de rey de Felipe de Borbón, supondría una buena excusa para acometer cambios de calado en la ceremonia. Como señalábamos al principio, no los ha habido. Tampoco era el momento. Cualquier novedad llamativa podría haber quitado protagonismo a quien más había que darselo, pues no siempre estos premios gozan de la presencia del Jefe del Estado.

Pero sí hubo algunos detalles o gestos protocolarios destacables. La interpretación del himno en su versión larga (52 segundos que se quedaron en 45, pero eso reconozco que con las gaitas atinar es complejo) sustituyó a la tradicional versión corta de 27 segundos que corresponde al heredero. Por la misma razón, la entrada de Felipe VI y Letizia Ortiz fue anunciada como Sus Majestades los Reyes de España, frente a la fórmula tradicional de Sus Altezas los Príncipes de Asturias. El Rey no hizo inclinación de cabeza como acostumbraba como heredero al llegar al escenario y girar hacia el palco de la Reina hoy honorífica, Sofía de Grecia. No obstante, el Rey tuvo el bonito gesto de girarse hace ella y saludarla con la mirada. Creo que era crucial ese detalle y quedó muy bien resuelto.

Otro cambio han sido los sillones utilizados por los Reyes. Hasta ahora, los entonces Príncipes utilizaban unos sillones en cuyo respaldo figuraba el escudo de Armas del Heredero. En la ceremonia de ayer, se prescindió, y creo que con acierto, de símbolo alguno. Iguales sillas que las de los otros dos concurrentes en la mesa: el Presidente del Principado deAsturias y el Presidente de la Fundación (anfitrión). Por supuesto, otro cambio ha sido el guión que llevaba en el coche Felipe VI. Como le corresponde lució el suyo de Rey, desplazando al azul habitual que lucía como Príncipe.

Coche oficial Rey

Obviamente, el recibimiento ha cambiado. Hasta ahora la Reina Sofía era la primera en llegar y ser recibida en el Teatro y encabezaba la comitiva hasta su acceso al palco. La Reina honorífica supo asumir su papel relegado y ocupar el tercer puesto, dejando la prioridad a los reyes titulares. Sin embargo, pese a la discreción que en todo momento quiso tener la esposa de Juan Carlos I, el rey Felipe VI tuvo numerosos detalles tanto en los movimientos protocolarios como en el discurso para disminuir el impacto de ese “relegamiento” institucional. Lo cierto es que el Rey supo manejar de forma impecable esta siempre difícil cuestión.

Caddy Adzuba Concordia2

Por primera vez lució en la parte delantera del paño que cubría la mesa presidencial la Corona de Rey, quedando en el armario la habitual corona de Príncipe que volverá utilizarse cuando Leonor asuma su rol en esta ceremonia.

En fin pocos cambios protocolarios derivados de la presencia de un Felipe como rey no como príncipe. El principal: creo que por primera vez pronunció un discurso que realmente caló en la gente, como acreditan todos los titulares de los medios de comunicación que hemos ojeado esta mañana. Esta vez el teleprompter funcionó con normalidad y el Rey hizo una exhibición de saberlo utilizar con una naturalidad espectacular que hizo pensar durante mucho tiempo que realmente tenía el discurso memorizado (pero no, leyó el que estaba previsto).

Reiteramos nuestra enhorabuena a los organizadores, y sirvan estas reflexiones como una modesta aportación pensando en el futuro de estos grandes premios que en muy pocos años se han convertido en la gran ceremonia de referencia cultural y de la paz del mundo. En eso, ha ganado ya claramente la partida a los Nobel (aunque la Fundación nunca ha querido compararse, porque sencillamente su marco y terreno de juego es otro). Pero la gente si que lo hace y por eso hay que señalar claramente que la belleza y estética de estos premios españoles superan a los de la academia sueca y noruega.

Ver cerermonia completa en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/premios-principe-de-asturias/

Felipe VI o la sencillez en el Protocolo

almuerzo_honduras_03xComida en honor del presidente de Honduras el 1 de octubre.

