Protocolo para el testigo Rajoy

El protocolo del siglo XXI no debiera ser la imagen plástica del poder, como aseveró en su momento, el ex presidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, que supo servirse de él para posicionar las instituciones catalanas y, especialmente, la relevancia de su cargo frente al Estado. Pero algunos, aún hoy, en estos tiempos de globalización y necesario acercamiento de gobernantes y gobernados, pretenden empeñarse en que siga siendo así. El último ejemplo, la comparecencia como testigo de Mariano Rajoy ante la Audiencia Nacional, en calidad de alto cargo del Partido Popular y no como Presidente del Gobierno. El protocolo de este acto jurisdiccional no solo ha puesto de manifiesto plásticamente lo que algunos entienden como protocolo (atribuciones jerárquicas), sino también cómo aquél permite visualizar con claridad el concepto de estado democrático que tienen determinadas personalidades.

Sala de Vistas de la Audiencia Nacional en la vista oral en otra jornada sin la presencia del testigo Rajoy.

Se ha escrito mucho sobre la comparecencia de Rajoy ante el Tribunal, y desde todos los prismas, entre ellos lógicamente el protocolario. La cuestión es que este acto jurisdiccional centró el interés informativo en dos focos y por este orden: las respuestas del testigo (al que hay que añadir las continuas expresiones de “no pertinente” del Presidente del Tribunal) y el protocolo seguido para el llamado a declarar. Desde el punto de vista periodístico se ha hablado de prebendas injustificadas hacia el, además, Presidente del Gobierno.

“Paseillo” y recibimiento

De hecho, el diario digital “El Español”, el pasado 27 de julio, en un artículo titulado “Los siete privilegios de Rajoy como testigo”, enumeraba los mismos:

  • Sin paseíllo: Mariano Rajoy llegó en coche al edificio judicial donde se celebra la vista del ‘caso Gürtel’ y entró directamente en el garaje reservado a los magistrados de la Audiencia Nacional.
  • Recibido por el Presidente de la Audiencia Nacional: el presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro, se desplazó hasta San Fernando de Henares (él trabaja en la sede central de Génova) para recibir a Rajoy. Le esperó en el vestíbulo del garaje y le condujo a una sala de espera contigua a la sala de vistas.
  • Acceso a la sala: Rajoy entró en la sala donde debía declarar por un acceso lateral que se comunica con la sala de espera. En ningún momento tuvo que pisar el vestíbulo general u otras dependencias de la sede judicial por las que transita la generalidad de los usuarios. Ello le evitó cruzarse con los numerosos periodistas acreditados para cubrir su comparecencia.
  • Periodistas recluidos: por exigencia del servicio de seguridad del presidente del Gobierno, durante la entrada y la salida de Mariano Rajoy los periodistas tuvieron que permanecer dentro de la sala de prensa.
  • En estrados: La privilegiada situación en la que se ha colocado al presidente del Gobierno para ser interrogado ha sido un factor relevante en el dominio de la situación. No hay antecedentes de que a un testigo se le haya preparado una mesa ‘ad hoc’ situada en estrados, al mismo nivel que el tribunal. Esta disposición física le ha evitado tener que sentarse en el mismo asiento desde el que han declarado los acusados, muchos de ellos excargos de su partido como el tesorero Luis Bárcenas. Le ha evitado también estar frente a los juzgadores y rodeado de acusadores y defensores. De esta forma, Rajoy no estuvo ante el tribunal como los demás testigos, sino al lado de los magistrados y en la posición de superioridad que proporciona hablar desde el estrado.
  • El jefe anticorrupción: El nuevo fiscal jefe anticorrupción, Alejandro Luzón, asistió a la declaración testifical del presidente del Gobierno aunque -por criterio suyo- no intervino y dejó el interrogatorio a una de las fiscales que han llevado el caso Gürtel desde el inicio. Es la primera vez que el jefe de la Fiscalía Anticorrupción asiste a una vista.
  • Interrogatorio del fiscal: A diferencia de sus incisivos interrogatorios a otros testigos, la fiscal Concepción Sabadell trató a Rajoy con guante blanco. Llamativamente no preguntó al presidente del PP ninguna cuestión relacionada con la caja B, cuya existencia ponen de manifiesto los papeles de Bárcenas.

