El protocolo como “arma despreciativa” en el debate político

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A la izquierda la Presidenta de Andalucía, Susana Díaz, y a la derecha el Presidente del PP de Andalucía y líder de la oposición, Juan Manuel Moreno.

Estamos asistiendo en los últimos tiempos a un intenso debate político en España, no sólo sobre el gobierno y la elección de Presidente, sino sobre el propio sistema constitucional. Y son muchas las situaciones en las que el Protocolo se utiliza como un “arma despreciativa” hacia el contrario o contra las ideas que defienden otros. Podríamos citar las tópicas que desde hace varios años se vienen produciendo desde Cataluña (frecuentemente) y el País Vasco. En estos últimos días dos un poco más sonadas, protagonizadas por la Presidenta de la Junta de Andalucía, en el transcurso del debate del Estado de la Región, y por el Alcalde de Zamora a propósito de la Recepción de la Fiesta Nacional y el protocolo estipulado para la asistencia a Palacio Real.

Estas situaciones, para quienes defendemos nuestra honrada y sufrida profesión, o para quienes muestran su orgullo de haber alcanzado por méritos propios su título oficial en Grado en Protocolo y Organización de Eventos, no deben dejarse pasar y merecen la adecuada respuesta por parte de los órganos representativos profesionales y la protesta general, así como una severa reflexión del papel didáctico que debemos seguir realizando los profesionales del sector sobre el verdadero significado del protocolo en el siglo XXI.

La “torpeza” de la Presidenta andaluza

Reconozco que cuando tuve la oportunidad de escuchar anoche las palabras de la Presidenta Andaluza en el debate autonómico me sentí despreciado como profesional y, desde luego, dolido como vicepresidente de la Asociación Española de Protocolo y responsable de formación universitaria en este campo. Ese estado de ánimo me empujaba a escribir sin espera desde el corazón, pero estaba convencido de que ello me arrastraría a un inadecuado análisis o a una queja que me hiciera perder la razón. Por ello he preferido enfriar y expresar mis sensaciones transcurridas ya unas cuantas horas.

En el fragor del debate en el Parlamento andaluz, Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía (política de referencia mediática con la cuestión de la crisis interna del PSOE), respondió al líder de la oposición andaluza, senador y presidente del Partido Popular en esa comunidad, Juan Manuel Moreno (graduado en Protocolo y Organización de Eventos y Máster Universitario en Dirección de Protocolo Producción y Organización
y Diseño de Eventos) con una frase vergonzante e intolerable para el conjunto de la profesión por la instrumentalización política que hace de ella. Espetó sin más en su turno de réplica:

“Señor Moreno: es verdad que yo soy licenciada en Derecho, no en Protocolo, es verdad. Pero imagino que en el Protocolo a uno le enseñan que cuando las cosas se pueden hacer sin montar espectáculos es mejor”.

La frase es corta y probablemente irrelevante si se descontextualiza, a no ser por el tono despreciativo que le da, porque no viene a cuento y porque lo utiliza como arma arrojadiza contra su rival político, que de no ser graduado en Protocolo, tan digno como un licenciado en derecho (carrera que tanto le costó culminar), no hubiera utilizado. Sin más. ¡Ojalá nuestros políticos supieran respetar el correcto protocolo, en su sentido global, empezando por la Presidenta andaluza! A buen seguro que en este país nos iría mejor y habría una idónea convivencia institucional y más diálogo constructivo.

Pero de las palabras de Susana Díaz, representante ordinaria del Estado en Andalucía, salen palabras que utilizando el buen nombre de una profesión y de una disciplina, lo vuelca como una “pedrada” contra el político por el mero hecho de ser graduado en la materia. Y lo saca de contexto llevando a la confusión general del respetable. ¿Qué tiene que ver el buen protocolo con dar batalla política en un debate sobre el Estado de la Región? Evidentemente nada. Soltó eso sólo y exclusivamente para desacreditar al líder opositor dando a entender que “siendo usted un protocolario qué me viene a mi a decir que soy una licenciada en Derecho”. No lo dijo así literalmente, pero a buen entendedor sobran las palabras. Invito a la Presidenta a que conozca los planes de estudio de un Grado de Protocolo y saque conclusiones claras sobre el alcance formativo que tiene esta profesión, que no es para enseñar buenos modales sino para ejercer el protocolo que afecta a las instituciones del país y organizar actos y eventos tan necesarios en el mundo de la comunicación global. Pero ella, es consciente de esa importancia, porque lo practica. Entonces, ¿a qué viene ese dardo envenenado? Contrarreste al opositor pero no haga populismo ni tergiverse con el verdadero Protocolo.

El prejuicio de los políticos sobre el Protocolo

Como me decía un buen amigo anoche, profesional de la materia y con la cabeza muy bien estructurada, lo ocurrido en el debate refleja una tendencia y un prejuicio extendido en la clase política y en la sociedad en general, “que debe llevarnos inequívocamente a una reflexión: hay que reivindicar y explicar con paciente espíritu didáctico qué es protocolo en el siglo XXI, su vibrante modernidad y horizontalidad, su necesidad práctica y su condición de disciplina pujante y con futuro”. Eso es en lo que no ha querido entrar la Presidenta, a quien no juzgamos por otras cuestiones, sino a la que simplemente pedimos que haga un ligero esfuerzo por entender lo que representa el protocolo hoy, que no lo utilice como arma arrojadiza y que no arrastre con ello el buen nombre de los profesionales en España.