Es evidente el nuevo estilo protocolario que el rey Felipe VI va imponiendo poco a poco en sus actuaciones públicas desde que fuera proclamado como tal ante las Cortes Generales, el 19 de junio. Han pasado ya esos cien días de cortesía que suelen darse a los mandatarios públicos para juzgar sus actuaciones y desde el punto de vista protocolario, está claro que el nuevo monarca apuesta por un estilo propio, que se aleja de su antecesor. Los cambios que va introduciendo son positivos, porque responden al deseo de romper la imagen de una monarquía anclada a determinadas tradiciones y costumbres que francamente hoy no tienen lugar en la sociedad del siglo XXI. Es posible que algunos nostálgicos aborrezcan estos cambios, pero resultan esenciales. Son pequeños gestos realizados cada día, que si se contemplan ahora en su conjunta dan cuenta de positivas variaciones de las que seguramente tendrán que tomar buena nota otras altas instituciones del Estado.

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 Los reyes durante su visita a la Feria Internacional Ganadera de Zafra el día 2 de octubre.

 

El estilo de la proximidad, la sencillez y la proyección de una imagen vinculada al trabajo y a los problemas reales, son las claves de los eventos protocolarios que hemos venido analizando a lo largo de este período, aunque ello no quiera decir que haya prescindido de algunas tradiciones que obviamente conviene mantener al menos durante un prudencial tiempo. Estos cambios eran urgentes por la crisis Real, pero al margen de ello, porque Felipe VI, para ser consecuente con su discurso de proclamación, debe ejercer un protocolo que contribuya al cumplimiento de su compromiso.

 

Hay muchos ejemplos de esos cambios protocolarios importantes, pero –por citar el último- es llamativo el que tuvo lugar en Palacio Real el pasado 1 de octubre con ocasión de la visita oficial del presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. Los monarcas españoles ofrecieron un almuerzo muy rebajado de pomposidad, con una etiqueta sencilla (traje, ni tan siquiera oscuro, y vestido corto), y se prescindió de la “solemne” cena de gala. Es cierto que no se trataba de una visita de Estado (veremos en la primera que se produzca cómo se enfoca), pero ya se intuye que Felipe VI quiere un estilo más ejecutivo y práctico, aunque conserve algunas cuestiones de momento obligadas como la invitación a consortes. El hecho de que sea comida frente a la cena ya es algo que de por sí facilita las cosas. La relación de invitados responde a criterios novedosos, permitiendo el acceso a otros representantes de la cultura, el deporte…, en definitiva de la sociedad, cuestión que por cierto los medios pusieron muy en valor.

 

Acabar con la imagen de rigidez protocolaria

 

Sin embargo, la Casa de S.M. tiene que seguir luchando aún con esa imagen que arrastran las casas reales de un protocolo rígido y algo desfasado. De hecho el periódico hondureño El heraldo, con un título poco afortunado (“Juan Orlando Hernández y su visita presidencial con protocolo real”), subtitulaba así: ”Las reglas diplomáticas, el orden, la compostura y una estricta seguridad formaron parte de la audiencia del presidente de Honduras con el rey de España, Felipe VI”. Y la crónica no hace justicia a este nuevo estilo. Quizá porque quedan aspectos que limar en la aplicación de un ceremonial que todavía arrastra estigmas y aunque el estilo de comunicación y tratamiento a los medios informativos que el responsable del área, Jordi Gutiérrez está llevando con acierto, requiere todavía un tiempo para que los medios y la sociedad en su conjunto los perciban con claridad. Un ejemplo de ello es la crónica hondureña del diario Heraldo que no hace justicia al nuevo protocolo de Felipe VI. Os invito a leer la crónica y que cada uno saque sus propias conclusiones.

http://www.elheraldo.hn/pais/753808-331/juan-orlando-hern%C3%A1ndez-y-su-visita-presidencial-con-protocolo-real

 

En fin, lo importante es cambiar aspectos que hoy no tienen sentido y que poco a poco el nuevo Rey logre transmitir esa imagen que hará más justicia con la filosofía y política protocolaria del monarca español. Incluso la propia reina Letizia, ha dado indicios de cambios en su actuación pública, lo que beneficia la imagen de una Corona que debe recomponerse tras los episodios vividos y que la han llevado a una alta pérdida de confianza por los españoles.