¿Cortesía institucional?

Todos estos privilegios han sido justificados en su mayor parte con dos palabras: “cortesía institucional”. Es evidente que Rajoy no se puede quitar la chaqueta de Presidente de Gobierno aunque le llamen a declarar como un ciudadano que dirige el partido objeto de las actuaciones judiciales. Pero resulta evidente que el Poder Judicial, con sus actuaciones, tiró excesivamente (y sin necesidad) de esa chaqueta. El propio Rajoy también se equivocó (y pienso que gravemente) al acudir a declarar en su coche oficial. No cuestiono que deba llevar la seguridad que le corresponde, pero le hubiera honrado mucho como político y persona haberse puesto la chaqueta ciudadana. Evitó las fotos que le vinculan a la supuesta corrupción y presuntos corruptos, pero todos han hablado de un trato a favor y eso mina, al menos de cara a la galería, la independencia judicial.

El estrado

Sin embargo, quizá lo que más llamó la atención fue la ubicación de Rajoy a la derecha de los tres miembros del Tribunal, sobre el estrado, en una imagen nunca vista hasta ahora. Sofía Puente, vocal del Consejo Fiscal, definió al día siguiente para la Cadena Ser, en unas declaraciones que suscribo, la situación. Recojo textualmente sus palabras: “Los estrados no son más que una tarima que se eleva sobre el nivel del suelo y en la que se colocan en forma de “U” las mesas y las sillas donde nos sentamos los que con arreglo a la Ley tenemos el derecho y la obligación de sentarnos ahí: los jueces, los fiscales, los secretarios, los abogados y los procuradores, además todos vestidos con nuestras togas. En un nivel inferior y fuera del estrado se coloca el acusado, en su banco, los testigos que declaran en un lugar que tienen reservado y el público que también se puede sentar, todos ellos frente al tribunal. Ayer vimos una imagen insólita, por excepcional y única, en la que a un testigo se le colocó en una especie de trono, en un lugar preferente de los estrados, y justo al lado y a la derecha, y a escasos metros, del propio tribunal. No existe ningún precepto legal, ni es una práctica forense en nuestros tribunales, permitir que los testigos se sienten en los estrados. Por lo tanto, ayer lo que vimos es una imagen de trato privilegiado al testigo Mariano Rajoy, al que se colocó en un lugar donde nunca se pone a testigo alguno, y eso dio una imagen de debilidad de la justicia, que se contorsiona, se retuerce, para tratar de privilegiar a los poderosos y se perdió la oportunidad de dar una imagen de justicia independiente, de justicia fuerte, de justicia que trata a todos por igual y que se visualiza esa idea de que la justicia, cuando se administra en el acto de administrarla que es en el acto de juicio oral, se coloca en una situación de superioridad respecto de cualquier testigo, de cualquier acusado, por muy importantes que sean los cargos que estas personas tienen”.

En relación a la presencia del fiscal anticorrupción, señala Puente, “si obedecía a razones estrictamente cortesía institucional, sí que no lo comparto. Ayer no era un acto solemne de apertura de tribunales, ayer se trataba de un acto jurisdiccional puro y duro, la expresión de un juicio oral en el que comparecía como testigo Mariano Rajoy y al que solo se le debería haber dado el mismo trato correcto y cordial que se da a cualquier otro testigo en cualquier sala de vistas de nuestro país”.

Audio de su intervención:

¿Entrevista en un plató?

