Ceremonia de entrega del Toisón a la Princesa: cuando el protocolo es más que norma

Me ha gustado mucho el acto y la solución protocolaria dada por la dirección de Protocolo de la Casa de Su Majestad el Rey esta mañana en el Palacio Real, para la ceremonia de imposición del Collar de la Orden del Toisón de Oro, a la princesa de Asturias, Leonor de Borbón, de manos del rey Felipe VI, jefe y soberano, además, de la misma. En situaciones como éstas cuando se hace adecuadamente es donde los gestos toman significado y tratan de decirnos cosas, dando al protocolo su verdadera condición de facilitar la transmisión de mensajes, más allá de lo que le pueda permitir la normativa vigente. No se ha roto el protocolo, ni se ha vulnerado, pues se trata de un acto interno de la Casa Real –a quien pertenece la Orden- y para sus miembros puede disponer el ordenamiento que considere más idóneo para el acto. Otra cosa es con las autoridades oficiales invitadas deba observar el artículo 10 del Real Decreto 2099/83 por el que se establece el Ordenamiento General de Precedencias en el Estado, así como para la Familia del Rey y los tres presentes españoles que tienen el citado collar (Javier Solana, Víctor García de la Concha y Enrique Iglesias). Los presidentes de los Poderes, invitados excepcionales, ocuparon (también por su orden) el lateral izquierdo del Salón de columnas, cuyo centro se reservó para una mesa que sostenía el Collar y el diploma e insignia correspondientes.

Protocolo de asientos de la Familia Real

 

Dos perspectivas de interés para el análisis, en lo estrictamente relativo al protocolo de asientos para la Familia Real. Al inicio y al final del acto, la actual Familia Real aparecía como se ve en en la imagen que abre este artículo: vistos de frente, aparecen la reina Sofía, rey Juan Carlos, Princesa de Asturias, Rey de España, Reina de España e infanta Sofía. De haberse aplicado el protocolo en alternancia siguiente los criterios del citado Real Decreto, deberían haber quedado sentados de la siguiente forma (mirando de frente, y de izquierda a derecha): rey Juan Carlos, Princesa de Asturias, Rey, Reina, infanta Sofía y reina Sofía. Sin embargo, la Casa de Su majestad optó por variar esta ordenación, de tal forma que se creara como dos zonas: los reyes y sus hijas por su orden, y a la derecha de ellos los Reyes Honoríficos. Como estaba ladeada la presidencia, deben mantener esa posición, pues la cercanía al centro del salón marca la precedencia frente a la derecha de quien preside.

Pero realmente, puede interpretarse y con eso me quedo, que los verdaderos motivos que hicieron asumir la disposición final, obedece a dos criterios:

  • Ceder la derecha del Rey a la protagonista de la ceremonia, su sucesora, la Princesa, y plasmar la generosidad que debe imperar en una Familia que con su Jefe de Estado a la cabeza ha de trasmitir en su conjunto y en todas las generaciones los verdaderos valores a los que Felipe VI se comprometió en su discurso de la Proclamación antes las Cortes en 2014.
  • Que la Princesa de Asturias quedase entre su padre el Rey y su abuelo el Rey honorífico, dejando para la historia la imagen de las tres generaciones vivas que en este momento tiene la Familia Real. Resultaba emocionante ver a la heredera en el medio de dos personalidades tan importantes en nuestra historia (Juan Carlos impulsor y defensor de la democracia y Felipe VI responsable de su regeneración y puesta al día), y precisamente en unos momentos complejos de la política doméstica. Esa imagen, con Leonor con su insignia de miembro de la Orden más importante del mundo, vale más que mil palabras.

La silla vacía durante el discurso

Segunda perspectiva. Cuando el Rey sale a pronunciar su discurso, no queda vacía su silla, sino que la ocupa la Princesa. Simboliza ese gesto el abrazar el presente y el futuro (“aquí estoy yo a falta de Rey y en apoyo al Rey”, dicho en lenguaje sencillo). Y, segundo, más importante, no dejar durante los cinco minutos que duró el discurso del Monarca, separados a la Princesa de su madre y hermana. Esa silla vacía, dejando a un lado a la Princesa, Juan Carlos y Sofía, y del otro a Letizia y Sofía, pudiera haber dado lugar a descontextualizaciones periodísticas o populares que no responden a la realidad.

Himno y discurso

Como es obvio al inicio del acto se interpretó el himno nacional en su versión completa (52 segundos) porque es el que corresponde al Rey de España que presidía la ceremonia. Me ha gustado mucho el discurso de Felipe VI, lleno de afecto, ternura y sentido de la historia, la importancia de los relevos generacionales y el reconocimiento de la figura que hizo posible la devolución de la democracia a los españoles (su padre). Un discurso corto, porque es necesario recordar que se dicen más cosas y llegan mejor cuando se es breve, pero con mensajes claros y estudiados.

Por ello, si hace unos días criticaba el video ya tan popular de las escenas familiares de los Reyes y sus hijas, hoy he felicitar a la Casa de Su Majestad por este acto perfecto y para “quitarse el sombrero”. Si hay que poner un pero, solo por curiosidad, es ¿por qué apenas se utiliza la bandera de España en lugar bien visible en los actos que se organizan desde la Casa de Su Majestad? ¿No era hoy, también, buen día para que lucieran en Palacio las banderas del Rey y de la Princesa en lugar separado de las oficiales, o al menos una de ellas? Es probable que haya razones, y seguramente justificadas, pero observo que en los actos de Palacio la bandera o banderas parece que se dejan sólo para los discursos televisivos. Pero ello no empaña para nada la belleza de un acto, que con las palabras del Rey resultó muy emotivo, entrañable, de futuro y con mensaje.

Y, finalmente, me ha parecido un acierto, para rebajar (en el sentido positivo de la palabra) el tono de solemnidad de este acto, el hecho de que la Princesa posase con los niños ganadores del Concurso qué es un Rey para ti de los últimos tres años. Es como volverla a poner en el lugar de su edad, pero sin olvidar lo que es, y para que nadie vea lo que no es, en una segunda foto se incorporan los Reyes que consolidan la oficialización de la foto. Toda una precisión de relojería suiza. Enhorabuena.