 

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Portada del último número de la Revista Vanity Fair.

 

Por otra parte, el absurdo papel protocolario que se está reservando al rey honorífico Juan Carlos, junto a la eterna imagen de soledad de la reina Sofía –de la que se hace eco en un duro reportaje en su último número 74 la relevante revista Vanity Fair[1][1]- que ha quedado excesivamente relevada, no termina de ayudar a mejorar la imagen de una monarquía a la que todavía puede llegarle severos reveses. Pero al menos los reyes actuales tratan de hacer todo lo posible por responder a lo que señaló el jefe del Estado en su discurso de proclamación: “Éstas son, Señorías, mis convicciones sobre la Corona que, desde hoy, encarno: una Monarquía renovada para un tiempo nuevo. Y afronto mi tarea con energía, con ilusión y con el espíritu abierto y renovador que inspira a los hombres y mujeres de mi generación”.

 

 

El Rey Juan Carlos representará a España en Colombia

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El Rey Juan Carlos en el despacho de La Zarzuela con el Presidente del Gobierno el día 2 de junio en el que comunicó al pueblo español su decisión de abdicar como Rey de España.

Bueno, para quienes preguntaban una y otra vez qué papel desarrollaría el Rey Juan Carlos en su papel de Rey honorífico, y que pudiera justificar de alguna forma la modificación que se ha hecho al Real Decreto de Precedencias en España, tenemos ya un primer caso de cierto alcance. El Consejo de Ministros celebrado el 1 de agosto ha aprobado designar al Rey Juan Carlos para que represente a España en los actos de toma de posesión del Presidente de la República de Colombia que tendrá lugar el 7 de agosto de 2014 (Real Decreto683/2014,de 1 de agosto, por el que se confiere a Su Majestad el Rey Don JuanCarlos, la representación de España en los actos de toma de posesión delPresidente de la República de Colombia). Allá viajará el monarca padre representando al Jefe de Estado, asumiendo de esa forma el papel que hasta ahora venía ejerciendo el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, hoy Rey Felipe VI.

Es temprano aún para saber si ésta va a ser la tónica que se seguirá en adelante, pero analizado fríamente supone un cambio cualitativo de importancia. A las tomas de posesión de los presidentes iberoamericanos acudía hasta el 19 de junio el heredero, representando a su padre Rey y, en consecuencia a España, pero ahora quien acude es un monarca, rey, honorífico, pero al fin y al cabo rey. Durante su estancia en tierras americanas tendrá de nuevo la consideración de Jefe de Estado en representación de su hijo don Felipe VI. “Las tornas cambian”.

Obviamente, estamos ante un salto cualitativo en la calidad de la representación, pues con independencia de si es un Rey o un Príncipe quien represente a España –matiz ya importante de por sí- hay que valorar la propia figura y trayectoria de don Juan Carlos, jefe de Estado que fuera de España entre 1975 y 2014) que compartirá con otros primeros mandatarios de diferentes países el relevo presidencial en Colombia. Obviamente su reciente pasado de casi cuarenta años al frente de la Jefatura del Estado español le confiere mucho más que una mera representación. No sé, en consecuencia, si la decisión es la más adecuada o no para los intereses nacionales o para la consolidación del nuevo concepto de Familia Real española, pero políticamente es evidente que el Rey Juan Carlos es mucho más en este caso que un mero representante de su hijo Rey.

Personalmente creo que hay determinados cambios que requieren su tiempo, y que la medida no es idónea, máximo cuando coincide en fecha con el inicio en Palma de Mallorca de las vacaciones de don Felipe y de doña Letizia. Sería una magnífica ocasión visualizar con la presencia de don Felipe en Colombia que España sigue apostando claramente por su vocación iberoamericana, y al mismo tiempo evitar la confusión de la duplicidad de reyes.