Sobre la actitud de Rajoy como testigo, la citada fiscal señaló: “Como a Mariano Rajoy le colocaron en una especie de trono, en un lugar tan preferente, yo creo que él confundió el lugar en el que se encontraba y pensó que estaba en el parlamento o en una entrevista en un plató de televisión, empezó a contestar y a comentar y a ironizar sobre las preguntas que se le reformulan, cosa que no debió ser tolerada por el Presidente del Tribunal, porque los testigos ni comentan ni entran en debates con los abogados. Los testigos contestan a las preguntas pero no las comentan”.

Declaraciones y crónicas como éstas se han producido por centenares. Es un error (en cualquier caso una falta de tacto político y social) la decisión de la ubicación. No hay nada que directamente lo impida, pero sí demasiadas normativas que hacen alusión a quiénes deben ocupar los estrados, sin que se aluda nunca a los testigos. La práctica y costumbre jurídica termina por convertirse en norma y ahí es necesario invocar (no voy a decir ilegalidad) a la extrañeza de la decisión. Si al testigo, por su condición de Presidente del Gobierno, no se le permitió (como podía haber determinado el Tribunal) declarar por escrito o videoconferencia, ¿por qué este tratamiento tan super especial y subido de tono? Un error enorme.

¿Quién es el culpable?

La Audiencia Nacional es quien, a priori, debe asumir toda la responsabilidad sobre las citadas prebendas, pero es imposible no ver la mano de la “fontanería política” de La Moncloa. Semanas antes de la fecha de citación, algunos expertos fuimos consultados (en mi caso por dos altas instituciones) acerca de nuestra opinión sobre el protocolo que debiera darse al testigo Rajoy. Parte de mi respuesta fue sencilla: la misma que a cualquier otro testigo, si bien podría albergarse alguna cortesía institucional en aspectos no directamente vinculados a la vista oral. Entiendo que alguien debía recibirlo, pero no el propio Presidente de la Audiencia, sino un nivel más bajo y no vinculado al juicio.

Me parece correcto que le permitan acceder por el garaje, no lo discuto, pero me hubiera gustado ver llegar a Rajoy en el coche del partido y aún más en su propio vehículo. Creo que todos ya sabían que concurría como testigo, no era necesario magnificar tanto la cortesía institucional para evitar “fotos molestas”. Esa no es misión de la Audiencia (si lo quería evitar podía haber autorizado la videoconferencia).

Llegada del testigo en coche oficial a la Sala de Vistas de la Audiencia Nacional

Comparto que no se le haga esperar en el pasillo e incluso que estuviera sentado en un lateral del estrado (hay antecedentes de esta situación, véase caso del juicio de la asesinada Presidenta de la Diputación de León, con las tres acusadas, por citar uno mediático). Pero de ahí a colocarse “en un trono” como apunta la fiscal cambia mucho la situación y sitúa al testigo en lugar de privilegio que condiciona a favor el papel del testigo y perjudica a las otras partes. En cualquier caso, por las consultas hechas y a las que antes aludí, es evidente que el protocolo fue “pactado” entre Presidencia del Gobierno y los altos responsables del Poder Judicial. Y ahí está lo preocupante.

El respeto a la independencia de los poderes

En fin, más no se puede decir al respecto, porque queda recogida esta excepción histórica en el protocolo de un acto jurisdiccional (ejercicio de acción de la Justicia), que no judicial (miembros que integran este Poder, sus mecanismos de gestión, sus eventos, etc.). Algunos se preguntan por qué nos preocupa este tratamiento protocolario. Por una razón esencial en democracia: porque se ha visualizado el mayor poder del Ejecutivo frente al Judicial en un acto de plena y necesaria independencia de los jueces. En una democracia el protocolo debe empeñarse en dejar bien clara esa separación e independencia, porque se daña gravemente el concepto de soberanía nacional (que aunque de forma indirecta –a través de los diputados y senadores que los ciudadanos han votado-, se eligen y nombran a los presidentes y los más altos representantes de los Poderes del Estado –salvo ministros y altos cargos-).