Se olvida la Presidenta andaluza que el sector del Protocolo y Eventos es una de las principales fuente de ingresos de Andalucía y de España, que origina un gran número de empleos al año y el que mayor proyección externa y visibilidad da a esta Comunidad Autónoma y al resto del país. Pero olvida, además, que Andalucía tiene profesionales muy reconocidos y que en Sevilla hay grandes agencias de eventos, dos de ellas por cierto finalistas de los Oscar de los Eventos (EUBEA2016) logrando una de ellas (Eventísimo) dos premios de oro (insisto, máximo reconocimiento mundial). Uno de esos premios fue, precisamente, por el montaje y desarrollo del pabellón de Andalucía en Fitur (¡qué curioso!). Olvida también que protagonizó un conocido plante institucional porque no se le respetó el puesto que como Presidenta reclamaba (sin que tuviera razón, por cierto, desde el punto de visto del Protocolo de Estado reglado; ella es de Derecho y debe saber lo que eso significa).

Como una jefa de Estado

Igualmente, parece que el desprecio al Protocolo sólo lo usa como ataque a su colega en el parlamento, pero no hace ascuas de acudir a él en el Palacio de San Telmo, sede de la institución que preside. El periódico El Mundo, en un artículo publicado el pasado día 16 de octubre, bajo el título “Reinventando a Susana”, comenzaba un reportaje sobre la Presidenta con el siguiente párrafo:

“La escena es poco habitual en los encuentros institucionales en San Telmo: Susana Díaz no recibe a la visita prevista en la agenda del día en los salones del palacio, sino que la hace esperar en los jardines de la sede de la Presidencia, donde también se encuentran los fotógrafos y cámaras de televisión convocados para cubrir (sólo gráficos) la entrevista. El cambio de escenario regala a los asistentes una imagen de la presidenta de la Junta solemne y desacostumbrada: Susana Díaz baja en solitario las escaleras del palacio para recibir a sus invitados, como lo haría un jefe de Estado en las grandes ocasiones.

(…)

Una vez que la gestora presidida por Javier Fernández ha tomado el control del partido y que Mario Jiménez, su portavoz, vigila los intereses de la presidenta andaluza, ésta se ocupa de intentar restañar los daños que el proceso ha infringido a su imagen, y lo hace regresando a su palacio de invierno, -el que en tiempos fue residencia de los duques de Montpensier, escuela de navegantes y hasta sede del seminario diocesano- para rearmarse de la autoridad que en Andalucía no se le cuestiona y rodearse de todo el boato que el eficacísimo equipo de comunicación y protocolo pone a su servicio, incluyendo una cuidada puesta en escena para su agenda institucional”.

Con esto creo que más a o menos queda dicho todo (por cierto no entramos a valorar esa dudosa puesta en escena que describe El Mundo) y creo que poco más se puede decir de la inoportunidad de su expresión que quizá requiriera de una excusa al conjunto profesional, porque como dice mi buen amigo antes aludido, el Protocolo hoy no es lo que dice la Presidenta, sino que es una disciplina profesional que aplica normativas y costumbres, organiza eventos con sentido comunicacional y de proximidad y se preocupa por las relaciones institucionales para contribuir a la vertebración del Estado en su conjunto. Trata de dar la forma adecuada a la presencia pública de los representantes de las entidades facilitando el entendimiento, la comunicación y el acercamiento. El protocolo no es gestión de habilidades y saber estar (aunque como en todas las profesiones es necesario tenerlas y observar el respeto a los demás). A eso se le llama educación, algo que creo el líder Moreno mostró en todo instante, aunque el ser educado no implica callar lo que se deba decir mientras se haga desde el respeto institucional y personal.

En fin, poco más que decir, porque no merece la pena insistir. A buen seguro la Presidenta dirá que no pretendía ir contra la profesión, sino con la incorrecta educación (que ella llama protocolo) de su rival político. En cualquier caso, como representante cualificada del Estado solo le pedimos que mida sus palabras e intente comprender que el tan necesario protocolo del siglo XXI es el mejor aliado que puede tener la administración pública para recomponer su “tocada” imagen tras estos últimos años. Creo que unas palabras de disculpa nos debe y confío que las asociaciones la pidan.

Caso Zamora

Es tan divertido lo que dice este Alcalde de Izquierda Unida… Ver sus declaraciones en ABC del pasado día 15 de octubre. Hace un discurso muy populista, tanto que quien le haya escuchado terminará por darle la razón. Pero tergiversa intencionadamente el protocolo para poner en evidencia a la Casa Real Española, o lo que es aún más doloroso a la Jefatura del Estado que nos representa (guste o no) a todos los españoles. Pero para no alargarme en esta cuestión, y como había decidido cuando leí el periódico zamorano que me callaría (cosa que al ver lo de Susana Díaz me obliga a hacer referencia a ello), casi prefiero remitirme al estupendo post que en su blog hace María Rubio, bajo el título “La atracción mediática y el desconocimiento del Protocolo” y que en gran parte comparto, y ella explica muy bien. Por lo tanto recomiendo su lectura con la que me identifico en lo sustancial (https://mariarubiom.wordpress.com/2016/10/20/la-atraccion-mediatica-y-el-desconocimiento-del-protocolo/).

En ambos casos, Andalucía y Zamora queda de manifiesto que aún tenemos mucha labor que hacer para trasladar el verdadero significado e importancia que tiene el Protocolo del siglo XXI, tan distinto ya al del XX, en el que algunos parecen querer seguir anclados porque les viene bien en su discurso político. Con todo el respeto que merecen, yo no me burlo, ni desprecio, del abogado defensor de un confeso violador o asesino porque sé cuál es su trabajo y el derecho que le asiste al reo. Entiendan los políticos nuestra labor y, además, apuesten por este protocolo de nuevo cuño que se está implantando en nuestro país. No tiren del Protocolo desfasado para desacreditar a quienes tratamos de poner aquél en los tiempos que vivimos y en la respuesta necesaria a la demanda actual.