En fin, no me cuadra mucho la decisión adoptada, aunque obviamente España estará bien representada por un monarca, ya honorífico, que aunque su crédito popular interno haya sufrido cierta pérdida, sigue contando con un alto prestigio y respeto en todo el mundo. Pero como España tiene dos reyes y ambos parece que tendrán actividades de peso, podremos duplicar nuestra presencia en diferentes foros. Al menos presumiremos ante el mundo de tener cuatro reyes muy activos.

No quisiera que se interpretara este comentario sobre la presencia de don Juan Carlos en Colombia negativamente, sino en su sentido de contribuir a la reflexión acerca de cuál debe ser el papel lógico y conveniente para los intereses de España de un rey honorífico, que públicamente se estrena como tal en un evento de tanta relevancia como el comentado. Pienso que realmente no se está definiendo bien, ni explicando correctamente y me preocupa, porque en la calle se dicen demasiadas cosas que deberían cortarse de raíz con decisiones más claras.

Protocolo y ceremonial para la Proclamación del Rey Felipe VI

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Rey y el Príncipe de Asturias juntos después de anunciarse la decisión de don Juan Carlos de abdicar la Corona en favor de su hijo. Ambos compartieron agenda en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde el soberano presidió una reunión del capítulo de la Orden de San Hermenegildo, creada hace dos siglos para premiar conductas militares ejemplares

 

Don Felipe de Borbón, como Felipe VI, asumirá, previsiblemente el próximo día 19 de junio, la máxima responsabilidad institucional como jefe del Estado español, en su condición de nuevo Rey. Ha de liderar desde su más alta función a “una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana”, según señaló don Juan Carlos en el mensaje dirigido a la nación al anunciar su abdicación el pasado día 2 de junio.

 

El propio monarca que cesa añadía además: “El Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación. Contará para ello, estoy seguro, con el apoyo que siempre tendrá de la Princesa Letizia”.

 

Estas palabras del Rey, pronto “rey padre”, intentan marcar las pautas de un necesario nuevo estilo de reinar lo que influye directamente en el protocolo y el ceremonial, formalismos éstos a través de los cuales se da visibilidad a los actos públicos que vaya a desempeñar a partir de ahora y en definitiva a la imagen de la propia monarquía española. Desde esta óptica, y consideraciones políticas e institucionales al margen, tiene don Felipe su primera oportunidad de acreditar los indicios de ese nuevo estilo, en la ceremonia de juramento y proclamación ante las Cortes Generales.

 

Se habla estos días sobre el protocolo a seguir para este acto, el más importante de Estado. Apenas se conocen los detalles y lo poco que ha trascendido es fruto de un inicial briefing que desde el servicio de prensa de La Zarzuela se hizo este jueves con diferentes representantes de los medios de comunicación. Se ha dicho que no habrá la misa conocida como del Espíritu Santo, que en el caso de don Juan Carlos en 1975 se celebró en la Iglesia de los Jerónimos, que no habrá representaciones extranjeras ni de casas reales por problemas de capacidad en el hemiciclo del Congreso (fenomenal evitar toda esa pompa y gasto innecesario) y que el nuevo Rey acudirá de uniforme de Capitán General de las Fuerzas Armadas.

 

Tratamiento para el “Rey padre” y su precedencia

 

Por otra parte el Gobierno, siguiendo los deseos del nuevo Rey, establecerá mediante Real Decreto el tratamiento y dignidad que tendrá don Juan Carlos. Aunque nada ha trascendido de forma fiable, todo parece indicar que tanto el actual monarca como su esposa, la reina doña Sofía conservarán la dignidad de Rey (siempre hay que entenderlo como algo honorífico) y, en consecuencia, el tratamiento de Majestad/Majestades. Nos parece razonable, aunque desde el punto de vista jurídico probablemente discutible. Un Rey que dio a España una constitución democrática e impulsó la modernización de un país atrasado que venía de una aislada dictadura militar, que ha hecho encomiables servicios a la nación en sus 39 años de reinado, creemos que es digno de conservar su estatus de Rey, aunque sea de forma simbólica y no suponga ello la asunción de funciones específicas, más allá de las que el nuevo Jefe de la Casa Real disponga en la distribución de las tareas de representación y presencia pública de la Corona.