Pero el actual Presidente del Gobierno no es muy dado a ese respeto institucional. Ya son demasiados los casos donde Rajoy desplaza a los presidentes de los otros poderes en actos organizados por éstos. Quizá los más graves, y estará aún en la retina de muchos, el puesto ocupado en la proclamación antes las Cortes Generales del rey Felipe VI –por delante de los presidentes del Congreso y del Senado- y espacio opuesto a los presidentes del Consejo General del Poder Judicial y Tribunal Constitucional. O cuando el Presidente de Argentina acudió a la preceptiva visita al Congreso donde fue recibido el primer lugar por Rajoy. Inauditos ambos casos y sin precedentes. Esto me preocupa y es un toque a la salud democrática.

La importancia del protocolo

Es evidente que el protocolo tiene relevancia en casos como éstos, pero no comparto en llevar esa importancia al extremo de señalar que sin protocolo no hay comunicación (mi querido amigo Juan, te respeto y aprecio mucho como buen profesional que eres, pero creo que si hubieras matizado estarías en posesión de la razón). Y mucho menos al señalar que donde se hace realmente protocolo puro es en las instituciones públicas. No sé que se entenderá por “protocolo puro”, pero no debe olvidarse que el protocolo está presente en todos los sectores de la sociedad y que tan importante es el protocolo de una alta cumbre internacional que el de la inauguración de los Juegos Olímpicos, o el de apertura solemne de un curso universitario o, sencillamente, para unos novios, el protocolo de su boda.

En unos casos cobrará mayor trascendencia, pero de ahí a afirmar que el protocolo es cosa de oficialidad es negar la mayor y acotar innecesariamente el ámbito de trabajo de quienes nos dedicamos a esto. ¿Sacamos a colación el caso de una conocida empresa española que por problemas estrictamente de protocolo generó tal división interna que llevó a la venta de la misma a una multinacional extranjera?

Es innegable que en el ámbito institucional cobra relevancia –más por lo mediático que por otra razones-, pero no puede afirmarse que sea cosa solo de autoridades. Fuera de lo estrcitamente institucional también se necesitan grandes expertos en protocolo, porque organizar una Junta General de Accionistas, por ejemplo, no es sólo cuestión de logística o de producción. El protocolo es muy relevante, también. Por eso aprovecho para reinvindicar una vez más la necesidad de la especialización, porque es evidente que hay un protocolo oficial, un empresarial, un deportivo, un universitario, un cultural, un religioso, un social, etc., y en todos se precisan de profesionales cualificados y en algunos casos altamente cualificados, porque todos los protocolarios no sabemos hacer de todo. No olvidemos que al menos en el mundo oficial hay alguna normativa que ayuda. En otros no hay nada.

Protocolo y Comunicación

¿Sin protocolo no hay comunicación? No me atrevería a decirlo, porque no es del todo cierto. La comunicación es un sector muy amplio, en el que en muchas de sus actuaciones el protocolo no es relevante, y aveces ni necesario. Sí compartiría la cuestión si se puntualizara que “sin protocolo no hay una buena comunicación en vivo”. La cosa es diferente. El protocolo ayuda a esa comunicación, se hace un aliado nato porque la puede facilitar y mucho. Pero no creo que un director de comunicación esté especialmente preocupado (salvo lógicas excepciones) cuando redacta su nota de prensa, gestiona un proceso de crisis, o prepara una rueda de prensa. Otro gallo es cuando la comunicación se hace en vivo, donde el protocolo juega su papel, como el marketing, la imagen, la seguridad y otras disciplinas esenciales. En esos casos el Protocolo forma parte del todo, y un error puede perjudicar, como ocurrió en el inacertado protocolo de la comparecencia del testigo Rajoy. Protocolo y comunicación van de la mano en casi todo, y se necesitan mutuamente. No hay buena comunicación sin un adecuado protocolo, y no hay un buen protocolo sin una adecuada comunicación.

Ver video de la Sexta Televisión: http://www.lasexta.com/noticias/nacional/rajoy-declara-como-testigo-juicio-gurtel-hechos-que-dira-no-tener-informacion_20170726597828e00cf22e4c9697e29f.html