El verdadero protocolo moderno

Motos MoncloaLos actos protocolarios de las administraciones públicas españolas necesitan de una importante actualización. Solo viendo esta imagen de La Moncloa, de las que se podrían aportar cientos similares, no es necesario insistir mucho en la necesidad de propiciar eventos con otro estilo. Los políticos se juegan mucho en ello.
 
El II Congreso Universitario de Comunicación y Eventos que se celebrará en el Hotel Meliá Princesa de Madrid los próximos dias 3, 4 y 5 de abril,  reserva un importante panel para la tarde del segundo día en el que se reflexionará y debatirá con la ayuda de diferentes profesionales, sobre la conveniencia o no de que los actos oficiales, promovidos por las administraciones públicas, evolucionen en sus formatos y contenidos, incluso en su concepto y sentido comunicacional.  Es una cuestión que se habla en círculos pequeños, pero que no ha generado ni estudios, ni propuestas, ni interesantes reflexiones, ni debates.  De ahí que en el contexto en el que se mueve este segundo encuentro que promueven varias universidades, entre ellas la Camilo José Cela y la Complutense de Madrid, se haya querido coger el “toro por los cuernos”.
La pregunta es clara y concisa: ¿Deben los servicios de protocolo de las instituciones oficiales diseñar, programar y ejecutar sus actos de acuerdo a un formato más en línea con los tiempos actuales? La pregunta parece sencilla, y probablemente muchos respondan de forma positiva. Pero es compleja la respuesta. Además, se supone que en determinados casos el “cambio” ni tan siquiera es posible, especialmente en aquellos eventos que vienen precededidos de costumbres y tradiciones que conviene respetar. Pero es un error pensar así. También los eventos más tradicionales pueden sufrir modificaciones positivas.
Convencer a los políticos
La mayoría admitimos que las administraciones, con sus actos, transmiten una imagen antigua y desfasada, que distancia, que no comunica… En definitiva que somos partidarios de avanzar hacia nuevos modelos que conllevarían sustanciales cambios conceptuales y escenográficos, entre otros. Pero al reflexionar sobre esto, los profesionales rápidamente sacamos nuestro pesimismo al respecto: imposible de plantear, los políticos no están por la labor, ni tampoco hay dinero para ello.
Uno se pregunta si realmente el problema está en los políticos o en nosotros mismos. Es cierto que los profesionales en su mayor parte apostamos por avanzar y no perder la estela de los nuevos formatos de eventos empresariales, culturales, etc, que tan buenos resultados de comunicación y marketing reportan, a juzgar por los balances del ROI. Pero creo que los profesionales debemos de superar ese pesimismo y quizá nuestra labor, en estos tiempos de recortes, es sentar las bases necesarias para los actos públicos de las instituciones públicas en los proximos años. Es probable que ahora, en el contexto económico en el que se encuentran las administraciones, los políticos no quieran ni oir hablar del tema, pero también es cierto que tampoco se les explica bien lo que de positivo tendría en el necesario acercamiento gobierno-ciudadanos. No creo que este apostolado se esté haciendo bien.
¿Sabemos en qué consiste el cambio?
Por otra parte, tengo severas dudas de que realmente exista clarividencia sobre cómo aplicar la creatividad, las tecnologías y las nuevas tendencias a los actos oficiales. No estamos hablando de que haya que llenar de plasmas los salones de actos, ni entregar ipads a los invitados, ni iluminar especialmente el salón de recepciones. No. Estamos hablando de hacer actos o eventos de otra manera, con otro concepto, con otra puesta en escena, con otro sentido, con perspectiva de conseguir un Retorno favorable de la Inversión. Y si no lo tenemos claro nosotros, menos nuestros representantes.
Creo, desgraciadamente, que en el sector el pesimismo es tan fuerte que muchas ideas no llegan ni a plantearse. Un error. Incluso ni a pensarse, lo cual es peor. Pero debemos reinventarnos con urgencia, proponer formatos alternativos y generar eventos con otro estilo que hagan recuperar la fe a nuestros políticos sobre la importancia que tiene un buen protocolo y lo que de él se deriva, y un buen equipo de profesionales detrás. Veo que estamos bastante parados y siempre echando la culpa al presupuesto, cuando es cierto que no siempre este inmovilismo responde a criterios económicos.
Las empresas han reducido en los últimos años drásticamente sus presupuestos, pero siguen haciendo eventos con fuerte impacto y buscando nuevas experiencias que permitan fidelizar a sus clientes. No siempre es cuestión de dinero, sino de ideas y cómo gestionar las mismas. Los profesionales de protocolo no debemos olvidar que además de hacer protocolo debemos saber gestionarlo, y eso implica muchas cosas más que no se están haciendo (hablamos en general). El concepto de gestión va más allá de una mera planificación.
Si a un alcalde le planteas eventos que consiguen fidelizar a sus “clientes”, ahora con eventos de bajo coste, seguro que empezará a pensar de otra manera. Pero, ¿le estamos ofreciendo bien esos eventos? ¿Y qué eventos? ¿Sabemos realmente cuál es la manera más acertada de ejecutar eventos comunicacionales y experienciales, por ejemplo? Creo sinceramente que esta reflexión del II Congreso puede aportar luces y pienso de verdad que los profesionales necesitamos una importante puesta al día. Más de lo que pensamos.  Para empezar hay que saber muy bien en qué consisten de verdad los eventos del siglo XXI. El protocolo moderno no es actualizar precedencias, ni normativas, ni tan siquiera tecnologías o espacios… Es mucho más. El protocolo moderno creo que lo desconoce la mayoría. Es una pena, pero llama urgentemente a nuestras puertas.