 

Es un acierto que don Juan Carlos renuncie al título de Conde de Barcelona, así como a cualquier otro que sea propio de Rey, evitando así confusiones y cerrando la disfunción histórica que, obligada por las circunstancias, se llevó a cabo con la figura del abuelo de don Felipe, don Juan de Borbón y su esposa, al reconocerle el uso de título de Conde de Barcelona. Sería oportuno en su momento establecer un título específico para el Rey abdicado, a los efectos de clarificar verbal y popularmente el estatus de uno y otro. Su tratamiento siempre sería de Majestad y la consideración de Rey a efectos de protocolo, pero se evitaría la duplicidad de nominaciones.

 

No adelantemos acontecimientos a la espera de la norma, pero de confirmarse esa consideración de Rey, ha de entenderse que en las precedencias del Estado tanto el Rey padre como la Reina madre irían por delante de la Princesa de Asturias, salvo que se modificara en sentido contrario en el Real Decreto 2099/1983. Resulta chocante que un rey honorífico y abdicado, tenga mayor precedencia que la heredera, la Princesa de Asturias (la edad actual no debe ser condicionante pues las normas se hacen con la perspectiva del tiempo).

 

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 Jura de don Juan Carlos como Rey de España el 22 de noviembre de 1975.

Antecedentes próximos de la ceremonia

 

La ceremonia de proclamación y juramento es, pues, el primer indicio claro de cuál será el estilo de reinado del nuevo Monarca, si plenamente continuista o apuntará hacia cambios significativos. Sin irnos excesivamente atrás en la historia, donde poco podríamos sacar que sirviera para la España actual, partimos de la base de dos antecedentes. El primero, la propia proclamación de don Juan Carlos el 22 de noviembre de 1975 –estrictamente de Rey- y la segunda, el juramento del Príncipe de Asturias de la Constitución Española al cumplir los 18 años el 30 de enero de 1986. Ambas se celebraron en el mismo escenario, el estrado del Congreso de los Diputados, pero de desigual manera.

 

En el caso del acto de 1975 venía claramente condicionada por un régimen fruto de la dictadura franquista, en la que se impuso el ceremonial propio de una época donde la Regencia tras la muerte del general Franco fue asumida por los tres máximos representantes de Las Cortes, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. En esas circunstancias, ver jurar al Rey “por Dios y ante los Santos Evangelios” y uniformado de Capitán General del Ejército de Tierra no nos sorprendió. Bastante tenía ya con realizar el primer discurso que un monarca pronunciaba ante las Cortes tras su jura y hacerlo, además, reclamando justicia social, respeto a las singularidades territoriales españolas y a los intereses del pueblo y recordando la figura de su padre don Juan.

 

En un ceremonial condicionado y encorsetado, propio de la época, en el que lucieron sobre un cojín la Corona, el Cetro y un crucifijo de plata, don Juan Carlos quiso significarse fundamentalmente con sus palabras y apostar desde el primer momento por la idea de su una España democrática. Y debía hacer claramente visible su autoridad, por lo que acudió vestido de Capitán General, algo que en 1975 era entendible, crucial y necesario. No hubo más discursos que el suyo, entre otras cosas porque después del testamento político de Francisco Franco a ver qué representante de esa dictadura tenías agallas de añadir algo más.

Jura Príncipe 1986

 Jura del Príncipe de Asturias de la Constitución Española al cumplir la mayoría de edad. 30 de enero de 1986.

 

Diferente fue la jura del príncipe, don Felipe. Muy significativos los cambios. No vamos a extendernos en la cuestión pues tan solo con observar las imágenes cada uno puede extraer sus propias conclusiones. Pero sí al menos quisiera resaltar algunos aspectos relevantes que se produjeron en 1986: la jura del Heredero se hizo con etiqueta civil (chaqué), sin referencia religiosa alguna (ni crucifijo, ni biblia) y hubo un discurso al inicio del acto a cargo del presidente del Congreso, entonces Gregorio Peces Barba. Tres aspectos que desde el punto de vista ceremonial son muy relevantes y que estuvieron acertados.

 

Uniforme militar o civil

 

La ceremonia de proclamación de don Felipe VI debe ser una mezcla de ambas, pero al mismo tiempo consecuente al estilo que ya fijó en su jura como sucesor. De forma rotunda estimo negativo y contradictorio que el nuevo Rey concurra a la Cámara Baja vestido de Capitán General de los Ejércitos. El hecho de que asuma la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas no es razón suficiente para utilizar dicha prensa en una ceremonia civil ante los representantes de los ciudadanos. Tiempo tendrá de lucir su nuevo uniforme donde corresponda, que es en los actos militares. Pero en el Congreso no tiene sentido alguno. Sería una magnífica ocasión que prescindir de esta uniformidad para actos civiles de Estado. Creo que ya es hora de que el Rey por encima de todo ejerza como representante de todos los españoles y reduzca al mínimo en su actos habituales su condición de militar y católico.

Honores Rey

El Rey recibió honores (vestido de civil) con ocasión de la ceremonia de inaiguración de la X Legislatura de las Cortes Generales el 27 de diciembre de 2011, última vez que estuvo en el Congreso de los Diputados.

No ha de entenderse esta postura como un rechazo a la importancia que tiene ejercer el mando supremo de las Fuerzas Armadas, ni el papel de las mismas en la sociedad moderna, pero chirría mucho ver al Rey en su primer acto jurando una Constitución y siendo proclamado por la “Soberanía popular” vestido de militar. Un claro error y un inadecuado estilo. En la España del siglo XXI esta imagen supondría una clara contradicción con los tiempos y tampoco creo que refleje el estilo del reinado que ejercerá don Felipe VI. Otra cosa es que se le rinda honores de ordenanza a su llegada al Congreso y presida el ulterior desfile militar con la que se pondrá fin al acto oficial del Congreso. Pero para recibir honores militares no es necesario ir uniformado. De hecho, cuántas veces hemos visto tanto a don Juan Carlos como a don Felipe recibir honores vistiendo traje civil. Por cierto, ha de entenderse que los honores que recibe son los correspondiente a Rey (pues lo es desde el mismo momento de la entrada en vigor de la abdicación), por lo que debería sonar el himno en su versión completa (52 segundos).

Los símbolos reales y el Himno Nacional

Resultaría acertado que el presidente de Las Cortes, en nombre de las dos cámaras y, en definitiva, de todos los españoles, hiciera un discurso breve y sencillo para ensalzar y solemnizar la relevancia del momento. Es necesario y positivo que los símbolos reales se dispongan (Corona y Cetro), porque con ello se simbolizará claramente el significado de este acto. No se entregan porque no es una Coronación (el Rey lo es de forma automática en virtud a la Constitución). Por supuesto, tampoco los lleva porque no es costumbre en nuestro ceremonial histórico (quedaría patético ver a nuestro Rey bajo Corona y con el Cetro en la mano), ni tampoco ha sido utilizado por su padre el Rey don Juan Carlos. Don Felipe debería ser consecuente con lo hecho en 1986 y prescindir del crucifijo y de la biblia, elementos que se contradecirían con el estado laico y aconfesional que establece la Carta Magna.

No ha trascendido aún, pero suponemos que en breve se sepa –de hecho los equipos de protocolo de la Casa de S.M., Presidencia del Gobierno y Congreso están trabajando y coordinando al respecto desde hace varios días-, cuándo se interpretará el Himno Nacional dentro del hemiciclo. Normalmente, cuando los reyes acuden al Congreso –hasta ahora en todas las inauguraciones de la Legislatura- se interpretó a su llegada. En la jura de don Juan Carlos se hizo una vez pronunció las palabras propias de su juramento, pero antes de dirigirse con su discurso a los procuradores y senadores. Se simbolizaría mejor su nueva condición de Rey si ese protocolo de himno aplicado a su padre se mantuviera. Es una forma muy efectiva de solemnizar el momento y tomaría más significado. Sin embargo, hay que advertir que en el caso de don Juan Carlos no llegaba como Rey –no fue una sucesión como tal, sino una instauración de la monarquía- y hasta ese momento a Jefatura del Estado la encarnaba el Consejo de la Regencia. Como se ha apuntado, don Felipe llega ya como Rey, razón que puede aconsejar que se interprete el Himno Nacional al inicio del acto.

El protocolo de asientos

Los nuevos reyes ocuparán dos sitiales de honor en el centro del estrado, situándose a su derecha los presidentes del Congreso y Senado y a su izquierda las dos hijas, la infanta doña Leonor (que en ese momento ya será Princesa de Asturias) y doña Sofía, la segunda en la línea de sucesión. Es probable que los miembros de las Mesas del Congreso y del Senado se ubiquen en una segunda fila tras los citados. A la derecha, la del Congreso; a la izquierda la del Senado. Algunos ha especulado con la posible ubicación del Presidente del Gobierno junto a las infantas (como ocurrió en la jura del Príncipe), pero en esta ocasión carecería de sentido que en un pleno oficial de sesión conjunta de Las Cortes, el máximo representante del Ejecutivo no estuviera en su escaño (primer sillón azul)[i].

La presencia de don Juan Carlos y doña Sofía

Sobre la posible presencia de don Juan Carlos y doña Sofía a la ceremonia pienso que no acudirán con el objetivo de no quitar protagonismo al único que debe tenerlo. Como reyes que fueron sabrán asumir el sacrificio de seguir tan relevante acto por televisión. Acertarían si no concurrieran al igual que sus hermanas por razones obvias o cualquier otro miembro de la familia del Rey y de la Reina. Si los “ex reyes” asistieran ¿dónde se les podría ubicar? ¿En un lado de la presidencia? ¿Tras las infantas? ¿En la tribuna Real? Me pregunto: ¿No es demasiado fuerte escenificar el cambio habitual de sitio de unos monarcas que siempre han ocupado la presidencia del hemiciclo y que ahora se les traslada a la tribunal real, en la planta de invitados? Hay razones a favor y en contra, pero a mí me pesan más las negativas.

Tampoco se trata de un relevo al estilo presidencial de los regímenes sin monarquía. No es necesario escenificar en este momento el “traspaso”, pues el objetivo del acto es otro. El rey don Felipe VI acude a las Cortes a jurar y a ser proclamado, no para simbolizar el relevo. La escenificación del fin de un reinado y el inicio del otro, se hace en esa ceremonia que se anuncia para la víspera en la que el Rey en presencia de la Reina y los príncipes firmará oficialmente la Ley Orgánica aprobada por el Congreso y Senado por la que se oficializa su abdicación y que se publicará en el BOE al día siguiente. A ese momento debe aplicarse toda la carga emocional y simbólica de lo que significa el relevo generacional en la jefatura del Estado. Un sencillo acto de firma, sin más, pero suficiente y ciertamente histórico. Confiemos que ese acto sea televisado para todo el mundo, porque de lo contrario perdería la esencia de su razón de ser.

La Recepción en Palacio Real

Tras el acto del Congreso, se especula –y así será- sobre la posibilidad de que don Felipe VI ofrezca una Recepción en el Palacio Real. Estimo que una sobria y sencilla Recepción es obligada, para que los representantes de las instituciones del Estado y de las comunidades autónomas (deberían estar los alcaldes de los ayuntamientos capitales de provincia), del cuerpo diplomático acreditado en España, los agentes sociales, culturales, etc., tengan la oportunidad de expresar directamente la felicitación al Rey proclamado. Deseamos que esa posible Recepción se abra a más estamentos de la sociedad que los meramente institucionales y que la lista de asistentes sea otro de los indicios de cambio.

Saludo a los ciudadanos

Faltaría solo, para redondear la cuestión, cómo expresar de forma directa la vinculación del nuevo Rey con el pueblo. En la ceremonia de don Juan Carlos en 1975 utilizó un coche descapotable para dirigirse desde el Congreso a La Zarzuela y desde él, a paso lento, saludó a las miles de personas que se dieron cita en las inmediaciones. No sabemos lo que don Felipe hará, pero estamos convencidos que buscará algún gesto directo al pueblo. No soy partidario de asomarse al balcón de Palacio; preferiría más la imagen de unos reyes –don Felipe y doña Letizia- a pie de calle saludando y mezclándose con el público.

Adiós a la monarquía de “hadas”

Este nuevo Rey debe ir desterrando determinadas imágenes que nos recuerdan la idea de una monarquía de “hadas” y de viejos tiempos. Que no miren a otras monarquías. Que se abstraigan de las mismas. Que piensen que en España la cultura monárquica existente es floja y que quizá Felipe VI deba reinventar un nuevo estilo monarquía que se aleje de los estilos de Palacio y le haga ganarse a los ciudadanos.

Ese debe ser el objetivo de su protocolo y ceremonial a partir de ahora: construir una imagen de una representación plástica de la monarquía que se aleje de los estereotipos a los que nos han acostumbrado y que ya han caducado. El pueblo quiera otra cosa, por mucho que luego “devore” todo lo que le den sobre el vestido de doña Letizia o los azules ojos de la rubia infanta doña Leonor o la barba sí, barba no, de nuestro rey Felipe VI. Hay que evolucionar los eventos Reales y socializarlos, aunque nos alejemos de lo que hacen otras monarquías de “cuento” y, así, rejuvenecer la imagen que la Casa Real española tiene que transmitir a través de su actos. Todo en un calculada transición que debe empezar desde su primera ceremonia en el Congreso.

De esta forma daría respuesta don Felipe a las palabras de su padre en el mensaje de abdicación, donde señaló de su hijo que “encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica”. Y más adelante afirmaría otra importante frase: “Abrir una etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación”. Como se han apresurado en decir portavoces de la Casa de S.M. no se trata de un “cambio”, sino de una sucesión dentro de una normalidad constitucional. Pero al margen de lo político, es una magnífica oportunidad para que los nuevos reyes abanderen el estilos propio de una monarquía para el siglo XXI. Y no tienen, para ello, buenos referentes en Europa.

Posible estructura del acto

Con todos los riesgos que tiene adelantar una previsión personal sin conocer importantes detalles que se están debatiendo y estudiando ahora, me atrevo a intuir que la ceremonia responderá más o menos a este guión:

  1. Llegada de diputados y senadores, que deberán acudir con etiqueta de traje oscuro y los miembros de las Mesas, al menos, portando la medalla del Congreso y del Senado.
  2. Llegada de las principales autoridades invitadas al acto.
  3. Llegada del nuevo Rey en vehículo del estado portando el banderín guión Real).
  4. Recibimiento por el Presidente del Gobierno y Jefe del Estado Mayor de la Defensa.
  5. Acceso al podio para el inicio de los honores militares ofrecidos por la Guardia Real, con representación de los tres ejércitos. Suena el himno nacional y las salvas de honor.
  6. Revista a la tropa por el nuevo Rey, acompañado por el Jefe del Estado Mayor de la Defensa y el Jefe del Cuarto Militar de la Casa de Su Majestad.
  7. Fin de la Revista.
  8. Saludo al pie de la escalinata del Congreso de los presidentes del Congreso, Senado, Tribunal Constitucional y Consejo General del Poder Judicial.
  9. Saludo en el vestíbulo principal a los miembros de las Mesas del Congreso y del Senado.
  10. Acceso al estrado presidencia del hemiciclo. Himno Nacional.
  11. Intervención del Letrado Mayor de las Cortes para dar lectura a la convocatoria de la sesión extraordinaria.
  12. Posible discurso del Presidente del Congreso.
  13. Toma de juramento por el Presidente del Congreso.
  14. Fórmula de juramento por don Felipe.
  15. Discurso del Rey.
  16. Fin del acto. Abandonan el hemiciclo.
  17. Saludo (besamanos) en el Salón de Pasos perdidos a los representantes institucionales.
  18. Desfile de las unidades militares que le rindieron honores en la Carrera de San Jerónimo. Presidirá desde un podio situado al pie de la escalera principal de la Puerta de los Leones.
  19. Traslado a Palacio Real para la Recepción